9. La poca paciencia de la hermana menor.

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—¡Así no es!

Grito furiosa.

—¡YA TE LO HE EXPLICADO 10 VECES!

Se podía notar con claridad como una vena quería escapar de su frente.

—¡Lo hago como me dices!

Los soldados que tenían su entrenamiento venían con pena a su joven maestro, pero igual se rieron por lo bajo de como era tratado por su hermana menor.

Irid no solo le enseño a como manejas la espada, igual le enseño el combate cuerpo a cuerpo y el manejo del arco. Ella no era tan buena en esta última, pero Kilian aprendió rápido y se adaptó.

—¡Hazlo de nuevo, lo hiciste mal!

Aunque era una profesora estricta y muy enojona. Se podría decir que era la típica maestra que todos tuvimos en algún momento de nuestras vidas y la odiamos por gritarnos mucho.

Si había algo que admirarse de Ingrid, es lo perfeccionista, está obsesionada por ese aspecto.

Siempre siendo la mejor en sus clases, vistiendo oufis chingones y perfectamente combinados sin ninguna arruga. Levantándose temprano, durmiendo a la hora adecuada, comportándose correctamente, inclusive para comer era perfecta. Pero, cuando su hermano le proponía hacer alguna estupidez, la apoyaba sin dudarlo.

—¡Vuelve a hacerlo!

Aunque su paciencia era muy corta.

Los gritos no pararon por unas cuantas semanas.

Elena, quien observaba a lo lejos todo el espectáculo, se sentó cómodamente y disfruto la vista.

(...)

—Por fin... Podré descansar.

Dejo caer su cuerpo de lleno a la cama. Decir que estaba cansado no era la palabra adecuada, tal vez, muerto del cansancio.

—Por lo menos ya aprendiste nuevamente...

Miguel comía alegremente pasteles en la cama.

—Quizás el comandante se hubiera apiadado más de mí... Elegí mal a mi Sensei.

Rodó por la cama.

Miguel lo miro y se llevó otro pastelillo a la boca. Estaba en su forma humana, así que cualquiera podría verlo si entrara repentinamente a la habitación.

—Te lo dije, ella da mucho miedo, por eso yo me quedé aquí descansando, mientras que a tú morías de agotamiento.

—Es mi hermana... No da tanto miedo...

Hundió su cabeza en la almohada.

—¡Ay no, tu hermana viene!

Se convirtió en chibi al decir la frase angustiado.

Kilian se levantó rápidamente.

Volvió a convertirse en humano.

—Ja, ja, ja hubieras visto tu cara.

Se burló.

—Te pusiste en firmes muy rápido.

Seguía mofándose.

Kilian lo miro enojado, estaba por volverse a tirar a la cama cuando...

—¡Ian!

Ingrid entro como Juan por su casa a la habitación del chico.

Miguel soltó su pastelito y quedó pálido, se podría ver como su alma subía con Diosito.

Ella miró a su hermano y luego posó su vista en el chico pálido de la angustia.

Está Novela Es Muy Cliché, ¡Vamos A Ponerle Un Poco De Diversión!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora