capítulo cuatro.

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No tenía interés absoluto en escuchar los sermones de su madre hacia él, la había ignorado por completo yéndose a su habitación preparado para comenzar a empacar sus cosas, la señora Jeon iba pisándole los talones.

—¿Qué es lo que te hemos hecho nosotros para que nos tomes el pelo de esta forma, Wonwoo? —su madre continuaba regañándolo. —Tu padre y yo te damos todo para hacerte feliz, ¿por qué no pones un poco de tu parte?

—¡No les estoy tomando el pelo! — respondió cuando el enojo poco a poco se apoderaba de él. —Solo estoy diciendo que tal vez la escuela no es para mi.

—Ah... —la contraria chistó de manera que causó más enojo a Wonwoo. —La verdad que no te entiendo.

—Por eso no nos llevamos bien. —murmura casi inaudible cerrando los cierres de su mochila, colocándola después sobre su espalda.

—¿A dónde te vas?

—Me quedaré con la abuela. —caminó hasta la puerta, pero antes de que girara el pomo su madre volvió a hablar.

—¿Con el permiso de quién? —ella se cruza de brazos. —Tu abuela no está bien y lo sabes, Wonwoo. No vayas a molestarla. Quédate aquí que es donde perteneces, con tu familia.

—¿Molestarla? —su risa fue de pura rabia. —Prefiero quedarme con ella a que estar pudriéndome aquí.

—¡Jeon Wonwoo! —gritó la adversa.

—¿Qué! —él también alzó la voz, girando sobre sus talones. —¿O me dirás acaso que esta familia es sana? —la mujer cerró su boca en cuanto estaba por responderle, lo miraba como así diciéndole que no dijera nada más y empeorara las cosas. —Esta familia es un desastre, mamá. —el pecho del menor subía y bajaba con bastante velocidad a causa de un llanto que estaba soportando. —Papá es un maniático por el trabajo y casi siempre llega a casa ebrio. Chanwoo un idiota que disfraza sus malas decisiones con mentiras y aún así es su hijo favorito. Yo soy un maldito desgraciado que tiene que soportar verles la cara de hipócrita todos los días mientras ustedes juegan a la jodida familia feliz frente a los demás. ¿Y tú, madre? Yo sé lo que haces tú.

—Wonwoo...

—Si papá supiera que lo engañas con tu jefe sería el fin de esta familia tan bonita. —las últimas palabras las dijo con tanto cinismo que sintió su garganta quemar. —Solo somos una familia con defectos, como todas las demás, el problema es que ustedes no quieren ver eso.

Wonwoo después de esa última oración recibe una bofetada tal que llenó la habitación de ese impacto entre la mano de su madre y su ahora roja mejilla. Ambos estaban enojados, la contraria contenía sus lágrimas.

—Vete. —dijo segundos después la mujer. —¡Lárgate! —gritó esta vez.

Wonwoo la miró por última vez, posteriormente yéndose el quíntuple de enojado. No iba a llorar, esa familia no merecía ninguna de sus lágrimas, menos cuando le habían hecho tanto daño siendo completamente conscientes de ello.

El día estaba gris y triste, no pasó mucho de que después de que haya llegado a la parada de buses comenzaran a caer gotas anunciando una aproximada lluvia. Una vez pagó su boleto tomó lugar en el ante último asiento, sacando sus auriculares le dio play a la música, comenzó a llover.

El cielo llora por mi, pensó Wonwoo. Guardaba de manera impresionante su angustia que hasta él mismo se sorprendía, debía ser fuerte porque ahora se encontraba solo, aunque si lo pensaba mejor... toda su vida la pasó solo. 


De repente pensó en la causa de la discusión entre su madre y él, ella no podía tener la razón y menos cuando ni siquiera se dio cuenta del dolor que estaba sufriendo, erraba pasos por los golpes en su abdomen y patadas en lo que restaba de él, dolía como la jodidísima mierda, su uniforme estaba sucio y con huella de zapatos por doquier; pero su madre consideró más importante el hecho de que faltó a clases que saber que lo habían estado golpeando en un callejón de la institución por la culpa de Chanwoo, jamás iba a darse cuenta de eso porque siempre estuvo más empeñada en regañarlo que en escucharlo.

𝙏𝙍𝙊𝙐𝙑𝘼𝙄𝙇𝙇𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora