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Seokjin observó con displisencia el traje negro que colgaba del armario, mientras un hombre le tomaba las medidas del hombro a la muñeca.

-No estoy seguro, a decir verdad... -suspiró-. Es decir, el negro es sobrio, y elegante, no quiero llamar mucho la atención. Será una boda simple, ¿entiende? Un par de amigos, una hacienda al aire libre en las afueras de Seúl, una tarde de verano. El negro sería lo ideal, en efecto. Pero... No lo sé, nunca pensé en casarme de negro -suspiró.

-Pues aún le quedan dos meses para pensarlo, ¿no?

-¡Ese es el problema! -Seokjin hizo un mohín-. ¡Dos meses son muy poco tiempo! ¿Cómo puede ser que aún no tenga mi traje? Eso no es muy propio de mi.

-Entonces le aconsejo que se lo piense muy bien -el hombre, un anciano con sonrisa amigable, se alejó de él para verlo a la cara-. Una boda es muy importante. Toda tu vida cambiará a partir de ese día, ya te lo digo yo. Es normal estar un poco nervioso.

Jin asintió con rapidez y volvió a mirarse al espejo, revelando que su expresión denotaba mucho mas que nervios: estaba desesperado.

-Pongámoslo así: ¿de qué color va a ir la novia?

El muchacho no pudo evitar cerrar los ojos momentáneamente, componiendo una sonrisa.

-Pues... -pestañeó varias veces, pasando la lengua por las encías-. El novio.

-Sí, sí. Pero su futura esposa, ¿de qué...?

-Esposo -Jin se relamió los labios-. Mi futuro esposo.

El anciano borró gradualmente la sonrisa, sin saber bien qué decir. Enarcó mucho las cejas y apartó la mirada, para luego hacer un bollo con la cinta medidora y marcharse de allí sin decir ni una palabra.

-Oh, eso es -comenzó Jin, hablándose a sí mismo con sarcasmo frente al espejo- fantástico. Genial, sí, un gusto hablar con usted. Le agradezco muchísimo su apoyo y consuelo.

Se dejó caer con un suspiro al suelo, levantando la mirada apenas para ver la colección de trajes que esperaban ser vendidos. Entrecerró los ojos al ver uno en particular, y se puso en pie al instante para ir a descolgarlo de la percha: de seda delicada y brillante, un traje de un rosa perlado le devolvió el destello de una idea que se abría paso en su mente.

Jin apretó los labios en una sonrisa pícara.

Jimin estaba comiendo puddin de chocolate mientras veía su dorama favorito cuando alguien abrió la puerta de repente.

Se atragantó, soltando la cuchara y levantándose para respirar con normalidad.

-¿Q-qué...? -comenzó, llevándose una mano al pecho y viendo con preocupación a la figura que yacía parada en la puerta-. ¿Cómo...?

-Tienes que levantarte. Ahora mismo -Jiyong entró y corrió la bandeja frente a Jimin, con cara de pocos amigos-. Te levantas, te vistes y sales. Ahora.

Jimin enarcó una ceja, pasando de la sorpresa a la arrogancia.

-¿Disculpa? ¿No ves que estoy aquí con un problema? -se señaló a sí mismo, a su bata y al suero en su brazo-. Necesito reposar, ¿qué no ves que estoy enfermo?

-No estás enfermo -Jiyong levantó la planilla de Jimin a los pies de su cama y la dejó caer nuevamente, cruzándose de brazos-. No estás enfermo, Jimin. Tienes que levantarte. No puedes vivir en ésta habitación de hospital, hay gente que la necesito.

-Pues... Pues... ¡Yo también la necesito! -el rubio estiró las sábanas con fuerza sobre su cuerpo, atónito ante el regaño del muchacho-. Si salgo por esa puerta, tal vez...

You Never Walk Alone  [Namjin// Yoonmin// Vhope]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora