La Copa De La Vida [Severus Snape]

Cap. 68

/Narradora/

Después de aquella reunión con la Orden del fénix los Snape regresaron a su casa, Lucius se había excusado con tener que regresar a su casa porque de lo contrario o lo mataba Cissy o lo mataba el señor tenebroso; Dimitrius estaba consternado por lo sucedido en esa noche, Kasandra estaba extremadamente cansada y lo único que quería era llegar a su casa y dormir plácidamente a lado de su amado (y muy cómodo) esposo, Severus también estaba cansado, anhelaba llegar a su casa (más concretamente a su cuarto) arrancarse la ropa y tirarse a la cama para no despertar hasta la tarde del día siguiente, pero los planes de los mayores se vieron afectados al aparecerse en la entrada de ésta y ver a Tobias tirado en el piso temblando descontroladamente.

-mételo a la casa Severus- dijo Kasandra frustrada, pues por muy mierda que fuese ese hombre ella no lo dejaría morir y menos cerca de su familia, Severus la miró descolocado y ella solo le lanzó una mirada que prácticamente decía "solo hazlo para que después pueda ir a dormir en la habitación contigo", él sabiendo que nada la haría cambiar de opinión saco su varita y con un leve movimiento lo hizo levitar, Dimitrius se limito a abrir la puerta y hacerse a un lado para que pasarán sus padres y al parecer su abuelo.

Kasandra y Severus llevaron al anciano a una habitación de huéspedes y lo recostaron en la cama, Dimitrius por su lado cerro la puerta y luego subió para llegar a donde estaban sus padres.

-¿va a estar bien? - pregunto Dimitrius entrando y poniendose a lado de su madre.
-si con eso te refieres a que morirá, no te preocupes, no permitiré que muera dentro de mi hogar- hablo con tono lúgubre Severus, ese tono y esas palabras hicieron erizar el bello del cuerpo de ambos.
-en todo caso creo que no necesitarán mi ayuda- el chico sonrió de medio lado- buenas noches mami- le dio un beso en la mejilla a Kasandra quien se limito a hacerle una leve caricia en la mejilla a su hijo.
- buenas noches mi amor- Dijo Kasandra - trata de estar tranquilo, por más que quiera no voy a dejar que tu padre mate a nadie- Dimitrius río por lo bajo y Severus alzó una ceja, el chico de ojos azules volteo a ver a su padre y camino ahora en su dirección.
-buenas noches papá- Severus abrió los brazos y el chico no tardo en darle un abrazo, Severus apretó contra si el cuerpo de su hijo, si bien su primogénito llegó antes de lo esperado a su vida, cuando aún eran ambos muy jóvenes, en su momento (cuando se entero que estaba en camino)  no lo quería pues el hombre que estaba postrado en la cama lo había llenado de rencor y tenía miedo de ser un padre como él, pero no pudo evitar no amar a ese chiquillo mientras crecía en el vientre de su amada esposa, cuando lo miro por primera vez sintió una alegría inmensa, no tenía descripción, se sintió pleno cuando escucho su primer llanto, sintió que podía tocar el cielo azul con la punta de sus dedos cuando lo sostuvo en sus brazos por primera vez, y sintió que el alma se le iba cuando Severus Dimitrius Snape lo miró con esos hermosos ojos azules idénticos a los de su madre, si bien llegó a cometer errores cuando el pequeño tenía 6 años el estuvo algo ausente por el asunto de la profesora, pero después de que el problema se resolvió hizo de todo, se desvivio y aún lo hacía por el chico que a pesar ya estar casi de su tamaño el lo seguía viendo como su pequeño bebé y entonces lo dijo.
-te amo hijo- Dimitrius se sorprendió pues su padre no era mucho de palabras, más bien era de actos y cuando llegaba a escuchar a su padre decirle cosas de ese tipo  sentia una dicha enorme- y estoy muy orgulloso de ti- Dimitrius no pudo retener una lágrima y sonrió separándose de los brazos de su padre.
-también te amo papá- Severus asintió con una sonrisa.
-descansa- el chico sonrió de nuevo y salió disparado a su cuarto.
-y tu que decías que serias un mal padre y que probablemente serias como este hombre--Dijo Kasandra mirando a su suegro, Severus negó divertido ante el comentario de su esposa- vamos dilo, quiero oírlo- el pelinegro rodó los ojos y suspiro resignado.
-tenías razón - dijo al fin, la mujer le regalo su más sincera sonrisa.
-amo escuchar aquello de tus preciosos labios.