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— Esa película fue genial, los efectos y la calidad de los gráficos fue algo muy gratificante de ver principalmente la parte en la que parecía que iba a agarrarte, es muy loco que con esos lentes 3D pareciera como si estuviesemos dentro de la película. ¿Te gustó? -me giré a mirar a mí acompañante quien se encontraba bastante callado y vi que sus ojos estaban muy abiertos y parecía estar nervioso.- ¿Pasa algo? ¿Bokuto?

Me puse frente a él y dio un respingo al sentir mis manos en sus hombros.

— ¿ Que te pasa? -pregunté mirándolo .-

— El puede venir. - respondió mirando a todos lados.-

Las personas a nuestro alrededor nos miraban por lo que tomé su mano y nos alejamos de la multitud para sentarnos sobre el pasto del parque.

— ¿Quién puede venir? - pregunté tratando de conectar nuestros ojos pero él se reusaba a mirarme por lo que me senté frente a él.- Bokuto.

— Freddy Krueger, el tipo de las garras y la cara quemada con sombrero. 

En verdad no quería reírme porque él tenía miedo pero estaba hablándome sobre el personaje de la película que acabamos de ver por lo que miré hacia otro lado y traté de hacer que toda pizca de risa se fuera de mí cuerpo.
Miré hacia el cielo y este se veía estrellado dado a que ya estaba oscureciendo.

— ¿Sabés? Mí abuela cuando yo era tenía 6 años  siempre me contaba una historia sobre dos personas que se convirtieron en estrellas. - me giré a mirarlo y él tenía su cabeza levemente inclinada.- ¿Querés escucharla? - él se enderezó y cruzó sus piernas para luego asentir muchas veces.-

A veces no lograba entender la forma de ser de Bokuto, él simplemente podía comportarse de la manera más seria del mundo y pasar a ser un niño de 5 años emocionado por escuchar una historia, pero encontraba eso adorable.
Aunque ahora sabía una de las tantas debilidades de Bokuto, películas de terror. Es gracioso porque llevo una leve cuenta de las pequeñas cosas a las que Koutaro es débil.

— Orihime era una princesa de excepcional belleza, hija de Tenkou, el Rey del Cielo o el Universo en sí, que cada día tejía hermosas prendas a la orilla del Amanogawa. Las telas que confeccionaba eran el mayor orgullo de su padre y por eso ella trabajaba constantemente en su obra. Pero un día, cuando bajaba al río, Orihime se cruzó con Hikoboshi, un joven y apuesto pastor de bueyes. El amor surgió rápidamente entre ambos y, aunque trataron de ocultarlo, pronto llegó a oído del padre de ella. Preocupado por la felicidad de su hija, el Rey del Cielo arregló el matrimonio entre Orihime e Hikoboshi. - Bokuto tenía su mirada estaba fija en mí y parecía estar estático.-

— Seguí por favor, siento que algo va a salir mal. - sonreí y me senté a su lado para seguido recostarme mirando a las estrellas, él copio mí acción.-

— Una vez casados, su amor ocupaba todo el tiempo de ambos por lo que descuidaron sus tareas. Orihime ya no tejía telas para el Rey y Hikoboshi permitía que sus vacas se desviaran por todo el Cielo. Entonces, el Rey se enfado y los convirtió a ambos en estrellas, separándolos para evitar que se encontraran.

— Que malo es el Rey. - giré mí cabeza hacia él y logré ver qué tenía un gesto de molestia.-

— Si, pero cuando vió que su hija estaba tan triste él les propuso que podían encontrarse pero con una condición.

— ¿Cuál?

— Debían hacer bien sus tareas y trabajaban duro, solo así podrían encontrarse el séptimo día del séptimo mes durante la noche.

— ¿¡ Solo un día?! - se sentó y luego volvió a recostarse.- Eso es muy cruel. - cruzó ambos brazos y solté una pequeña risa.-

— De todas formas, la primera vez que se encontraron estaban separados por un río así que no podían juntarse, ante eso la princesa comenzó a llorar y una manada de urracas se juntaron para poder hacer un puente y así lograr que ambos estén juntos. Aunque los días de lluvia estos pájaros no podían estirar sus alas bajo el agua así que no podían formar el puente por lo que ellos debían esperar al próximo año para verse nuevamente.

Ambos nos quedamos en silencio por lo que procedí a ponerme de pie y sacudir mí pantalón, luego le extendí mí mano para que se pusiera de pie conmigo y así encaminarnos dónde nos habíamos encontrado en la tarde, durante todo el trayecto Bokuto estuvo preguntándome variadas cosas respecto a la historia.

— Que feo debe haber sido tener que ver a tu enamorado solamente una vez en el año y solo un par de horas. - comentó cuando nos detuvimos en mi parada de bus.-

— No hacía falta que me acompañes hasta acá y si, debe ser muy feo.

— Quiero asegurarme de que te subas y estés bien. - extendí mí brazo haciendo señas al bus para que se detuviera.- Avisame cuando llegues a tu casa.

— Gracias por el día de hoy, me divertí mucho. Y si, lo voy a hacer, vos igual avisame.- nos dimos un breve abrazo y subí al vehículo para sentarme y verlo saludarme con la mano, le devolví el gesto.-

Mientras el bus avanzaba caí en cuenta de que había logrado que Bokuto se olvidara de su miedo y este feliz nuevamente.

Biblioteca.  (bokuaka) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora