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— Pensé que ibas a buscar algo que te tapara los brazos, no que los resaltara más. - comenté cuando volvió con una remera negra.-

— Sí, bueno... Es más cómoda. - se encogió de hombros.- Mis brazos son mí fuerte, llaman la atención.

— La verdad que sí, tenés unos brazos enormes, me siento como un nene al cual le pusieron en frente un juguete o un dulce. - dije y él rió.-

— Bueno che, mucha risa pero poca joda. - dijo Kuroo al entrar al departamento.- Ya podríamos ir saliendo.

Luego de haber llegado al lugar donde era la fiesta, estuvimos tomando y bailando todos juntos. A la hora en que finalizó todo aún era de noche.

— Con Atsumu nos vamos a ir a mí casa. - comentó Kuroo mientras caminábamos.-

— Últimamente ustedes andan muy juntos... - Bokuto los miró mientras subía y bajaba las cejas rápidamente.-

— Pasa que Tsumu cumple todos mis caprichos y es mí compañero en el crimen. - sonrió mientras abrazaba al rubio.- Como sea, nos vamos. Un placer volver a verte, Akaashi.

— Chau, Akaashi. - luego de que ambos se despidieran, pararon un taxi y ambos se fueron.-

— Sospecho que esos dos andan en algo.

— No sé, Kuroo tenía algo con Kenma pero creo que se pelearon porque no lo vi más con él así que ni idea. - se frunció de hombros y se dirigió a un parque.- Dios estoy muy cansado

Dicho eso se recostó sobre el césped

— Vení, Akaashi. Vamos a descansar un poquito.  - dijo mientras me ofrecía su mano.-

— Bokuto son las 5 de la mañana no vamos a descansar en un parque.

— Solo un ratito. Mis piernas duelen después de haberme tirado esos pasos en la pista. - puso sus brazos detrás de su cabeza y cerró los ojos.-

— En cuánto te duermas pienso dejarte. - comenté y sonrió.-

— Dale, Akaashi. Vení. - me senté a su lado y recorrí mí vista por aquel desolado parque.-

Bokuto y yo éramos los únicos en aquel lugar sumando la parte en que nadie pasaba por acá.

— ¿No están las estrellas lindas hoy? - preguntó cortando el silencio.-

— Mmh... Sí, eso parece. - respondí mirando al cielo.-

— Pero sentado no las ves bien, Keiji. Vení acostate al lado mío.

— Del uno al diez... ¿Qué tan mareado te sentís? - le pregunté recostandome a su lado.-

— No mucho, un siete capaz. ¿Vos?

— Siete es mucho. - me giré a verlo.- Yo un cinco, puedo caminar derecho pero estoy un poquito mareado.

— ¿Poquito? - preguntó y me miró sonriendo.-

— Sí, un poquito. Así - junté mí dedo pulgar e índice al punto en que casi se tocaban.-

— Creo que eso es mucho. - dijo y rió.-

— No es mucho, vos estás mal y no ves bien.

— Yo estoy así. - tomó mí mano y junto mis dedos haciendo que tocaran.- No puedo caminar derecho y estoy un poquito mareado.

— Querés decir que cuando te diga que estuvimos acostados en el piso vas a tener vergüenza o no te acuerdes.

— No, no. Si me voy a acordar. Siempre me acuerdo de lo que hago. Excepto una vez, con Kuroo y Atsumu salimos de joda y al otro día despertamos en un campo... Atsumu dormía abrazado a una oveja y Kuroo en un tractor. - mientras me contaba aquello él seguía sosteniendo mí mano y jugando con mis dedos.-

— ¿Y vos? - pregunté.-

— Yo estaba sentado contra la rueda del tractor. Al otro día apareció el dueño del campo y bueno, nos quiso correr pero la señora de ahí nos invitó a desayunar.

— No puedo creer que hayan despertado en un campo. Me imagino que le sacaste una foto a, Atsumu.

— Sí, fui el primero que despertó así que documente todo. - río y volvió a mirar al cielo aún sosteniendo mí mano.- Pero no me voy a olvidar de esta noche, no estoy tan mal como ese día. No quiero olvidar como se siente sostener tu mano.

Biblioteca.  (bokuaka) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora