Chapter XXIII

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      Nuestros reflejos y realidades.

Me miro en el espejo, hay un reflejo.. Una silueta, pero no la reconozco. Mi amor propio colapsa, creando un hueco en mi interior que emerge su grandeza con mis delirios y tristezas. Mientras el Blues suena, mis penas aumentan, no retroceden, ni cambian de lugar... Solo aumentan. Mi corazón entra en un baile desesperado por arriesgarme a intentarlo. Pero mi mente desacelera embargando el momento de desazón y algo de vodka como incentivo.

El amor es relativo, puedes querer hasta la muerte, o mostrar desinterés hasta el cielo. Deshojo las flores de mi jardín en forma de consuelo. Ya he acabado con ellas, solo quedan tierras áridas y macetas vacías. Tanto o más que yo. El viento se lleva algunas cosas cuando me encuentro caminando contra él. O tal vez solo las deja de nuevo ahí. Ni siquiera el viento me complace. Solo me queda llenar mis heridas con esperanzas rotas. Sin importar la sangre.

El Blues persiste, el cielo está llorando comienza a sonar. La guitarra amenaza con lágrimas por la triste historia que he comenzado a contar. La batería da golpes melancólicos por lo que debió haber sido, pero sigue sin ser. La voz define el cielo que llora mientras estoy yaciendo en un desolado boulevard,  sola. Con gotas de agua que dejan mejillas negras a su paso, esa es mi compañía. Mi triste compañía.

Regreso a casa, con botas que dejan las huellas de mi confidente intranquilidad. Me topo con el espejo, y me miro. Me miro encontrando algo de belleza. La misma Belleza que acompaña a las almas desamparadas. Yo misma me rompo en cachitos y los tiró a la basura como algo sin importancia. Cuando en realidad, soy importante.

Cierro mi mente, abro mi corazón y las mariposas enfadadas comienzan un itinerario común de salida. Y es ahí cuando me amo. Con mis errores y fracasos. Mis tristezas y blues vitales. Mis virtudes y defectos. Comienzo a recorrer la distancia más larga, la del amor propio. El único amor que está ahí, sin importar las consecuencias. Te muestra la fidelidad infinita. El perdón en momentos donde se siente herido y defraudado. El que acompaña hasta las últimas instancias de nuestro cuerpo en las venturas y odiseas que compone el ritmo de la vida.

Y es ahí, cuando al amarnos profundamente, estamos preparados para recibir un amor.. Que nos explote el corazón dejando salir las raras y enigmáticas bellezas poseídas en nuestro interior.

La Inmensurable Travesía de un Alma Enamorada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora