𝓬𝓪𝓹í𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓬𝓪𝓽𝓸𝓻𝓬𝓮.

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Mingyu estaba de camino a su universidad. Después de haber pasado varios días con su hija en cama, ella finalmente se recuperó gracias a los cuidados de ambos chicos: Mingyu y Wonwoo. Ellos trataron de arreglarse porque desde la discusión de aquella vez ni siquiera la mirada se dirigían, pero por Minhee solucionaron ese problema.

No es como si Mingyu esté molesto con el menor por querer decirle e intentar hacerle ver la realidad, tal vez Wonwoo conozca a Chanwoo de una forma, pero egoístamente siente que él no es así.

Mingyu presionó el botón que estaba a su izquierda y se paró del asiento dirigiéndose a las puertas del autobús. Cuando se bajó del transporte respiro profundamente el aire puro y fresco de esa mañana, le dolía la cabeza por no haber tocado el desayuno y mucho menos haber pegado un ojo anoche. Había algo en su pecho que le molestaba y no podía evitar sentirse preocupado al respecto, le arrebataba el sueño y el hambre.

—¡Oye!

Mingyu se sobresaltó cuando habían gritado frente a él, estaba tan inmerso en sus pensamientos que no prestaba atención por donde iba. Pero no era más que su compañero de clases.

—Lo siento, Jihoon —se disculpó Mingyu con una casta sonrisa en sus labios.

—¿Para qué tienes los ojos si no ves por donde caminas? —el chico llamado Jihoon respondió con ese humor de perros que se traía todas las mañanas.

—Yo miro hacia el frente, no hacia abajo, Jihoon —bromeó Mingyu, más para el contrario no fue gracioso—. Como sea, qué raro que estés parado frente a mi sin ese chico detrás tuyo. ¿Ya lo mataste?

—Qué chistoso —Jihoon rodeo los ojos—. No lo mato porque tiene amigos más grandes que yo y ellos luego me matarán a mi.

—¿Ves? Eso te dice inconscientemente que debes conseguirte más amigos —Mingyu sugirió mientras habían emprendido camino hacia los pasillos de la universidad.

—No soy bueno haciendo amigos, cabeza hueca —Jihoon bufó—. Con suerte y Seungcheol se queda conmigo.

—Me compadezco de él.

—Yo también.

Luego de unos segundos comenzaron a reírse, Jihoon diciendo que era un bastardo idiota (aunque le agradaba más de lo que en realidad quiere) y Mingyu gastándole bromas que para el más bajo no eran graciosas, pero sí hacían pasar el tiempo hasta que la primer clase iniciara.

—¿Cómo está tu hermanita? —Jihoon de pronto preguntó, más concentrado en su celular donde jugaba un juego que había instalado ayer y le divertía bastante.

—Está bien, hace unos días enfermó, pero ahora está mejor —respondió Mingyu mirando desde su lugar el campus con personas deambulando por allí.

—Ya veo, que bueno que haya mejorado.

—Si... —Mingyu bajó la vista, encontrándose con sus apuntes apoyado sobre sus piernas. Levantó sus cejas cuando en el margen de la hoja había una letra distinta a la suya, chistó cuando leyó lo que decía. Sonrió estúpidamente.

—¿Por qué sonríes? —Jihoon de pronto preguntó cuando por dos segundos había dejado su videojuego y vio a Mingyu sonriendo como bobo.

—No, por nada —él respondió cerrando su cuaderno—. Solo me acordé de algo.

—¿O de alguien? —Jihoon intentó de buscarle la mirada, pero el adverso simplemente no cooperaba—. Maldito, si es por alguien.

𝙏𝙍𝙊𝙐𝙑𝘼𝙄𝙇𝙇𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora