Chapter XXIX

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                       Solo te fuiste.

Y de repente te fuiste, dejándome a la intemperie mis sentimientos, sin siquiera una despedida para mermar lo que sería la desdicha de mis días al no verte más. Solo te vi, sin saber que se trataba de la última vez. Tu mirada al horizonte y un ademán de sonrisa, para luego marcharte. Proliferando obscenas desolaciones, y gotitas saladas que embargan mi rostro, desde que te fuiste.

De repente te fuiste, sin premisas de un hasta luego. Sin esperanzas de un efusivo reencuentro. Solo con recuerdos que desean ser vividos de nuevo. Lamento que la vida no funcione como el formato de un vídeo, retrocediendo millones de veces una escena, solo para contemplar el momento plasmado en la imagen que proyecta, con la misma emoción de la primera vez.

De repente te fuiste, con preposiciones de una falsa fortaleza, cuando somos simplemente una caja llena de cristales. Cristales por todas las cosas que nos hicieron tanto daño, hasta el punto de quebrarnos en mil pedazos. Me hago cachitos, para arrojarlos al profundo piélago de sollozos que ha dejado tu ausencia. Hasta las huellas que dejan mis pisadas reflejan la agonía de tu falta, porque así deambule miles de millas alejándome de tu recuerdo, lo que he vivido ha mantenido sus vestigios en mi presente. Recordándome que fui feliz, un tiempo, cuando estabas conmigo.

De repente te fuiste, las luces neón que adornan las calles, hacen presente mi cansancio. Mis zapatos se han desvanecido, dejándome descalza entre vidrios hirientes que mi mente utiliza para torturarme. La sinopsis de mi vida se detuvo desde que te marchaste a tal vez, un lugar mejor. Aunque, sin importar lo terrenal que parezca, te extraño en este lado del mundo.

Te fuiste, una conclusión que deja vacío y huecos inflamables en mi interior. Estoy ardiendo. Ardiendo por el infierno que es vivir sin ti. Sin dulces besos que aumenten mi necesidad, sin risas que fomenten mi alegría y sin abrazos me hagan sentir protegida. Y aunque pase el tiempo, y me mantenga fuerte, el recuerdo de tu sonrisa permanece intacto en mi memoria. Tus bordes no son difusos. Y tu constante felicidad que con viles motivos fue arrebatada, pese a todo, Se mantiene viva.

Antes yo era un día soleado. Con nubes que bailaban como posesa. Ahora, soy un poco de sol y luna, de noche y de día. Siendo rubia y morena. Vivo en un completo surrealismo. Es decir, el sol que brilla en mi interior me mantiene enfocada en las ganas de vivir, o seguir adelante le dicen. Pero cuando el sol se pone para darle fiel comodidad a su amante desesperada, La luna, simplemente soy sollozos y recuerdos. En medio de lo que soy y de lo que quisiera. Queriendo mantener el balance de mis precarias virtudes escondidas. Todo esto, desde que me dejaste sola, combatiendo demonios en las eternas noches de miseria. A veces las ausencias son perennes, solo para aprender a valorar las presencias. Y eso fue lo que me pasó contigo, porque solo e inexplicablemente de repente, te fuiste.

Siempre en mi mente, siempre extrañandote.

Violet Lee.

La Inmensurable Travesía de un Alma Enamorada. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora