Patrick observó a Ana Luisa varios segundos un tanto tenso. Ya llevaban más de dos meses saliendo, teniendo citas, besándose y unas pocas veces, acariciándose. Y no es porque él no quisiera más, lo hacía, con ansias. El asunto era que ella no se lo permitía.
Ana Luisa, al término de cada cita, detenía sus intentos de llevarla a una cama, o cualquier lugar lo suficientemente firme. Al principio se había sentido un tanto decepcionado por eso. Debía admitir, y lo hacía sin tapujos, que la deseaba y mucho. Pero ahora, ahora había algo más allí, algo más firme que cualquier cosa y que se sumaba al amor que sentía por ella.
Cuando ella llegó a su lado y alzó una ceja al ver que solo la observaba, sonrió enseguida.
—¿Qué pasa? —preguntó y se sentó a su lado.
Patrick tomó un puñado de palomitas de la fuente que había puesto en su regazo y permitió que la película comenzara. Dejó el control a un lado mientras Ana Luisa tomaba una manta para cubrir sus piernas.
La observó unos segundos antes de agarrar su brazo.
—Ve aquí —le dijo suavemente.
Patrick se sentó de lado contra el sofá y la hizo recostarse contra él, luego los cubrió a ambos con la manta y la abrazó.
Sonrió un poco al ver que acomodaba a su lado la fuente. Luego, como si nada, movió su mano bajo la manta y llegó a su trasero, ella se quejó antes de mover su mano y ponerla a su alrededor.
—Quieto —le dijo divertida, siguió sonriendo.
Esto era más un juego que otra cosa. Le gustaba molestarla de esta forma, tocarla de repente y reírse al oírla regañarlo.
Negando un poco observó la película de ciencia ficción y comió palomitas.
—Patrick.
—¿Sí? —preguntó.
—Dime como es que te llevas tan bien con Roger, nunca te he visto jugar con él—. Volvió a sonreír.
—Es porque no lo hacía cuando estabas cerca —se encogió de hombros—. A decir verdad, lo trate más cuando ya era de noche y tú estabas dormida.
Ella asintió suavemente.
Luego de unos minutos sintió que su respiración se volvía más calmada, se movió para observar que se había quedado dormida. Volteó sus ojos y sonrió.
Mientras observaba la película acaricio la espalda de Ana Luisa bajo la manta lentamente, ella suspiró y se acomodó mejor sobre él. Patrick decidió dejar en el suelo la fuente llena de palomitas y apagar la televisión. Era mejor imitarla, solo que, en una cama, no allí.
Con cuidado la cargó hacia la habitación en el segundo piso y la recostó, rápidamente se acomodó a su lado y la observó dormir.
Soltó un suave bufido al notar lo que estaba haciendo. Jamás, en ninguna de sus relaciones había observado a una mujer dormir o había deseado hacerlo. Tampoco era un hombre de detalles, de cenas, de nada. Pero, desde que había comenzado su relación con la que fue su esposa, había cambiado, lo sabía a ciencia cierta.
Le gustaba ver su expresión cuando dormía, como a veces arrugaba su frente y luego se relajaba, también le gustaba que cuando estaba a su lado se acurrucara a él enseguida, justo como ahora.
Luego de que ella apoyara su cabeza en su pecho tocó su rostro y acarició su mejilla con su pulgar, cerró los ojos y suspiró.
Adoraba a la mujer sobre él, su humor raro, sus comentarios sorprendentes, la pasión que ahora mantenía encerrada, incluso adoraba su forma de confundirlo, de decirle alguna tontería cuando no lo esperaba. Pero sabía que algo faltaba, había algo que aún se interponía entre los dos, que no le permitía estar completamente relajada a su lado. Y no sabía qué.
ESTÁS LEYENDO
Solo Son Negocios
RomanceSinopsis ¿Quién era él? Mi vergonzoso y culpable amor platónico. ¿Qué me llevó a casarme con él? El dinero. ¿Y por qué me enamoré de él? Porque era como el mar. A veces calmado, tranquilo, cálido y agradable. Y otras veces furioso, destructivo, frío...