𝓬𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓽𝓻𝓮𝓲𝓷𝓽𝓪 𝔂 𝓭𝓸𝓼.

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No lo podía creer, al menos en ese momento, que ella luego de casi siete años se digno a aparecer. Estaba diferente, muy. Su cabello ya no era castaño, sino que completamente rubio, lo había cortado también. Podría haber crecido, pero para él seguía siendo la misma persona que le llegaba por debajo de los hombros. No había forma de que se sintiera bien con su regreso, no encontraba el sentimiento adecuado para ese momento en el que habló.

—Hola, Mingyu —saludó ella, con una sonrisa en sus labios, su tono de voz era tranquilo—. Supongo que charlaremos aquí dado que aún te me quedas viendo y no me invitas a pasar —ella comenzó a reír levemente, más Mingyu todavía estaba con los pensamientos desordenados en su mente y es como si en su lengua se hubiera hecho un nudo—. Siento haber venido así sin más, de verdad lo siento.

—Es... extraño —Mingyu respondió luego de haber podido definir esa sensación sofocante en su pecho—. Y no creo que sea bueno que pases, o por lo menos por ahora.

—Sí, lo entiendo —la rubia disminuyó su risa a una pequeña sonrisa—. Solo venía a saludar y preguntar por Minhee.

—Ella está bien, Seungjae.

—Me alegra saberlo —sonrió aún más, luego exhalando levemente—. Ahora me tengo que ir, estoy ocupada, pero sería bueno que nos encontremos otra vez y que nos pongamos al día.

Mingyu no le respondió eso. No creía que sea buena  idea, aunque considerando que Minhee era también su hija tenía derecho a saber de ella después de tantos años.

—¿Te parece a la noche? Los invito a cenar —Seungjae preguntó. Él se quedó unos segundos pensando mientras la miraba aún dudoso.

—Supongo que... está bien —Mingyu cruzó sus brazos, pensando—. Pero no creo que sea adecuado llevar a Minhee, ella no se acuerda de ti y no se como va a reaccionar si le digo que tu eres su madre.

—Tienes razón —ella hizo una mueca con sus labios—. Sería muy raro para ella, fue muy estúpido lo que dije, lo siento. Es que la quiero ver.

—Lo entiendo —él miró hacia abajo—.  La verás pronto.

Luego de decir aquello, continuaron unos minutos más arreglando el lugar donde se verían. Cuando ella se fue sintió como pudo volver a respirar, no se había dado cuenta que durante todo ese tiempo estaba conteniendo de a ratos el aire. El problema había sido que Seungjae lo hirió tanto, que ahora su regreso lo dejó en un estado de shock, pensó que jamás la volvería a ver.

Volvió al living donde no se encontró a Wonwoo allí, haciéndole pensar que había tardado más de la cuenta hablando con Seungjae. Caminó hasta la habitación de Minhee donde seguramente podría estar el menor, al abrir la puerta confirmó sus dudas. Él le estaba secando el cabello con la secadora y al parecer no lo habían escuchado entrar, hasta que voltearon a verlo. 

—Papá, ¿dónde estabas? —preguntó su hija—. Wonwoo oppa me está secando el cabello porque estabas ocupado.

—Estaba hablando con alguien, princesa —Mingyu se fue acercando hasta ellos, quedando frente a la niña—. Minhee, en la noche tengo que salir.

—Ou —ella miró de soslayo al pelinegro quien se mantenía callado—. ¿Tienes que trabajar?

—No, no —se apresuró en responder él—. Es que tengo un asunto se grandes que necesito resolver, pero voy a volver.

—Está bien —Minhee, triste, le sonrió—. ¿Me voy a quedar con Wonwoo, no?

—Si él quiere.

El par de ojos de los dos cayó sobre él, Mingyu posó una mano sobre su pierna desnuda esperando una respuesta.

—Claro que quiero —Wonwoo acarició los cabellos castaños de la niña—. Será un placer.

𝙏𝙍𝙊𝙐𝙑𝘼𝙄𝙇𝙇𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora