𝓬𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓸𝓷𝓬𝓮.

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El día siguiente de la invitación de Minhee, Wonwoo se encontraba jugando con ella esperando a que llegara la comida. Mingyu los miraba atento, su corazón latía con una fuerza impresionante en su pecho cuando Wonwoo sonreía o carcajeaba, su belleza en ese momento resplandecía y era algo que alteraba los sentimientos de Mingyu.

Aquella chaqueta de cuero negra con camiseta manga larga y cuello de tortuga junto a pantalones del mismo color, adornando su cintura con un cinturón, lo estaban acabando. Si bien era la clase de ropa que Wonwoo tendía frecuentemente a utilizar, en el día de hoy le estaban causando un efecto distinto al que siempre tiene. Por alguna razón pensaba en que se veía atractivo, y no de la manera de "amigos", porque estaba casi seguro de que lo que sentía no era algo que entre amigos se pudiera sentir.

Además, Wonwoo y él no eran amigos.

—¿Papi, crees que se me ven bien? —Mingyu fue abruptamente sacado de sus pensamientos por la dulce voz de su pequeño rayito de sol, de inmediato le brindo atención. Minhee tenía puesto las gafas de Wonwoo.

—Estás hermosa, princesa —respondió él con total sinceridad, ella mientras reía tímida miraba al pelinegro que la observaba con el mismo cariño que Minhee a él.

—Gracias papá, pero... —Minhee se quitó las gafas, Mingyu frunció el ceño— ¡A Wonwoo oppa le quedan mejores! —fue rápida en colocarle los anteojos en el rostro del antes nombrado, Wonwoo sonrió—. ¿No es así?

Ambos se giraron para verlo y oír una respuesta. Sí. Se veía completamente apuesto ya sea con eso o con cualquier cosa que se ponga, porque Wonwoo era una persona hermosa y dudaba que hubiera prenda o accesorio que le quedara mal. Wow, Mingyu, contrólate.

—Sí, le quedan bien —respondió el mayor intentando evitar el cosquilleo en su estómago. Wonwoo bajo la vista repentinamente tímido.

—¿Escuchaste? —Minhee se dirigió al pelinegro—. Mi papi dijo que te quedan bien. ¡Le agradas a mi papi! El no tiene muchos amigos y-

—Minhee, princesa —Mingyu la detuvo antes de que continuara revelando cosas personales, Wonwoo contenía una sonrisa.

—¡Pero no miento! —la niña estaba inspirada en seguir—. A veces se pone a hablar con las plantas, creo que está loco.

—¿Con las plantas? —Wonwoo finalmente sonrió, mirando a Mingyu quien estaba totalmente avergonzado y tenía su vista en otro lado ya que no iba a ser capaz de sostenerle la mirada—. Yo también a veces hablo con las plantas, le digo cosas bonitas para que crezcan sanas y fuertes. ¿Yo también soy un loco, Minhee?

—¡No, tú no! —la niña agitaba sus manos enfatizando sus palabras, Mingyu se sintió traicionado—. Solo papi, él les dice palabrotas —lo último lo dijo en un susurro en el oído del pelinegro. El castaño pudo sentir el calor subir a sus mejillas, y únicamente Wonwoo pudo notarlo ya que Minhee seguía parloteando. Se veía lindo.

En el momento perfecto llegó la comida que habían pedido hace más o menos diez minutos, salvando a Mingyu de otra situación vergonzosa ocasionada por su propia hija. Mientras devoraban cada uno su plato, Mingyu con cautela levantaba la vista para mirar al pelinegro quien aún hablaba animadamente con Minhee como si él no existiera en la mesa, sus rizos le quedaban tan bien. Te ves tan precioso, ¿Por qué? ¿Qué hice yo para tener que estar observándote como un idiota mientras tú comes y sonríes inocentemente? Agradecería mucho que cuando te ríes mi corazón me dejara de latir tan rápido y que cada vez que me miras o me hablas se me vaya la respiración. Ah, eres un desastre, Mingyu.

Luego de haber almorzado entre charlas y chismes —más por parte de Minhee que le encantaba hablar— decidieron dar un último paseo antes de volver a casa y cada uno continuar con sus vidas rutinarias.

𝙏𝙍𝙊𝙐𝙑𝘼𝙄𝙇𝙇𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora