Capítulo 33 : Más de los que debería.

11.3K 1K 44
                                    


Cuando entré en la habitación del señor Sinclair lo primero que vi fue a Patrick apoyado en la pared, con los brazos cruzados mientras hablaba con su padre. Luego noté a su madre en un rincón; a su padre en la cama, extremadamente delgado y pálido, pero muy despierto; y por último a Katherine a lado de su madre, sentada pero despierta.

Arrugué mí frente al verla.

¿Qué hacia esa niña allí y a estas horas?

—¿Qué hace esta mujer aquí? —dijo la madre de Patrick.

La observé enseguida.

—Madre —soltó mi marido molesto—, te recuerdo que es mi esposa, mantén tus comentarios malintencionados lejos de ella.

Miré enseguida a Patrick al oírlo, él observaba a su madre fijamente.

Un tanto sorprendida observé al señor Sinclair, allí noté que también me observaba.

—Déjennos solos —soltó él.

Miré a todos en la habitación y me giré levemente.

—Tú no —dijo él y me congelé—. Los demás, salgan.

—¿Qué? —jadeó su mujer.

—Vamos madre —dijo Estefanía—, salgamos un momento.

Me mantuve en el mismo lugar mientras lo hacían, al ver que Patrick no se movía lo miré pidiéndole que lo hiciera. Negó con su cabeza suavemente antes de salir y cerrar la puerta.

Lentamente me acerqué a la cama de mi suegro y lo observé.

—¿Cómo...

—¿Por qué trajiste a Patrick aquí? —me interrumpió él.

Abrí y cerré mi boca sin saber que decir. Suspiré.

—Señor Sinclair —le dije con calma—, usted está en un hospital y no hace mucho tuvo un ataque al corazón. Debería estar descansando, pensando en cómo hacer de su vida algo menos estresante. Preguntarme algo así, cuando sabe que solo provocará una discusión, no le servirá de nada.

Él entrecerró los ojos antes de decir.

—No finjas que te preocupas por mí.

—Señor Sinclair, yo no finjo nada.

—Entonces no intentes arreglar lo que ya está roto —arrugué mi frente—, mi hijo y yo siempre nos llevaremos de esta forma, no puedes hacer nada para cambiarlo.

Sonreí un poco al oírlo.

—Primero que nada, yo no deseo meterme entre ustedes, probablemente si lo llegara a intentar sería la única perjudicada. Y segundo, si es capaz de decir mi hijo de esa forma, usted lo aprecia más de lo que quiere aceptar.

Él soltó un bufido.

Al ver que cerraba los ojos me preocupé.

—Creo que es mejor dejarlo descansar.

Comencé a alejarme.

—Lo amas más de lo que deberías —murmuró, me congelé —y lo sabes —no fui capaz de voltearme para verlo —pero eso no cambiara lo que él siente por ti, por mucho que lo intentes, son demasiado diferentes.

Me giré lentamente.

—¿Qué tanto? —me oí preguntar.

—Él es más parecido a mí de lo que cree y tú eres demasiado... tú —negó con su cabeza—, no dudo de que permanezcan casados un año, pero te aseguro que las cosas después de ese tiempo, serán muy diferentes.

Solo Son NegociosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora