𝓬𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓿𝓮𝓲𝓷𝓽𝓮.

789 90 22
                                    


Mingyu se encontraba recostado en su cama con su pequeña hija a su lado aún durmiendo. Era sabado, por lo que no había problema que se levantaran tarde, ambos siempre andaban en la semana de aquí para allá, este momento que solo oía los ronquidos de Minhee eran su momento de paz. Pero ya pasaban de las diez y Mingyu se había cansado de pensar, sin moverse mucho intentó sacar a la niña de su brazo teniendo éxito, la arropó nuevamente. Se encaminó hacia el baño, donde enjuagó un poco su rostro y se permitió verse en el espejo. Debajo de sus ojos reposaban bolsas negras, bastantes feas, producto de no poder conciliar el sueño y en ocasiones quedarse estudiando hasta tarde.

Lo que le preocupaba eran los trimestrales que se venían la semana entrante, a pesar de haber estudiado durante mucho tiempo no estaba seguro de que realmente sabía lo que necesitaba y últimamente su cabeza era una nebulosa. Aún no podía hablar con Wonwoo, él era su nebulosa, el chico no quería verlo y lo entendía. ¿Qué persona se confiesa tan rápido? Debió ser muy extraño para el menor y más soportándolo ebrio. Pero no es como si fuera mentira algo de lo que dijo, Wonwoo le gustaba, solo que no esperaba a decírselo en ese momento. También es extraño para Mingyu que le vuelva a interesar una persona, la última vez que estuvo con alguien acabó abandonado con un bebé en brazos, no se arrepentía de Minhee en lo absoluto, pero así era la historia.

Fue un amor de secundaria, uno bastante lindo tenía que admitir. Ella era sin dudas el amor de su vida. Su relación era común y corriente, peleaban, se arreglaban y de nuevo se amaban; aunque lo especial que tenían un día dio un giro demasiado repentino. Mingyu la había notado rara hacía ya unas semanas, a veces la veía y a veces no, pero casi nunca llegaban a pasar tanto tiempo juntos como habitualmente lo hacían. No fue hasta que un día él había decidido ir a verla -por más que a sus padres no le agradara- ya que estaba cansado de que lo evitara y la extrañaba; pero
esa misma tarde se enteró de algo que cambió totalmente todo.

Ambos con diecisiete años de edad iban a convertirse en padres.

Al principio a Mingyu lo tomó por sorpresa ya que pensaba que se había alejado porque quería terminar con él o algo por el estilo; aunque haberse enterado de que la verdadera razón era porque estaba embarazada y no sabía cómo decírselo —claramente por miedo a su reacción— fue lo último que esperó.

Tal vez había sido muy apresurado para ambos ser padres tan jóvenes ya que contarían con mayores responsabilidades de las que tenían, pero aún así decidieron proseguir con el embarazado y tomar esta nueva experiencia que les enseñaría mucho.

Luego de nueve meses nació una preciosa niña, fuerte y sana: Kim Minhee. Lo más triste para la pareja fue el abandono absoluto de sus padres en esta nueva etapa, la noticia no les había agradado ni un poquito; por lo que no los apoyaron y los dejaron completamente solos.

Mingyu desde entonces tuvo varios trabajos de medio tiempo mientras también se ocupaba de la escuela, logró graduarse y obtener una beca en una universidad bastante reconocida; sin embargo, surgieron un montón de problemas después de eso que afectó a su relación y convivencia. La última pelea que tuvieron fue demasiado fuerte para ambos, se hirieron profundamente, y ella finalmente decidió hacer un paso al costado. Había reiterado que se iba solamente para poder retomar sus estudios —ya que los había dejado por cuidar y criar a Minhee— e intentar ser mejor en el futuro para poder darle a la niña la vida que se merece, pero pasaron seis años y ella jamás apareció.

Desde ese entonces, Mingyu no volvió a emparejarse con alguien por miedo a que lo abandonaron otra vez o, simplemente, que lo hirieran. Además, ¿quién querría a un estudiante universitario desempleado y, para colmo, con una hija? La verdad es que creyó que nadie; pero luego apareció Wonwoo aquel día lluvioso frente a su puerta, empapado y sumamente serio, con su Minhee también empapada de pies a cabeza.

Wonwoo siempre lo insultaba, lo regañaba e incluso sermoneaba no importándole lo que él pudiera llegar a responderle, se preocupaba por Minhee y no hubo una sola vez que haya oído de parte de la niña que no le guste pasar tiempo con Wonwoo. A su hija le agradaban muchas personas, como Seungcheol y Jihoon quienes la habían visto unas pares de veces, pero al momento de hablar sobre Wonwoo siempre le brillaban los ojos y lo destacaba del resto.

Lo que a Mingyu le gustaba de Wonwoo era su forma de ser, normalmente era un poco distante con los demás y siempre actuaba a la defensiva, pero una vez que entraba en confianza se volvía una persona amable y comprensiva. Su risa era hermosa, la manera que sus ojos de ciervo se escondían en dos líneas finas cada vez que mostraba una tierna sonrisa era simplemente hechizante. Su voz grave, sus distintos peinados, su vestimenta, todo en él era maravillosamente hermoso.

Trató de cerrar su corazón lo mejor que pudo, pero la calidez que le transmitía Jeon Wonwoo estaba derritiendo lentamente sus defensas.

Mingyu suspiró recargando su cuerpo en el lavabo. Lo más que deseaba ahora era arreglar las cosas con ese chico porque de lo contrario se volvería loco, necesitaba verlo, saber si estaba bien, y tenía algo en mente, pero no estaba seguro de que si funcionaría.

(...)

—¡Wonwoo oppa, vayamos juntos al parque! —Minhee exclamó con una sonrisa enorme plantada en sus labios. Mingyu tomaba su mano firmemente, esperando a que su plan funcione.

Wonwoo por otro lado, estaba helado en la puerta de su casa mirando a la niña pensando en qué contestarle. Si bien no se habían visto durante bastante tiempo, él todavía no se sentía preparado para afrontar a Mingyu.

—Yo-

—¡Por fis! —Minhee abultó su labio inferior en un tierno puchero mientras juntaba sus manos pidiendo de esa manera que él accediera a su petición—. ¡Te prometo que me voy a portar bien, oppa!

Wonwoo ahogó un suspiro y observó de soslayo al gigante que no emitía ni un solo sonido. Estaba meditando profundamente su respuesta, aún nervioso por lo que pudiera llegar a pasar si los acompañaba.

—Dame un minuto preciosa —el pelinegro le regaló una casta sonrisa, más eso fue suficiente para el par parado frente a él para que la felicidad los volviera a invadir.

Definitivamente esta era su única oportunidad.

__________________

hola, cómo están?

hace unos días me apareció que ésta novela está en un ranking #1, la verdad que me quedé re sorprendida ajksja.

muchas gracias a las personas que están apoyando esta historia y están pendientes de cada capítulo, me hace muy feliz 😞✊

en fin, espero que les guste!

kdl-

𝙏𝙍𝙊𝙐𝙑𝘼𝙄𝙇𝙇𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora