capítulo treinta y nueve.

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Minghao esa mañana había llegado tarde para despedirlo, incluso fue hasta el aeropuerto pero ni siquiera allí pudo encontrarlo. Luego de volver a casa sumamente triste y enojado consigo mismo, estaba tirado en su cama lamentando no haber hecho lo que Chan le pidió que hiciera. La verdad era que Jun no quería despedirse de él, no quería decirle que se iba porque sabía que si veía sus ojos —tal vez— tristes, no lograría sentirse bien por el resto de los años que viviría en China, prefería recordarlo con esa hermosa sonrisa que siempre le encantó admirar. Eso definitivamente era mucho mejor. 

Por otro lado, Mingyu se encontraba realmente nervioso yendo a buscar a la escuela a su niña. Hoy era el día de su cumpleaños, un día que siempre ha sido muy solitario para Minhee e incluso para él que intentaba no hacerla sentir de esa manera. Esta es una fecha hermosa, una fecha que merece ser mundialmente recordada como la mejor, en este precioso día hace siete años nació una maravillosa niña que le iluminó la vida con su luz brillante y energía cuando todo para él se había oscurecido. Minhee es el mágico ser que le transmite diariamente que todo va a estar bien y que, pase lo que pase, ellos siempre iban a permanecer juntos.

Pero, al momento de llegar a la entrada de su escuela y ver que los niños habían comenzado a salir y a dispersarse en busca de sus padres, alguien en particular llamó al instante su atención, alguien que reconoció perfectamente cuando meneó sus cabellos dorados de un lado al otro en controversia a a la leve brisa. Se acercó en silencio, sintiendo en su pecho una preocupante inquietud al notar que estaba platicando con su bebé.

—Minhee, princesa —habló, escondiendo el desasosiego en su corazón.

—¡Papi! —exclamó Minhee, olvidando a la persona que yacía parada frente a ella y corriendo hacia el aludido para saltar en sus brazos, feliz de verlo. Mingyu le dio un sonoro beso en su mejilla, presenciado segundos después su hermosa risa—. ¡Papi, estaba hablando con esta señorita y me felicitó por mi cumpleaños! ¿Cómo lo sabe? ¿Es amiga tuya?

—Princesa —extendió la vocal, situandola nuevamente en el suelo, mientras que la mujer observaba la escena frente a sus ojos apesadumbrada. Él la miró—. Su nombre es Seungjae, ella es... algo parecido a una amiga.

—Nos presentamos antes de que llegaras, ¿no es cierto, Minhee? —Seungjae le preguntó sonriendo, de cualquier forma agradecida de que Mingyu no la haya tachado como desconocida y así quedar como una loca.

—¡Sí! —Minhee le devolvió la sonrisa—. ¡Hasta me dijo que tiene un regalo para mi!

—¿Un regalo? —preguntó Mingyu, mirando a aquella mujer de ojos vidriosos—. Que amable.

—Así es —afirmó Seungjae, comenzando a buscar dentro de su bolso lo que supuso el regalo de Minhee. Se acercó a ella, agachándose a su altura, le extendió una pequeña caja de color rosa pastel con un lazo blanco atado en la parte superior—. Feliz cumpleaños, Kim Minhee.

—Muchas gracias —Minhee recibió gratamente el regalo, acunando la caja entre sus brazos con las mejillas levemente sonrojadas.

—De nada preciosa —respondió Seungjae, volviendo a pararse para no tener que soportar su corazón doler por el rostro de su hija, quien hasta el momento no la reconocía—. Yo debo irme, pero te deseo un muy lindo día. Y Mingyu, te veo otro día.

—Está bien —él acarició los cabellos de su hija, levantando luego su vista hacia ella. Podía percibir en sus ojos una pesada tristeza, sin embargo, ella le mostró una deslumbrante sonrisa—. Ve con cuidado a casa.

—Lo tendré, gracias.

Seungjae se fue en el sentido contrario, iba caminando más rápido de lo que imaginaba, hasta que no pudo divisarla más. En su pecho había un deje de nostalgia y molestia, pensar que aún no se rendía en acercarse a ella le ponía los pelos de punta. Pero no podía sentir eso, ella es su madre y, quiera o no, tiene todo el derecho de venir a verla o incluso llevársela. Le sorprendía que aún no lo haya denunciado o haber pedido la absoluta custodia de Minhee, puede hacerlo, pero no ha movido ni un sólo desde que volvió del extranjero.

𝙏𝙍𝙊𝙐𝙑𝘼𝙄𝙇𝙇𝙀Donde viven las historias. Descúbrelo ahora