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- Yo creo que la próxima vez que lo tengas en frente, lo golpees de tal forma que no pueda volver a caminar. -comentó distraído Konoha. -

- No voy a golpearlo. -exclamé con el ceño fruncido.-

- Él te engañó, es lo mínimo que tenes que hacer. - dijo mirándome y señalándome con el lápiz entre sus dedos.-

-Ya sé que es lo que hizo, no hace falta que me lo recuerdes. -tomé el lápiz de sus dedos y lo miré- Ya pasó mucho tiempo, no voy a golpearle ahora de la nada.

-¡Es por una buena causa! -respondió abriendo sus brazos.-

-¡Konoha! -lo llamó nuestro jefe y ambos abrimos los ojos como dos grandes platos.- Vení acá.

-Fue lindo conocerte, Akaashi. Si llegas a tener hijos hablales bien de mí, deciles que fui una buena persona y que nunca hice nada malo. -hablaba con tanto dramatismo mientras caminaba hacia atrás y moviendo su brazo parecido a cuando agitan un pañuelo- Sé fuerte por mí.

Riendo, tomé seguí haciendo mi trabajo. Particularmente hoy no habían muchas personas en la biblioteca y eso era debido a la nieve que caía fuera.

Froté mis ojos y me quité los lentes, soltando un suspiro. Al oír pasos acercarse, quité mis manos de mí cara y miré hacia el frente.

Era él.

El chico de pelo gris y pequeños mechones negros con quien entrené el día que Oikawa tenía un partido y, no muy lejos, observando libros junto con un chico de pelo largo y rubio, se encontraba la otra persona con quien entrené... Kuroo creo.

- Hola. - saludé y aclaré mi garganta.-

Estaba nervioso y eso se pudo haber evitado si no hubiese recordado como me quedé mirándolo fijamente en el entrenamiento.

- Hola. -respondió con una sonrisa y carraspeé. -

- ¿E-en qué puedo ayudarte?

- En realidad creo que yo puedo ayudarte a vos. -se quitó la mochila y la apoyó sobre una silla de ahí.- Es algo que creo que estuviste esperando.

Fruncí el ceño al escuchar su voz, se sentía bastante familiar y no lo decía porque solo la escuché una vez, se sentía... conocida.

Curioso lo miré mientras metía la mano es su mochila y sacaba algo grande de adentro. Lo apoyó sobre la mesa y mi boca se abrió tan grande que podría comerme el mundo.

Un diccionario de tapa bordó estaba delante de mí y no cualquier diccionario sino el faltante, ¡el que había retirado J. Rodríguez!
Mi vista viajaba del libro a él y así sucesivamente.

- No... no entiendo.

Él seguía sonriendo a la vez que se cruzaba de brazos.

- Solía vivir en California, después mí mamá comenzó a tener una relación a distancia con alguien de Argentina y luego de tanto tiempo, se casaron pero a ambos les gustaba el frío y la nieve.

- Okay. -murmuré.-

- Así que terminé mudándome acá. Mi padrastro se llama Jerónimo Rodríguez.

Jerónimo Rodríguez.

J. Rodríguez.

- Cuando vinimos acá no tenía una tarjeta de la biblioteca pero por alguna razón mi padrastro si, asi que comencé a usar la suya. -comentó mirando el diccionario- al igual que su teléfono de línea. ¿Podes creer que todavía hay personas que lo usan? - se rió, conocía esa risa. La había escuchado por teléfono más de mil veces.-

No podía hablar, simplemente las palabras no lograban salir de mi boca.

- El punto es que, un día estaba aburrido y descubrí que él había retirado un diccionario y no se porqué pero lo empece a leer. Después de un tiempo comenzó a sonar el teléfono asi que atendí. -continuó-. Era esta persona de la biblioteca pública... y el resto creo que lo sabes.

-Yo definitivamente no supuse q estaba hablando con vos, pensaba que era otra persona, pero definitivamente vos no estabas en mis ideas.

-¿Con quién pensabas que hablabas?

-Bueno, para empezar yo pensaba que tu nombre era el mismo que el que teníamos registrado el libro. ¿Nunca te diste cuenta que yo era el de la biblioteca el día que nos vimos?

- En ese momento, no sabía tu nombre. Me lo dijiste un par de meses después y luego de un tiempo había caído en cuenta de que posiblemente haya estado frente a la persona con la que hablaba todas las tardes. - sentí mi cara arder por lo que aparté mi vista. -

- De todos modos yo nunca conocí tu nombre. - comenté luego de unos segundos en silencio, haciendo garabatos con mi dedo sobre la mesa, no quería verlo a los ojos-

- Eso es porque no me lo preguntaste. - giré rápidamente mi cabeza mirándolo, abrí la boca para refutar pero me interrumpió. - me llamo Koutaro, Bokuto Koutaro.

Biblioteca.  (bokuaka) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora