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Escuchaba la suave melodía del piano a la lejanía y sin querer mi pasos se guiaron buscando de donde provenía la música, no pude reconocer la composición clásica, pero era vigorosa y repleta de emoción.
Camine por los pasillos vacíos a paso lento observando la puerta de un salón abierto, me asomé un poco encontrándome allí una chica con una alta coleta moviéndola cabeza concentrada en las partituras sobre el atril mientras movía con agilidad sus dedos sobre las teclas.
Mis ojos no pudieron quitarse ni un segundo de la chica, creo que incluso no pestañeé en largos segundos mientras la miraba. La chica del piano era preciosa, su piel pálida resaltaba gracias a su brillante cabellera negra, sus labios eran abultados y rosas, se veían atrayentes, tanto que tenía ganas de besarlos sin conocerla en absoluto. Y por último, lo que más llamaba mi atención era la galaxia de pecas que tenía sobre su respingada nariz que podría admirar por horas intentando contar las pequeñas manchitas.
Entonces sin darme cuenta ya había avanzado unos pasos estando ya dentro del salón, cuando intento escapar al ver cómo dejaba de tocar, me tropecé con mis propios pies cayendo de costado provocando un golpe sordo por todo el salón silencioso.
La chica alarmada se giró hacia mi instintivamente cerré mis ojos con fuerza sintiendo dolor en mi brazo derecho, jadeé al sentir un escalofrío por todo el cuerpo y los fuertes pasos de unos zapatos. Abrí los ojos observando a la chica a sus orbes, bueno, ahora sus ojos eran lo que más llamaban mi atención, el azul resaltaba sobre todo en este mundo y puedo jurar que me perdí en ellos por miles de años.
— Hey ¿estas bien? — preguntó en un tono realmente dulce, tanto que hizo que soltara un jadeo de sorpresa.
Cerré mis ojos sentándome en el piso — oh, si, yo lo siento, estaba de visita y ahora soy metiche, yo...
— No te preocupes — negó rápidamente — mmm ¿te ayudó? — entre abrí mi boca intentar formular una palabra coherente, pero realmente no podía ni siquiera pensar al estar frente a la preciosa chica y sin darme cuenta ya estaba de pie con la mano de la chica sobre la mía — hey...
Nerviosa subí y baje mi mirada de nuestras manos a su rostro, la chica del piano al darse cuenta suelta mi mano con cuidado — oh, mmmm, estoy buscando, ahhh, ahhh, mmmm — ¡AHHH! vamos Ricky, formula algo idiota.
— ¿Tu novia? — preguntó, pero negué rápidamente — ¿amigo o amiga? — negué otra vez — ¿maestra o maestro?
— Oh, si, mmmm, ehhhhh, Greenberg.
— Oh, el maestro Greenberg no viene los martes, tendrás que venir mañana, viene en el horario de la tarde — explicó tranquilamente con una pequeña sonrisa que me encanto al instante, bueno, al igual que ella.
— Bueno, yo, mmmm — vamos Ricky, tú puedes — podría hablar con el maestro y después, mmmm y podríamos, no sé, tú y yo, mmmm, claro si quieres, o no, nose si no te molesta, mmmmm ¿salir? — sonreí mostrando todos mis dientes en un estado nervioso.
— Bueno — asintió con una pequeña risita que me dejó alucinando — lo podría considerar si me dices tu nombre, chico entrometido — sonrío mordiendo su labio dejándome definitivamente a sus pies.
— Yo ¿mi nombre? ehhh, claro, tengo nombre, bueno, mmmm, también un apellido — ahora me gustaría golpearme sinceramente.
— Si, yo también tengo — rió divertida.
Suspire para pasar mi mano por mi rostro y sonreír tímidamente a la chica del piano — Ricky Bowen, mmmmm ¿y tu chica del piano?
— No, ese no es mi nombre — negó para colocarse en puntillas y todo paso muy lento, observe en cámara lenta como su rostro se acercó a mi y dejó un casto beso en mi mejilla, ahora puedo jurar que ya morí y reviviré para salir con ella mañana — soy Elena Piper.
Okey, la chica del piano aparte de ser linda tenía un nombre lindo y una actitud linda.
Okey, me enamoré a primera vista de la chica del piano.
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