Capítulo 51 : Y la vida sigue.

13.2K 1.1K 104
                                    


Varios meses después.

Eran más de las dos de la mañana cuando mi celular sonó. Y había pasado más de tres meses desde que me había separado de él.

—Diga —dije media dormida, silencio—. Hola.

—Ana Luisa —dijeron al otro lado y desperté enseguida, era Patrick.

—¿Qué pasa? ¿Por qué me llamas y más a esta hora? — Comencé a preocuparme y me senté en la cama.

—No, no te preocupes, no ha pasado nada malo. Solo deseaba hablar contigo.

—No podías esperar hasta mañana—. Volví a acostarme y tuve deseos de colgar.

—Lo sé, lo siento —se disculpó, él nunca se disculpaba—. Solo, he estado pensando mucho y ahora tuve el valor para llamarte.

—¿Y es a causa de...? —esperé.

—Dios, esto es difícil —permanecí en silencio—. ¿Te importaría reunirte conmigo?

—¿Para qué?, ya estamos hablando ¿qué quieres? —él rio suavemente.

—No es increíble, incluso he echado de menos tu mal humor.

Arrugué mi frente.

—Estás ebrio —aseguré.

—No, no lo estoy.

—Pero has bebido —él suspiró.

—Solo un poco.

—Entonces descansa, tómate varias tazas de café y llámame.

—No cuelgues, por favor —esperé—. Solo... necesito hablar contigo, verte, sé que no deseas ninguna de esas dos cosas y créeme te entiendo, pero necesito decirte algo —como no dije nada agregó—. Ahora estoy en un hotel cerca de la playa.

—Alberto te dijo donde vivo —dije molesta.

—No, no lo hizo. Solo que vives en este lugar, no me dijo donde específicamente, aunque casi se lo ordené —suspiró.

Vamos, tengo que acabar con esto, no me hará daño verlo, pensé.

—Bien —le dije —te llamaré mañana y...

—No —dijo él—. ¿Te... te molestaría que sea ahora?

—¿A las tres de la mañana?

—Por favor —pidió lastimeramente.

—Bien —cedí algo cansada.

—¿Puedo ir a tu casa?

—No estás en condiciones de conducir.

—Pediré un taxi, y me gustaría ver a Roger.

Si claro, pensé.

—¿Tienes donde anotar? —lo oí moverse y chocar con algo.

—Sí, aquí tengo —dijo luego de unos segundos—. Gracias, voy para allá.

—En taxi —le recordé.

—En taxi —repitió él y colgué.

¿Por qué te preocupa?, pensé y me molesté conmigo misma. Porque aún lo amas y no quieres que terminé estampado contra algún árbol.

Pasaron treinta minutos hasta que escuché el automóvil. Salí a la puerta y abrí. Ahí estaba él, bajando del taxi completamente borracho, voltee mis ojos. Llegué cerca del automóvil enseguida y ayudé a Patrick, sonrió al verme.

Solo Son NegociosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora