―No entiendo qué está pasando. Me estáis poniendo nervioso. ―Miré a Teddy y luego desvié la vista hacia Amber y finalmente la bajé hasta Eva―. Dímelo tú, cielo.
―¡No puedo, abuelo! ¡Es un secreto! ―Se llevó un dedo a los labios.
Puse los ojos en blanco mientras ellos reían entusiasmados.
―Venga, papá, vístete o llegaremos tarde.
Sacudí la cabeza incómodo porque, por supuesto, Teddy sabía que no soportaba las sorpresas. Creo que obedecí fácilmente solo porque Amber estaba allí y era una chica demasiado dulce como para montar un numerito para una vez que venía a visitarnos con Alphard así, sin siquiera avisar. De modo que me puse ese traje de color azul marino que me habían regalado. Después me crucé de brazos.
―Listo. Estarás contento ―dije.
―Pues sí, la verdad. ― Teddy sonrió.
―Ahora tienes que darte la vuelta, abuelo.
Hice caso, una vez más. Me taparon con un pañuelo los ojos y después sentí la pequeña mano de Eva cogiendo las mías para guiarme hasta el ascensor y ayudarme a subir al coche. Pregunté si de verdad aquello era necesario y todos estuvieron de acuerdo en que sí, desde luego. Ciertamente, lo dudaba. Además, tú no estabas allí, aunque imaginé que te encontrarías con Alphard o James Sirius. Me pasé el viaje en coche algo mareado, pero, visto lo emocionada que parecía tu nieta, evité protestar o intentar quitarme el pañuelo.
No sé cuánto duró el trayecto, pero sí sé que cuando salí del coche adiviné que estábamos en la playa. Olía a mar. Amber me cogió del brazo mientras avanzábamos y estuve a punto de tropezar dos veces antes de que llegásemos al final del recorrido y me quitasen la venda. Tú estabas allí, recién afeitado y vestido con camisa.
―¿A ti también te han secuestrado? ―preguntaste.
―Sin opción a pedir una recompensa, sí. ―Miré a Alphard, que se reía a tu lado―. ¿Qué estamos haciendo aquí? ―Di una vuelta sobre mí mismo y entonces empecé a entenderlo todo. Contuve la respiración―. No me digas... no me digas que lo habíamos olvidado.
―Nuestro aniversario ―continuaste tú.
No era el primer año que se nos pasaba.
―Este es especial, papás. Cincuenta años.
Miré a Teddy, incrédulo. Luego alcé la vista hacia ti, que empezaste a sonreír lentamente. Cincuenta. Medio siglo a tu lado. Me temblaron las piernas cuando Teddy empezó a explicar que aquello era como celebrar unas «bodas de oro» improvisadas y sin ningún certificado oficial, claro. Amber se apresuró a darme el ramo de flores que llevaba en la mano y yo la besé en la mejilla antes de situarme frente a ti, a unos metros de distancia. James Sirius se encargó de la música en uno de esos reproductores que podían llevarse a todas partes y de inmediato sonó Forever and Ever, de Demis Roussos. Mientras caminaba hacia ti, empecé a llorar y a reír a la vez, como si estuviese loco. Quizá sí que lo estaba, porque no podía apartar mis ojos de los tuyos. Eva estaba a tu lado y, cuando nos situamos frente a frente, se ocupó de la ceremonia y leyó una carta sobre nosotros y sobre el amor que había escrito ella sola. Si he de ser sincero, se notaba, porque no tenía mucho sentido, pero ¿qué más daba? Solo podía mirarte, sonreír y llorar. Y fue perfecto. Todo aquel día. Todo.
Más tarde comimos en el restaurante que había frente a la playa. Tú estabas pletórico, lleno de felicidad mientras mirabas a tus hijos y presidías aquella paella gigante de marisco que nos sirvieron. Me cogiste de la mano por debajo de la mesa cuando casi estábamos terminando y los demás se comían el postre. Y ese gesto bastó para emocionarme.
Llegamos a casa agotados, pero con una sonrisa.
Suspiré satisfecho mientras dibujabas otra estrella. Me senté en la cama, ya con el pijama puesto, y alcé la mirada hacia aquellas constelaciones preciosas que representaban cada paso, cada caída, cada vez que nos habíamos vuelto a levantar. Era la obra de nuestra vida. Puntos y líneas conectadas, una pequeña galaxia que solo nosotros entendíamos.
―¿Por qué lloras, Remus? ―Me abrazaste.
―Hemos tenido una buena vida, ¿verdad?
―La mejor. ¿Sabes por qué lo sé?
―¿Por qué? ―Te miré, temblando.
―Porque no cambiaría nada si volviese atrás. Miro ahora nuestras constelaciones y volvería a vivir una a una todas esas estrellas, tanto las malas como las buenas.
―Ha pasado demasiado rápido, Sirius.
―Lo sé. Tienes razón. La vida debería ser el doble.
―A tu lado, el triple.
―El cuádruple.
Nos reímos mientras nos metíamos en la cama. Esa noche, la noche en la que hacíamos cincuenta años, busqué el calor de tu cuerpo bajo las mantas y me acurruqué a tu lado.
―Mi precioso Remus... ―susurraste.
―No me dejes nunca, Sirius.
―Nunca ―dijiste contra mi pelo.
![](https://img.wattpad.com/cover/224474354-288-k805564.jpg)
ESTÁS LEYENDO
Starlight
FanficUna historia de amor, de sueños y de vida. La de Remus. El chico que no sabía que tenía el mundo a sus pies, el que creció y empezó a pensar en imposibles. El que cazaba estrellas, el que anhelaba más, el que tropezó con él. Con Sirius. El chico que...