Capítulo 43 : Jugando a ser uno.

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Besé a Patrick lentamente, tomándome el tiempo que quise. Él me dejó hacer y respondió igual que yo, solo sintiendo, jugando. Exploré sus labios con los míos y los recorrí con mi lengua. Me alejé un poco cuando sentí sus dedos en mi cabello y su mano en mi espalda. Volví a besarlo suavemente, dulcemente y me permití por esa vez creer que esto iba más allá.

Me estremecí al imaginar que quizás sentía algo por mí, tanto por mi deseo de él como por el miedo de que no fuera así.

Preferí concentrarme en lo que hacía así que seguí el contorno de su mandíbula, su cuello y su pecho. Me senté sobre su sexo que ya estaba despierto y lo acaricié con el mío, con un movimiento de mi cadera. Él gruñó y detuvo el bamboleo. Aun así, continué acariciándonos suavemente. Patrick suspiró al sentirme y se levantó hasta que tuve su boca contra la mía.

Nos besamos unos minutos, mis dedos recorrieron su cabello negro y suave, su cuello y sus hombros. Lo sentí imitarme, solo que sus manos bajaron por mi espalda, sus dedos hicieron círculos en mi espina, mandando estremecimientos de placer al resto de mi cuerpo. Continuo más abajo, hasta que agarró mi trasero y lo apretó. Mordí su mentón con cuidado un segundo antes de empujarlo de vuelta a la cama. Luego, lentamente, lo llevé dentro de mi cuerpo, saboreando esa primera intromisión, sintiendo como mi cuerpo se adaptaba a él.

Me gustaba tanto tenerlo así, sentirlo dentro de mí, por esos primeros segundos podía creer que era parte de mí, que éramos una sola persona. Podía imaginar cientos de cosas en unos cuantos segundos, cada una de ellas increíbles e imposibles, muy bellas y sobre todo dolorosas.

Me moví para sacarlo de mi cuerpo y volví a llevarlo dentro de mí. Lo hice de nuevo simplemente para observar ese proceso, ese hecho sorprendida. Nunca había podido imaginar que era lo que les gustaba a las personas de esto, de observar este simple suceso, jamás había podido llegar a dimensionar el erotismo de esta acción, como me hacía sentir, lo que me hacía desear.

Y era aún mejor cuando lo escuchaba, a él, gemir.

Observé a Patrick mientras me movía. Oí su voz llamarme, jadear mi nombre. Y cuando me observó, cuando sus ojos, esos ojos que me recordaban tanto a un bosque, a uno inmenso y sin fin, noté que estaban sólidos y oscuros, gemí.

Patrick me observó montarlo, acaricio la piel de mis muslos mientras lo hacía y subió con sus dedos hasta mi cadera. Me incliné hacia él al segundo que él se levantaba.

Unimos nuestras bocas con suavidad, con dulzura. Él se recostó y me llevó con él, inclinándome más hacia su cuerpo. Gemí contra sus labios y él me imitó. Continué moviéndome contra su cuerpo y como él, afirmé su rostro. Solo soporté unos minutos ese lento vaivén. Por todo lo sucedido en la noche estaba más que sensible, más que lista. Por eso me alejé de su dulce boca y apoyé mis manos en su pecho, luego empujé con más fuerza, con más velocidad.

Ambos gemimos ante ese acto, yo solo pude arquear mi espalda y jadear. Patrick tocó mis manos y lo miré. Sentí su corazón golpear rápidamente contra su pecho. Él tomó una de mis manos y entrelacé mis dedos con los suyos. Gemí cuando su otra mano tocó uno de mis pechos para acariciar mi pezón. No pude soportarlo más.

Al final, me incliné hacia él y llevé su mano junto con la mía sobre su cabeza, apreté los dedos en el colchón para afirmarlo y empujé más profundo, más rápido. Él tocó mi cadera, pero no me apresuró, solo movió sus dedos más arriba, hasta que llegó a mi cabeza y me llevó contra su boca. Fue él quien se alejó para respirar mejor. Jadeando lo vi abrir su boca, cerrar los ojos y gemir.

Patrick empujó hacia arriba, tan desesperado como yo.

Miles de pensamientos rondaron mi cabeza al verlo así, tuve que apretar los labios para evitar que una de ellas escapara de mi boca. No quería decirlo de nuevo, no podía, me daba miedo y un poco de vergüenza. Que lo supiera era lo suficientemente malo ya.

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