41. Joshua || Cleopatra

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El rojo subió por mis mejillas, mi rostro estaba caliente y juraba que mi corazón latía más rápido que una cebra escapando de su depredador

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El rojo subió por mis mejillas, mi rostro estaba caliente y juraba que mi corazón latía más rápido que una cebra escapando de su depredador. Y no, no era un sonrojo de vergüenza por algún chico o algo por el estilo, era por fuerte y puro enojo que corría desde las puntas de mis dedos de los pies hasta mi cabello negro que estaba locamente despeinado sobre mi rostro.

Mi cuerpo era furia y no de la buena.

Entonces lo hice, para desquitarme de este fuego, lancé el primer golpe que no llego exactamente sobre una persona en definida, si no sobre la maciza y dura pared que destrozó inmediatamente mis nudillos esparciendo la sangre lentamente por toda mi mano. Después llegó el otro golpe, mi mano izquierda fue esta vez y pasó lo mismo, se vió manchada por sangre. Después llegó el otro, mi cabeza que azoto con fuerza en la pared justo en mi frente. Caí de rodillas sintiendo mi cuerpo temblar después de el golpe de adrenalina que me había dado el dolor que había recibido por todo mi cuerpo.

Suspiré "alivia" y abrí mis ojos al fin observando claramente la pared blanca frente a mi impregnada de pequeñas manchas color carmín. Me giré gracias al apoyo de mis puños en la pared y pegué mi espalda adolorida a la pared, queriendo dejar allí todo mi dolor, estrés y cansancio. Oh, también mis ganas de matar lenta y satisfactoriamente a mi jefe.

Si, todo este ataque psicótico fue por él idiota de mi jefe que me trataba como mula de carga siendo yo su editora en jefe y principal escritora. No me trataba con respeto, pero aun me conservaba a su lado porque era valiosa para su empresa y su estupida billetera.

— ¿Te sientes mejor ahora, Cleo? — preguntó la suave voz de mi amado entrando en la habitación con el botiquín en mano y una mueca clara en su rostro.

— Si, eso creo — murmuré contra mis pechos por mi mirada gacha.

— Debes dejar de hacer eso todos los días, ya se nos esta acabado el alcohol.

Solté una risita al fin en todo el día levantando la mirada a Josh que se sentaba en el sofá del salón. Sonreí de lado con cansancio levantándome a tropezones y caminar hacia el sentándome sobre sus piernas con desdén — okey, inténtalo de nuevo, busca otra excusa.

— Mmmmm ¿Podría ser porque a tu novio no le gusta que su novia se golpee todos los días en la pared y que odia limpiar la sangre siempre?

— Touché — sonreí pasando a un lado de él dejando mis piernas cansadas sobre su regazo quitándome los tacones de mis pies adoloridos.

— Cleo, no te tomaste tus medicamentos ¿no? — habló con calma Josh tomando mi mano derecha entre las suyas examinándola por largos segundos. Y cuando no le contesté solo bufo por lo bajo tomando el alcohol y un pedazo de algodón — amor, debes ingerirlas todos los días, ya lo hablamos.

— Es que me cansan y me cortan los pensamientos.

— Tu salud es lo primero, mi Cleopatra preciosa — hice una mueca al sentir el fuerte escalofrío que me dio al sentir el tacto del algodón en la herida abierta.

— Prefiero que me digas faraona, es más sexy — comento en un susurro apoyando mi espalda en el largo sofá.

— Tu eres sexy, cuando estás sana y sin heridas en tus hermosas manos — musitó Josh con decisión haciendo que hiciera una mueca mirando el techo con indiferencia.

— Lo siento ¿Si? Si las tomo me canso y tengo sueño todo el día, es aburrido vivir así.

— Cleo, amor, no te quiero a obligar a nada ¿Okey? Pero si vas a seguir haciendo esto... No quiero verte siempre así, estresada, molesta llegando a casa, quiero verte llegar con tu hermosa sonrisa que domina el mundo — hablo mientras dejaba a un lado mis pies y se colocaba sobre mi apoyando su cuerpo
con una mano a cada lado de mi rostro observándome con sus hermosos ojos avellana que me enamoraron la primera vez que lo vi en ese desastroso evento en las playas de Oceanside — Te amo mi Cleopatra y amo que seas feliz, pero no te veo completamente feliz hace meses.

— Es que la editorial...

— Te ofrecen un buen sueldo, lo sé, pero eres mucho más, no mereces trabajar para alguien que no te valora, que no valora tu increíble talento. Hay más editoriales, las cuales matarían por trabajar con una escritora tan buena e increíble cómo tú, amor, solo piénsalo ¿si?

— Josh, te amo y haría cualquier cosa por estar bien, ambos. Eres mi faraón ¿lo sabes?

— Lo sé, mi Cleopatra.

— Lo sé, mi Cleopatra

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Sofiadaaholland

ONE SHOTS, Joshua BassettDonde viven las historias. Descúbrelo ahora