Capítulo 7: La historia de la estrella

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Casi media hora después, ambos bajaron del autobús y caminaron algunas cuadras. En cierto momento, Jimin se detuvo y Jungkook supo que habían llegado.

La casa donde vivía Jimin tenía un bonito y pequeño jardín en el frente, abarrotado de flores, rodeado de sencillas rejas blancas.

—Vamos —dijo el pelinegro, abriendo la puerta de reja.

Una vez dentro del jardín, Jungkook se acercó a unas lindas flores que, a pesar del frío otoño, se veían hermosas. Olfateó los pétalos amarillos y sonrió mientras los acariciaba con suavidad.

—Son rosas amarillas, mi padre me las regaló hace dos años, para mi cumpleaños —habló Jimin—. También tenemos rosas rojas y rosas, tulipanes, lirios y algunas violetas —siguió el pelinegro, señalando las distintas flores que alegraban el jardín pese al frío clima.

Las flores eran algo especial para Jungkook.

—Son hermosas —halagó el castaño.

—Deberíamos entrar.

Ambos chicos cruzaron el jardín y se adentraron en la pequeña vivienda color durazno.

—¡Papá! ¡Ya llegamos! —gritó Jimin, dejando sus zapatos en la entrada.

Mientras Jungkook intentaba desatar sus botas con las manos congeladas, el padre de Jimin apareció frente a ambos.

Aquel hombre aparentaba tener cerca de cuarenta años, tenía el cabello castaño y lo miraba serio. Jungkook pasó saliva y por fin consiguió desatar una de sus botas que decidió caer al suelo antes que él pudiese sujetarla; como resultado, había salpicaduras de barro en todo el piso.

—Déjame ayudarte —dijo Jimin, riendo.

—No te preocupes, yo puedo —habló Jungkook.

—Jeon —protestó Jimin, observándolo tan seriamente que el castaño dejó de oponerse.

Mientras Jimin desataba con cariño su otra bota, Jungkook no pudo evitar pensar en lo lindo que había sonado su apellido en los labios del más bajo. Jeon Jimin sonaba bonito...

El señor Park carraspeó, cruzándose de brazos y siguió observándolo.

—¡Papi! —exclamó Jimin, tirándose a los brazos de su padre. Ambos rieron  abrazándose con cariño.

Jungkook miró con ternura aquella escena, hasta que el señor Park abrió los ojos y lo observó seriamente. El castaño tragó en seco y desvió la vista nervioso.

—Papá, este es Jungkook, mi amigo —sonrió Jimin, soltando a su padre.

—Señor Park, es un placer conocerlo —dijo Jungkook, inclinándose.

—Jungkook —extendió su mano el padre de Jimin y el castaño la estrechó.

—Voy a cambiarme. ¡Jungkook me llevará a patinar, papá! —exclamó Jimin con alegría, y la mirada casi mortal que recibió Jungkook por parte del señor Park le dijo que él no sabía nada de aquel plan.

—¿Y se puede saber con el permiso de quién? —enarcó una ceja el hombre. El pelinegro rió y colocó los brazos en jarra.

—Con el de mi lindo padre amado que me quiere mucho —habló con superioridad el más bajo.

—Ve a cambiarte pequeño —sonrió el señor Park.

—¡No lo espantes, papá! —gritó Jimin, perdiéndose al doblar en un pasillo.

Ahora, oficialmente, el señor Park lo observaba como si quisiera enterrarlo vivo... cosa que probablemente podía ser capaz de hacer por Jimin.

—Bueno, Jungkook, ¿tienes algo que decirme respecto a mi pequeño bebé? —preguntó el señor Park.

Canta para mí [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora