Unos días antes del cumpleaños de Jungkook, Jimin había decidido esforzarse al máximo para que el castaño pasara un bello día recordando su nacimiento.
—Quiero hacerle una fiesta —habló el rubio secando los platos a medida que su padre los lavaba.
—Es una buena idea —comentó el mayor, enjuagando los cubiertos.
—El problema es, ¿qué cosas se necesitan en una fiesta? —el rubio apoyó su barbilla sobre la encimera, frunciendo los labios.
—Gente —comentó su padre.
—Ya lo sé —rodó los ojos—. Y ese es el problema número uno: Jungkook no tiene amigos.
—Pues... tiene compañeros de trabajo, ¿no? Seguro hay alguien a quien le cae bien.
—A Jungkook no le agradan mucho —suspiró frustrado.
—Entonces vé y juzga por ti mismo. Jungkook es algo... pesimista. Estoy seguro de que tú podrás encontrar a alguien para invitar —el señor Park acarició el hombro de su hijo para luego marcharse de la cocina.
—Quizás deba intentarlo... ¡Oye! ¿A dónde te fuiste? ¡No me dejes solo con los platos! —se enderezó el rubio observando los platos que aún faltaban lavar, secar y guardar.
Un bufido escapó de los pequeños y rellenos labios de Jimin mientras se resignaba a ordenar la cocina.
Al día siguiente, el pequeño Park Jimin se vistió y peinó su cabello. Listo para emprender su misión, el rubio viajó hasta The Happy Market.
—¡Hola! Soy Jimin, eh... ¿tú conoces al chico de la caja seis? —cuestionó el rubio a la muchacha que salía de los baños.
—No —frunció el ceño la pelirroja, alejándose de Jimin.
—¿Seguro pensó que soy un pervertido? —se preguntó a sí mismo en voz alta.
—Sep, seguramente. Pero no te preocupes, Sally es así siempre. Bastante avinagrada, a decir verdad.
—Oh... hola —saludó Jimin, encontrándose con una bonita chica de ojos verdes y cabello rosado a sus espaldas.
—Soy Isabella, pero dime Izzy por favor —la pelirrosa hizo una pequeña reverencia que Jimin imitó.
—Soy Jimin, es un gusto —sonrió.
—¿Y qué te trae por aquí, Jimin? Déjame decirte que son pocos los clientes que se atreven a siquiera respirar cerca de Sally —exageró Izzy, abriendo sus ojos con dramatismo.
—Pues... —el rubio no pudo evitar reír- buscaba información, pero creo que en el sitio equivocado.
—Información, eh —sonrió de lado la chica.
—Información. Muy secreta. Estoy en una misión y nadie puede saberlo —susurró mirando a sus lados.
—Entiendo. ¿Quién es el panqueque? —indagó la chica que cada vez lucía más extraña, misteriosa y agradable a los ojos de Jimin.
—¿Panqueque? —siguió susurrando.
—Oh, ¿prefieres careta? Aunque también puede ser: falso, hipócrita, mentiroso... —enumeró.
—¿Qué? No, no, no es nada de eso.
—¿Entonces?
Jimin observó a su alrededor y tomó el brazo de Izzy, guiándola detrás de los lockers.
—¿Conoces al chico de la caja seis? —preguntó serio.
—¿Jung...? Quiero decir, eh, sí, sí lo conozco —se corrigió la pelirrosa; aunque aquel rubio llamado Jimin le caía bien y parecía gracioso vistiendo un piloto marrón, lentes de sol y zapatos de traje, ella no lo conocía.
—Genial. ¿Sabes su nombre?
Isabella se enderezó y miró con suspicacia al rubio.
—¿Tú sabes su nombre?
—¡Claro que lo sé! Pero, ¿tú lo sabes? —preguntó ofendido ante la desconfianza de la chica.
—Sí lo sé, es mi compañero de trabajo —respondió con obviedad.
—Ya, entonces dime su nombre.
—¿Qué? Ajá, seguro —la pelirrosa cruzó los brazos sobre su pecho.
—¿Cuál es el problema? —Jimin preguntó extrañado.
—Escucha, chico. Si te gusta el de la caja seis y quieres saber su nombre, vé y pregúntaselo tú, no intentes engañarme con tus mentiras.
—No estoy mintiendo.
—¿Ah sí? Pues que venga un chico de la nada a preguntar el nombre de alguien en específico es extraño, mucho más si viene a preguntar algo que, supuestamente, ya sabe —elevó una ceja la de ojos verdes.
—Si lo pones así suena extraño. Oye, sé el nombre del chico pero no puedo decirlo porque no se si tú lo sabes.
Izzy rodó los ojos y frotó el puente de su nariz. Así no llegarían a nada.
—Ya sé —sonrió la chica, sacando algunos papeles de chicle de su pantalón y agarrando una lapicera; le entregó las cosas a Jimin—. Escribe allí el nombre del chico, yo haré lo mismo en otro papel y a la cuenta de tres los volteamos. Listo.
—Está bien.
Luego de escribir sus respuestas en cada papel, ambos jóvenes se prepararon para develar aquel misterio.
—Uno... —contó Izzy.
—Dos... —habló Jimin.
—¡Tres! —dijeron ambos.
La sorpresa era notoria ya que las bocasnde Jimin e Isabella formaban una "o".
—Lo conoces —comentó la pelirrosa, shockeada.
—Tú lo conoces.
—¿Quién eres?
Jimin se quitó sus lentes oscuros y extendiéndole una mano a la chica frente a él, se presentó.
—Park Jimin, amigo de Jungkook.
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Canta para mí [SIN EDITAR]
FanfictionCuando el odio de su familia logra destruir sus sueños, Jungkook comienza a trabajar en un supermercado. Sintiendo el peso de las mentiras sobre sus hombros, intenta huir de su pasado que poco a poco lo consume. Jimin es un joven bailarín contemporá...