—Mi señorita, ya hemos bloqueado el paso.–Un soldado se acercaba a Ingrid.
—Bien, ya pueden irse.
El chico de cabello negro quedó parado, pensando si hablar o no, pero tomo el valor suficiente para abrir su boca.
—Mi señorita, si me permite decirle, y hablo por todos, nosotros nunca pensamos en usted como una asesina, nosotros moriremos para protegerla... Y no creo que el joven maestro-
—Suficiente.
La dura voz de la chica hizo temblar a su subordinado.
Se acercó lentamente.
—Ya has dicho suficiente, no me gustan los habladores o los lame botas. Lo tomaré como una muestra de tu fidelidad a mí, pero no soportaré ni una sola palabra más salir de tu boca.
Se arrodilló agachando su cabeza.
—Si, mi señorita.
Trago saliva.
—Bien, ya está por comenzar la tormenta, todos ustedes tomen su lugar.
Daba órdenes.
—No se entrometan a menos que sea necesario.
Volvió su cabeza hacia el castaño que miraba aún con tristeza el acantilado. Se acercó despacio.
—Es hora, los carruajes ya están por llegar, debemos tomar nuestros lugares.
—Sí...
Subieron despacio a un árbol cerca del camino.
—Abre bien tus ojos, necesito tu visión para decirme si están cerca.
Kilian, era bueno en la puntería por una razón, sus ojos eran extraordinarios, podría ver con claridad aún en la más espesa oscuridad y podía ver los puntos ciegos del oponente, sus ojos le eran todo. E Ingrid lo sabía, por ello eran un gran equipo juntos, tan poderoso, casi invencibles.
"Bien, no hay problema."
Los demás caballeros tomaron lugar en alto, con flechas apuntaban a dónde se suponía que pasaría aquellos carruajes, sabían que no se necesitaría de su ayuda, ya que sus amos lo harían bien desde el principio hasta el fin, pero eso no quitaría que estuvieran atentos, dirigiendo su atención al blanco.
A lo lejos se escuchó el trote de caballos, estos iban a toda prisa, como si los persiguiera algo.
—¡Arre!
El cochero respiraba con dificultad, y los caballos se veían algo cansado, les estaba exigiendo demasiado, pero no sé detuvieron, el látigo que los azotaba con fuerza a manos del cochero les impida detenerse.
—¡Más rápido! ¡Arre!
—Viene cerca.
Le susurro Kilian.
—Es hora de comenzar, recuerda inmovilizar al cochero.
Se movió entre las ramas, haciendo un ligero pero claro sonido, como el canto de un pájaro.
El sonido llegó a los oídos de sus soldados, el comandante levantó la mano con el puño cerrado, para avisar a los caballeros que estuvieran atentos. Los soldados sacaron sus arcos, apuntando a aquella luz tenue del último carruaje.
—Elio, dispara con eficacia.
Ron, el comandante, había dejado la tarea más complicada a su mejor arquero, Asher.
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Está Novela Es Muy Cliché, ¡Vamos A Ponerle Un Poco De Diversión!
De Todo-¡Que mueran! la muchedumbre aclamaba. -¡Traición al imperio! ¡Los demonios deben morir! En una sucia y fría celda subterránea dos chicos esperaban su amargo final. -Ian... ¿Realmente es tan malo? Eso es lo que hemos aprendido desde niños, pero a...