Capítulo 37 : Las decepciones vienen de a dos .

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Las decepciones vienen de a dos

Semanas después desperté extrañamente inquieta. Estaba en mi habitación, sola, y no había ningún ruido en la casa. Me moví suavemente en la cama hasta sentarme y salí por el pasillo, bajé lentamente por las escaleras y me detuve al ver que Patrick estaba por irse a trabajar. Al verme arrugó su frente enseguida. Quizás mi expresión le dijo algo.

—¿Qué pasa? —preguntó.

Terminé de bajar las escaleras y llegué cerca de él, me envolví más apretadamente con la bata.

—Nada, solo tengo un extraño presentimiento —llevé mis manos al cuello para masajearlo.

Él levantó mi rostro para verme y tocó mi frente.

—¿No estarás enferma?

Negué.

—No, no creo —suspiré y tomé sus manos—, quizás solo son los exámenes.

Me observó sin decir nada por unos segundos hasta que asintió. Tomó su maletín y lo vi llegar a la puerta.

—Bien pero, si sigues así ve a ver a un médico.

Asentí.

—Ten un buen día —me despedí, él me sonrió y cerró la puerta tras de sí.

¿Qué raro? pensé. No era de tener presentimientos, nunca los había sentido y, era la cosa más extraña, era como si algo poco agradable fuera a pasar.

No me equivoqué.

Luego de clases, cuando ya estaba en la casa, Patrick me llamó para informarme que por una urgencia saldría de viaje unos días, enseguida. No me gusto la noticia, aunque fingí, como siempre, que todo estaba bien.

Dos días después llegó la segunda noticia desagradable. Solo que esta vez fue de parte de su asistente. Ella me citó en su oficina para decirme algo importante, como nunca me llamaba, o solo lo hacía cuando era estrictamente necesario, pensé mal enseguida.

Rápidamente llegué con ella. Catalina al verme apuntó una silla delante de sí. No se puso de pie ni nada y, como no se veía preocupada me relaje y pase por alto su forma de tratarme.

—¿Qué pasa? —pregunté luego de sentarme.

—Hablé con Patrick esta mañana.

No lo dudaba, pensé. A diferencia de ella, yo casi nunca hablaba con él por teléfono. Patrick no me llamaba y yo lo imitaba, era lo mismo cuando salía de viaje.

—¿Y qué te dijo? —¿y por qué me lo tienes que decir a mí? me pregunté.

—Su viaje se va a alargar más tiempo del que creímos —me tense un segundo—, si las cosas siguen así no regresara hasta que termine la semana.

Suspiré y asentí suavemente.

Me pregunté si le daría tiempo para regresar antes de mi cumpleaños, luego intenté recordar si es que le había dicho que yo estaba de cumpleaños ese mes y si Patrick lo sabía. Dudaba de lo último, yo me había enterado del suyo un día antes. Otra vez no me gusto la noticia, me hubiera gustado tenerlo cerca ese día.

—Entiendo —murmuré al fin.

No quedamos en silencio y noté que me observaba con intensidad, como si quisiera averiguar algo con eso. Esperé unos segundos hasta que me encogí de hombros.

—¿Algo más?

Negó y me puse de pie.

—Antes de que te vayas quiero mostrarte algo.

La miré enseguida y supe que esto no era bueno, y también supe porque había pedido reunirse conmigo en su oficina. No era el viaje de Patrick la noticia que quería darme, si no lo que buscaba en su caro maletín.

Cuando ella puso algo sobre su escritorio arrugué mi frente al notar que era una revista. La observé detenidamente mientras mis ojos comprendían lo que veía. No podía creerlo, no podía ser verdad.

Patrick estaba en la portada con una mujer increíblemente hermosa. Parecía que habían tomado la fotografía desde lejos y sin que ellos supieran. La mano de Patrick estaba en la espalda de la mujer, guiándola hacia una puerta. Observé su rostro y me tragué mi mueca al ver la sonrisa en su cara.

—No puede ser —susurré muy suavemente.

—Tienes que recordar porque te casarte con él —dijo Catalina.

Parpadeé un poco antes de verlas.

—Eso te lo recordara.

No podía estar hablando enserio.

—Esto no quiere decir nada —me dije, no es nada.

Al oírla reír apreté la mandíbula.

—Es tu asunto, yo solo cumplo con decirte, con recordarte porque te casaste con él, porque no puedes olvidar que apenas el año termine él se divorciara de ti.

Negué y me alejé de ella.

—No me interesa lo que dices.

—Que no quieras oírlo no quiere decir que no sea verdad.

La miré largos segundos sin dar crédito a sus palabras y menos sus acciones.

En verdad esta mujer solo me había pedido verla para mostrarme algo así, para ver mi reacción. Claramente podría haberme llamado para decirme que Patrick no regresaría de su viaje aun, debí imaginarlo cuando pensé que era extraño.

—Que bajo has caído Catalina —al ver que apretaba la mandíbula continué—, yo siempre he sabido que estas enamorada de él.

—Ahora eres tú quien no sabe lo que dice —negó con su cabeza y se puso de pie, apuntó la revista con su mano—, no es la primera vez que salen en una revista juntos—. Cambio de tema enseguida, evitándolo a propósito.

Eso no lo sabía, nunca me había fijado en esa parte de la vida de Patrick antes, solamente lo observaba a él, no a quienes lo rodeaban.

Volví a suspirar y me alejé de ella.

—Cada vez queda menos tiempo —le oí decir, me detuve delante de su puerta —por cierto, si sale otra noticia de ellos te avisaré.

Apreté la mandíbula y salí de allí. Ya en el ascensor cerré los ojos molesta.

No es verdad, pensé. Patrick no sería capaz de hacerme algo así, de engañarme, no tiene por qué. Además, no cuando faltaba cada vez menos para que esta farsa llegue a su fin. Pero para que alguien te engañe tiene que existir algo entre los dos, muy matrimonio podía ser esto, pero al fin de cuentas, él no sentía nada por mí, nada que le impidiera hacer algo así.

Me pasé el resto del día irritada, con Catalina por molestarme, con Patrick por hacerme sentir así y por salir con esa mujercita, pero sobre todo, estaba irritada conmigo, por permitir que esto me afecte de alguna manera. Como era posible si llevaba meses fingiendo que no me importaba, que no estaba enamorada de él, que ahora una simple imagen me hiciera sentir mal.

Podía fingir que no estaba enamorada, pero fingir que no estaba celosa, se veía más complicado.

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