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Mi mirada seria se encontraba fija en la ventana a mi lado, observando cómo el avión descendía cuidadosamente en la pista.
— Pasajero y pasajeras acabamos de descender, tomen precaución y retírense en tranquilidad.
Suspiré y tome la gran mochila que se encontraba a mi lado, camine a paso tranquilo por el avión hasta llegar a la entrada y bajar por la escalera sintiendo rápidamente el fuerte sol de Los Ángeles sobre mis hombros.
Ya pisando el suelo Californiano sonreí en grande, sintiendo el sentimiento de hogar, pero no completo.
Me quite la imponente chaqueta color celeste para guardar en mi bolso con dificultad por lo llena que se encontraba esta, quede en una simple camiseta de tirantes blanca.
Caminaba tranquilamente por el aeropuerto repleto de gente, veía cómo más de uno se me quedaba mirando por mi uniforme con respeto, eso era una de las mejores cosas de estar en la milicia, la autoridad que desprendía de ti por tu uniforme y bueno, también por dar órdenes, era la líder de mi escuadrón y me gustaba gritarle a mis subordinados provocándoles miedo.
Casi una de las mejores decisiones que había tomado en mi vida fue unirme al ejército de mi país.
La mejor decisión por lejos, era él.
Baje por la escalera eléctrica con rapidez buscando con mi mirada la única cosa que me importaba y me impulsaba a volver a California, el que me daba fuerza para seguir adelante.
Lo unico malo de todo era el viaje de una dos horas hacia Los Angeles y que podia ver al amor de mi vida cada dos semanas por unos 3 cortos dias que disfrutaba al maximo con esa persona que me hacia realmnete feliz.
— ¡Jessica! — escuche el grito de un hombre a lo lejos.
Me gire rapidamete a ver al lindo castaño dueño de mi corazón a unos metros de mi, sonreí en grande y corrí con todo lo que podía mis piernas.
Ya frente a él me colgué de su cuello y abrazo su torso con mis piernas, mis pies detrás de su espalda cruzándose aferrándome a él con fuerza. El castaño con rapidez sujetó mis muslos sosteniendo mi peso con una sonrisa en su cara.
— Josh... — susurré aferrándome a él con fuerza cerrando mis ojos para sentir su calidez que tanto extrañaba, colocando mi cabeza en su cuello.
— Por fin estás en casa mi amor, te extrañe demasiado — me apretó más a él aún sujetándome en sus bronceados brazos — tenía miedo de perderte.
— No tengas miedo Josh, siempre volveré a ti, porque tú eres mi casa — separé mi rostro de cuello para sonreír con mis ojos nublados, coloqué mis manos en su rostro para acercarlo a mi con fuerza y besarlo como tanto había querido durante estas 2 semanas sin control.
Mi hogar era donde el estuviera.
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