Jimin entró tímidamente al local; pero por más silencioso que hubiera querido ser la campanita tintineó llamando la atención al instante del muchacho detrás del mostrador, que en ese preciso momento le entregaba un pastel en su respectiva caja al cliente.
-¡Eh! -exclamó Jiyong ni bien verlo, sorprendido-. ¡Jimin!
-H-Hola... -murmuró él, un poco avergonzado. Hacía días que no iba a trabajar y sin embargo las ganas jamás se le habían ido: aquel lugar, que olía a pan, a dulces y a hogar, le infundía una extraña sensación de calidez que no pensaba perder-. Y-Yo...
-Está bien -respondió el muchacho, asintiendo como si supiera lo que iba a decir. Se había apoyado sobre el mostrador con las mangas arremangadas hasta los codos, el cabello verde le caía sobre los ojos y su sonrisa, aquella amplia sonrisa que todo el mundo encontraría terriblemente arrebatadora, le invitaba a acercarse-. Será mejor que te pongas a trabajar pronto. En verano la gente suele hacer muchos más pedidos de pasteles de frutas y actualmente necesito hacer un par de envíos.
-Oh, ¡yo puedo hacerlo!
Jiyong parpadeó.
-Esto... Tal vez podrías quedarte aquí. La verdad es que son muchos encargos, y...
-No, en serio -insistió éste, encantado de por fin hacer algo útil-. Tú eres el dueño, ¿qué si surge algo que no puedo atender? Mejor tú quédate aquí y yo entrego esos pasteles.
-¿Estás... ? ¿Estás seguro?
-¡Sí!
-Está bien, veamos. Tengo un par que... Mmh... -Jiyong dudó, mirando la lista que tenía pegada a una pared-. Bueno, el más lejano queda colina arriba, al este. Hay una buena cuesta, en bicicleta va a ser un poco...
-Está bien -Jimin lo rodeó para despegar la lista de la pared y leerla él mismo-. Lo conseguiré -sonrió ampliamente, feliz de ayudar.
Aunque lo cierto era que esa cuesta estaba jodidamente complicada. Hacía ya una buena hora que Jimin serpenteaba con su bicicleta y el último pastel en la caja de la parte trasera, doblando y girando entre callejuelas para luego seguir y seguir subiendo entre las pequeñas calles de los barrios más alejados del centro. Se detuvo, al fin, cuando dio con la calle y bajó de la bicicleta, empapado en sudor y jadeando, para moverla a su lado y subirla al cordón. Echó una rápida mirada al pastel dentro de la caja, viendo que por suerte, y tras el ajetreo, aún seguía viéndose perfectamente, con toda la decoración de fruta en su lugar. Metió la mano en su bolsillo para sacar la hoja y luego levantó la mirada, buscando la altura entre las casas viejas. Se detuvo, finalmente, en la adecuada: una puerta de rejas metálicas, alta e imponente; que hablaba de una casa antigua que había perdurado tras las generaciones.
Entonces, el recuerdo le agitó como un puñetazo en el estómago: ya conocía esa casa, porque ya había estado ahí un par de veces.
Cerró los ojos momentáneamente, arrugando la nariz cuando sintió que se estaba asando vivo bajo el sol de verano de Séul.
Se acercó, temeroso, y estiró una mano para presionar el estruendoso timbre que pareció retumbar por las paredes dentro como si se tratara de una cueva.
-Por favor no abras, por favor no abras...
La puerta se abrió con un chasquido oxidado y, del otro lado, el rostro dulce y felino de Yoongi lo sosprendió
Jimin agachó rápidamente la cabeza, sintiendo que el corazón se le disparaba apenas verlo. ¿Cómo era posible que siguiera generándole aquello luego de tanto tiempo? Aunque no era sólo su corazón, las mariposas en su estómago se retorcían ahora mismo como gusanos podridos, generándole calambres.
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You Never Walk Alone [Namjin// Yoonmin// Vhope]©
Fiksi Penggemar[SEGUNDA PARTE DE MY SWEET PRINCE] ©Obra Registrada 2020 Eunice Balbi Se prohíbe la copia total o parcial de la novela, como también adaptaciónes.