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Le di un gran y largo trago a mi botella de cerveza mientras escuchaba las ocurrencias de mis amigos que siempre terminaban nombrando a una chica. Realmente tedioso, todos eran unos idiotes en realidad, eran mis amigos más bien por costumbre que por amistad y lealtad.
Bufé irritado contra la boca de la botella ya vacía dejándola sobre la mesa de centro con irritación vuelvo a recostarme en el respaldo del sofá aburrido de los chicos y la música que se escuchaba por toda la casa.
Entonces miro hacia mi derecha observándola allí, no pensé que la volvería a ver después de meses, la chica más hermosa que mis ojos hayan visto hasta hoy, Maia, el amor de verano que hubiese sido eterno, pero no se dio y ahora estaba de la mano de uno de mis amigos, destrozándome el corazón.
Sus ojos verdes me miraron con sorpresa mordiendo su labio cohibida por mi mirada se escondió detrás de su novio, el chico sonrió y la jalo a un lado de nosotros sentándose frente a mi feliz mientras que la rubia se quedaba parada a un lado de él.
Ahora ella era prohibida para mi. Las novias de tus amigos no se tocan, pero por ella rompería cualquier regla.
Los minutos pasaban, las risas y las palabras nos rodeaban, pero ninguno de los dos quería quitar la mirada del otro así que no hablábamos en lo absoluto. Nos comunicábamos con la mirada, sus hermosos ojos me miraban con ese brillo que tanto amaba desde la primera vez que lo vi ese día en la playa,
Aclare mi garganta falsamente de la nada llamando la atención de todos quedando el silencio con mi mirada aún puesta en ella me levante de donde estaba sentado — chicos, me tengo que ir.
— ¿Que? pero Josh, llegamos hace solo una hora — replicó uno de mis amigos, pero no le tomé importancia a quien era solo subí mis hombros saliendo caminando del lugar a paso lento.
Ya fuera sentí como una brisa choco mi cuerpo y la estrellada noche sobre mi me hacía sentir feliz. Unos pasos apresurados de tacones se escucharon a mis espaldas y sonreí caminando hacia mi auto que estaba parado en la acera entrando en el rápidamente, donde segundos después entro la rubia con lentitud y respirando profundamente.
— Me sorprendió verte aquí.
— No creas que a mi no, no sabía que eras amigo de Will — habló la chica suavemente mirando hacia al frente mientras se cruzaba de brazos bajo sus pechos subiéndolos inconscientemente, relamí mis labios encantando por la vista observándolos fijamente.
— Yo no sabía que eras su novia.
— Empezamos hace una semana, es reciente — apreté mis labios subiendo mi mirada a su hermoso rostro. Ella no quería verme, pero yo si a ella, quisiera verla por toda mi vida y sabía que nunca me cansaría de admirarla.
— Pensé que volverías a Houston — hable suavemente para verla morder su labio, ella me dio una mirada de reojo que fue muy breve para mi gusto.
— Mi papá consiguió un trabajo en San José así que me quedaré aquí en California.
— Eso es genial — murmuro sentándome de lado en el asiento ahora observándola de frente, pero ella no me miraba y no sabía el porque.
— Si, bueno, esa es la razón por la que empecé una relación con Will, si no, lo hubiese rechazado.
— Pues ahora lo puedes dejar — musité firme estirando mi mano hasta tocar su muslo descubierta dejándome sentir su fría piel.
— No lo dejaré, Josh. Él no se merece esto — quito mi mano de su pierna — estoy prohibida para ti ¿no?
— Por ti rompería cualquier regla, cualquier amistad, por ti haría cualquier cosa, Maia — confesé tomando su mentón girando su rostro en mi dirección al fin observando con claridad sus hermosos ojos verdes que tanto amaba.
— No está bien, Josh.
— ¿Tú lo amas? — pregunté tomando su rostro entre mis dos manos acercándolo poco a poco al mío — dímelo.
— No...
— ¿Tú me amas? — pregunté otra vez observándola a los ojos viendo ese hermoso brillo en ellos, analizándome y entonces me pregunté "¿Que estaría pasando por esa hermosa cabeza?"
— Si... — asintió contra mis labios sintiendo su respiración golpear contra mi rostro. Sonreí fascinado acariciando sus mejillas con mis pulgares.
— Entonces no estás prohibida para mi, amor.
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