Capítulo 14: Sentimientos efímeros

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Dos jóvenes se encontraban sentados en el piso de una sala de ensayos charlando.

La sala en la que estaban era muy grande y hermosa. El piso era de madera clara, había barras (como las que usaban los bailarines de ballet) sobre una de las paredes del costado y las restantes tenían espejos que iban desde el piso hacia el techo. Junto a la puerta, Jimin colocó el equipo de música.

—¿Cuánto hace que bailas? —preguntó Jungkook, sentado en el piso.

—Pues... unos siete u ocho años —respondió el pelinegro mientras estiraba sus brazos para tocar la punta de sus pies.

—Vaya, es mucho tiempo.

—Lo sé —rió Jimin—  ¿Y tú cuánto...? No se cómo hacer la pregunta.

—¿Cuánto hace que bailo? —Jimin asintió; con un suspiro, Jungkook apoyó su espalda en la pared y observó a su amigo-. Cuando me aceptaron como trainee en una empresa, me mandaron a tomar clases de baile en el extranjero; yo tenía quince años.

—Eras tan joven.

—Igual que tú.

—Sí pero yo no viajé a otro país.

—Lo pasé bien... un poco —sus ojos negros observaron el techo.

—¿Hace cuánto que no bailas? —bajó la voz el pelinegro.

—Jimin, bailo muchas veces en mi casa —rió.

—¿Como cuando te encontré en la cocina?

—Exacto —ambos rieron.

—Pero eso es... sí es bailar pero no es algo planeado o que tenga dificultad.

—Te refieres a cuánto hace que no bailo una coreografía —con curiosidad, fijó sus ojos en los de Jimin.

—Sí.

—Desde que pasó todo el accidente —Jungkook apartó la vista.

—¿Tres años?

—Cuatro en realidad.

—¡Pero eso es mucho! —exclamó sorprendido el pelinegro. Jungkook subió y bajó los hombros con una mueca.

—No me apetecía bailar y tampoco es como si alguna escuela me hubiese permitido tomar clases.

—Oh, Jungkook —el más bajo se acercó al castaño y colocó la planta de sus pies presionando las ajenas, luego sonrió.

—Estoy bien, Jiminie.

—Me gusta cuando me dices Jiminie —se sonrojó el mayor.

—Entonces te diré así más seguido, Jiminie —el pelinegro rió.

—Debemos recuperar el tiempo perdido —se levantó Jimin, extendiéndole una mano al chico.

—¿A qué te refieres? —sonrió el más alto.

—A que debemos bailar para recuperar todo el tiempo perdido —rodó los ojos.

—Ah, Jimin, te lo agradezco mucho pero tengo un trabajo y no tengo tiempo.

—Un ratito, dos días a la semana -pidió Jimin.

—No estás jugando limpio, mochi —se quejó al ver al pelinegro haciendo un puchero.

—Jungkookie —habló estirando la palabra.

—¿Es en serio? —rió Jungkook; Jimin solo asintió— Espero que seas consciente de que te estaré dando mis fines de semana.

Canta para mí [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora