𝓬𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓭𝓲𝓮𝓬𝓲𝓼𝓲𝓮𝓽𝓮.

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La resaca de Mingyu lo estaba matando, y sus compañeros no ayudaban en lo absoluto. Seungcheol y Jihoon estaban discutiendo, otra vez, por algo que no alcanzó a entender, pero que seguramente era una estupidez como la gran mayoría de sus peleas. Y para convertirse un poco rara la situación, había alguien con Cheol que jamás vio dentro de la universidad ni mucho menos en su vida.

—Nadie te dijo que vayas a meter tus narices en lo que no te incumbe, Seungcheol —Jihoon regañaba al castaño quién lo veía fijamente a los ojos en una batalla de miradas—. Siempre haces lo mismo. Además de tu irritable insistencia a involucrarte en cosas que no te conciernen, ¡es también por esa estúpida mirada desafiante que te golpearon como si fueras su puta bolsa de boxeo! —Seungcheol estaba sentado en una camilla de la enfermería, a obligadas de Jihoon, este último se encontraba limpiando sus heridas con bastante brutalidad. El chico rubio que Cheol había traído con él en un mismo estado de rasguños y hematomas, tenía la mirada baja sintiéndose regañado—. Yah, la próxima vez solo corran si saben que ni pueden contra tantos. O mejor, me corrijo, que no haya próxima vez, Seungcheol.

—Ah, no necesito que me digas qué hacer —el mayor de todos los que se encontraban allí dijo, se quejó cuando Jihoon le presionó el algodón en el labio donde limpiaba la herida—. Sólo lo ayudé y ya. Es normal la pelea entre adolescentes.

—Claro que lo son, pero no es normal que sea toda una pandilla contra dos flacuchos —el pelirrojo le colocó una vandita en la ceja al castaño, dando por finalizado con Seungcheol. Aún le quedaba el otro chico que hasta ahora no sabía el nombre—. Yah, Mingyu, gran idiota, ¿me vas a ayudar a regañarlos o te quedarás ahí como una puta estatua?

El mencionado fue arrebatado de su nebulosa cayendo en la mirada enojada de Jihoon, junto con la de otro par que se habían cansado de escucharlo. Mingyu se enderezó en su lugar, acomodando sus pensamientos y evitando el hecho de que la cabeza se le partía en dos, y se acercó hasta ellos, quedando frente al rubio quién por un segundo se sintió atemorizado por lo corpulento que era ese chico.

—¿Cuál es tu nombre? —Mingyu, contrario a su apariencia, preguntó amablemente.

—Yoon Jeonghan —el rubio lo miró cuando Mingyu elevó su rostro tomándolo de la barbilla. Tenía un hematoma en la mejilla, le sangraba una esquina del labio, por suerte no era tanto como había imaginado.

—Seguramente debes estar lastimado en otros lugares —comentaba Mingyu mientras con un hisopo desinfectaba la herida del labio. Jeonghan pudo haber gritado por el ardor, pero se contuvo ya que aquel chico lo estaba tratando con demasiada paciencia y hasta ahora no lo había regañado como el pelirrojo a Seungcheol—. Así que, después de la escuela, ve a ver a un doctor.

Jeonghan asintió, sintiéndose afortunado de no haber sido reprendido por un mayor. Mingyu lanzó el hisopo al basurero cuando acabó de aplicarle el ungüento en la herida.

—¿Eso es todo? —Jihoon parecía inconforme al respecto. Seungcheol chistó.

—¿Y qué quieres que le diga? No lo conocemos —Mingyu exhaló—. Míralo, es un niño de secundaria, no puedo regañarlo.

—Siento causar problemas —Jeonghan inclinó su cabeza—. Gracias por molestarse en curarme y regañarme.

—¿Ves, Seungcheol? —el humor de Jihoon cambió repentinamente mirando al aludido—. ¿Por qué no eres cómo este mocoso y me agradeces por cuidarte?

—¿Pero qué-

—Oh, claro. Lo olvidé —el pelirrojo se cruzó de brazos mientras que los tres chicos lo observaban como si estuviera loco—. Ya casi soy un extraño para ti, no te importo.

—¡Diablos! ¡Ya deja esa estupidez, Jihoon! —Seungcheol exclamó, se paró en el suelo colgando la mochila en su hombro—. Me voy, me hartaste, vamos Jeonghan.

Antes de que Jihoon tuviera la oportunidad de volver a quejarse, Seungcheol ya se encontraba demasiado lejos para hacerlo. El pelirrojo soltó un suspiro medio enfadado y medio frustrado, era él quien estaba harto de las estupideces que Seungcheol hacía cada día. Si no lo mataba todavía, la única razón que había era porque involucraba demasiado trabajo para una persona tan pequeña y de tratarse de una sola persona jamás lo lograría, se lo dejaría al mundo u otra persona.

Después del par haber abandonado la enfermería, se dirigían a su próxima clase. Mingyu iba con la cabeza en las nubes, y Jihoon obviamente se dio cuenta, en esos momentos deseaba al menos poder tener unos centímetros más de altura, así le podría pegar en la nuca para que reaccione. Lo máximo que pudo hacer fue pellizcar su brazo consiguiendo un quejido bastante fuerte de su parte.

—Qué chillón eres —Jihoon dijo.

—Mira quién habla, el rey de los chillones.

—No me ofendes en lo absoluto —el de baja estatura estaba convencido de que esta discusión no llegaría a ningún lado, por lo que no pensó muy bien sus siguientes palabras—. ¿Estás bien? Noto que estás más distraído de lo normal.

Mingyu fue tomado totalmente por sorpresa, generalmente en ninguna de sus conversaciones aquel chico le preguntaba sobre su bienestar, decidió perdonar su pellizco y responderle.

—Si, estoy bien —el castaño después de haber ingresado al aula señaló un par de asientos donde rápidamente tomaron lugar—. Me duele un poco la cabeza por la resaca, pero estoy bien.

—Ah, la resaca —Jihoon le enseñó una pequeña sonrisa de diversión—. No sabía que podías consumir tanto alcohol, me sorprendes.

—Sin dudas, no tiene que volver a pasar —Mingyu lo miró, el contrario tenía una ceja levantada indicando que le explicara por qué—. No puedo beber con mi hermana estando allí, está mal. Por favor, no lo volvamos a repetir.

—Está bien. Solo fue por esa vez —Jihoon comprendió con facilidad lo que el gigante le dijo, sin embargo, se sentía un poco triste ya que no podría beber más con él cada vez que quisiera.

Mingyu le sonrió, enfocándose entonces en sus libros y cuadernos frente a él. Sinceramente, no recordaba con exactitud qué fue lo que pasó el día anterior, la única imagen que se le venía a la mente era que Jihoon y Seungcheol estaban con Minhee, mimándola y haciéndola reír. Después de eso ya nada recuerda.

Jihoon se sobresaltó cuando a su lado, Mingyu-estúpido-gigante, había dejado caer su lapicero sobre la mesa haciendo un eco bastante sonoro. Se lo quedó viendo, y la expresión del castaño emanaba cierto terror. Jihoon normalmente no se preocupaba por lo que le sucedieran a los demás, pero Mingyu en ese momento parecía aturdido.

—Hey —Jihoon golpeó inofensivamente su hombro, no obteniendo resultados por parte del adverso—. ¿Qué te ocurre? ¿Te duele algo?

La ola de preguntas dejó de emitirse en los oídos de Mingyu cuando un fuerte recuerdo de ayer, peor que el anterior, lo golpeó duramente en la cabeza reproduciéndose frente a sus ojos como una película.

No. No podía ser cierto lo que hizo.

Elegir no creer que de verdad le confesó sus sentimientos a Wonwoo no estaba funcionando. Se estaba volviendo, de a poco, loco.

Cuándo lo abrazó, cuándo le pidió que no se fuera, cuándo lo tenía recostado en su pecho apreciando su gratificante aroma, cuándo le reveló que le gustaba; la vergüenza lo estaba consumiendo en ese puto momento. ¿Ahora cómo carajo lo vería a la cara sin antes querer golpearse contra el suelo o salir corriendo? De tan solo pensar en cómo se supone que tendría que afrontar la mirada seria de Wonwoo le daba incontables escalofríos.

Y lo más gracioso de esto es que después de la universidad tenía que pasar a buscar a Minhee a su casa.

—Soy un estúpido —Mingyu susurró dejando caer su cabeza en la mesa, golpeando su frente contra la madera.

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holis 💞

vuelvo después de unos días porque no tenía nada en mente :o

espero que les guste!

kdl-

𝙏𝙍𝙊𝙐𝙑𝘼𝙄𝙇𝙇𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora