𝓬𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓽𝓻𝓮𝓲𝓷𝓽𝓪 𝔂 𝓾𝓷𝓸.

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Había iniciado otro día, uno que a diferencia de otros estaba caluroso y con un brillante sol clavado en el cielo azul, o eso es lo que veía Mingyu por su ventana. Era fin de semana y todavía estaba acostado en su cama, pensando qué cosas productivas podría hacer hoy. Tenía varias ideas, pero la inicial era ocuparse del orden de su casa.

Luego de haber visto llorar a Wonwoo hace un par de días atrás intentó estar junto a él la mayoría del tiempo para no dejarlo y hacerlo sentir solo. Su tiempo era compartido ya que también estaba Minhee, por lo que se multiplicaban los momentos graciosos y felices entre ellos.

Anoche, justamente, había invitado a Wonwoo a quedarse a dormir, después de las mil y una insistencias por parte de Minhee y de él, Wonwoo aceptó. Vieron películas, comieron pizza y una sorpresa les dio el pelinegro cuando apareció un postre en su mesa, había dicho que lo horneó su abuela así que con mucho más gusto lo comieron. Cuando llegó el momento de irse a dormir volvieron las insistencias.

anoche

—¡Oppa, por fis! —Minhee pedía con sus manos juntas y un puchero adorable en sus labios, eso era algo contra lo que Wonwoo no podría combatir—. ¿Sino, cómo será una pijamada si tú te vas a dormir al sofá? ¡Por favor, duerme con papi y conmigo!

—Pero, somos muchos y no sabemos si Mingyu va a querer —Wonwoo miraba por la ventana de la cocina como  el mayor lavaba los platos, lejos de enterarse de lo que hablaban él y la niña—. No lo sé.

—Claro que va a querer —la pequeña una vez más insistió—. Una vez dormimos con Chanwoo oppa, él al principio tampoco quería, pero después le gustó dormir con nosotros. Hasta que un día apareció durmiendo en el suelo porque papi lo había empujado de la cama, fue muy gracioso.

Otra vez el nombre del chico que más odiaba en el mundo brotando de los labios de Minhee, sonando como si fuera la persona más buena que ella conoció. Le molestaba saber que todo lo que está haciendo junto a esta familia sea lo mismo que alguna vez Chanwoo hizo, que ese bastardo haya sido alguien importante en la vida de los dos. Claramente solo les enseñó su lado bueno y mentiroso.

—Minhee, linda —llamó el pelinegro, la mencionada hizo un ruido con su boca indicando que lo escuchaba—. ¿A quién prefieres, a Chanwoo o a mi? 

—Mhm... —Minhee se vio metida en un aprieto—. Yo-

—Ya terminé chicos, ¿vamos a dormir? —Mingyu interrumpió a su hija, ambos lo miraron—. ¿Qué?

—Nada —Wonwoo respondió—. Vamos.

—¿Vas a dormir con nosotros? —la niña preguntó con cierto entusiasmo.

—Si a Mingyu no le molesta —el menor lo miró, mientras que el mencionado sintió un vuelco en el estómago.

—No, no me molesta —Mingyu respondió.

—¡Si! —festejó la niña con una enorme sonrisa en los labios, más los dos mayores estaban con una vergüenza terrible.

Esa era la historia. Ahora estaba con Wonwoo durmiendo en su brazo izquierdo y con Minhee en el brazo derecho. No tenía chance de moverse hacia ningún lado, y si la tuviera no lo haría porque ver a las dos personas que adoraba durmiendo profundamente, alejados de ser dañados por algo o alguien, era sin dudas la cosa más hermosa y placentera del universo. Aunque, en ese momento, lo único que podía mirar era al pelinegro. Su cabello estaba ligeramente esparcido por su frente en mechones, sus pestañas siendo un gran detalle en sus ojos uno que solo esta vez puede observar y apreciar con detenimiento—, su nariz, sus labios; todo en Wonwoo era increíblemente perfecto, para Mingyu él se había convertido en su paz. La primera vez que vio a Wonwoo parado frente a su puerta, luego compartiendo momentos junto a él, riendo, peleando, supo desde el primer instante que observó sus profundos ojos que su suerte había comenzado a mejorar.

𝙏𝙍𝙊𝙐𝙑𝘼𝙄𝙇𝙇𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora