Capítulo 26: Click

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—Tranquilo hijo, todo saldrá bien, puedes hacerlo —exclamó el señor Park con una sonrisa.

—Pero papá, Jungkook aún no llega y solo faltan dos personas, ¡luego sigo yo! —nervioso, Jimin continuó caminando por el pequeño camerino donde esperaban todos los bailarines con sus familiares o amigos.

Eran más de las ocho de la noche, Jungkook debía llegar a las siete treinta. En la sala, Hye estaba junto a su madre y Rick charlaba con su abuela; Jimin debía estar bromeando con su padre y el castaño pero Jeon no aparecía.

—Ni siquiera respode mis llamadas —colgó su teléfono antes de ir al buzón de voz por octaba vez en menos de cinco minutos.

—Seguro se le hizo tarde o se perdió —el mayor acarició el hombro de su hijo. Cansado y nervioso, el menor se dejó caer en una silla, cerró los ojos e intentó tranquilizarse.

—¡Hey! ¡Hola! —saludó Jungkook, entrando a la sala de espera; la mirada fulminante del rubio lo hizo parar en seco—. Perdón, sé que debería haber llegado hace... mucho —rascó su nuca—, tuve un imprevisto.

El silencio solo era interrumpido por las suaves risas de los bailarines.

—¿Jimin? —preguntó intentando sonreír con confianza pero lo cierto es que, desde que Jeon había cruzado la puerta de entrada, Jimin solo se dedicaba a observarlo fijamente.

—Eh, iré por un vaso de agua —avisó el señor Park, yéndose al otro extremo de la habitación.

De repente, cuando ambos chicos se quedaron solos, Jimin se levantó de su silla y caminó a paso rápido hasta llegar frente a Jungkook.

El castaño abrió los ojos, sorprendido: Jimin lo había empujado.

—¿No pudiste responder ninguna de mis llamadas? ¿Tienes idea de lo preocupado que estaba? —preguntó enojado, frunciendo el ceño y volviendo a empujar al más alto—. Por supuesto que no tienes idea. ¿Qué te costaba atenderme y decir "Jimin llegaré un poco tarde, no te preocupes"? ¡Eh! —la espalda de Jungkook chocó contra la pared al ser empujado nuevamente—. Estaba preocupado, nervioso y tú solo... solo... solo... —su pecho subía y bajaba, sus ojos cristalizados se apartaron de Jeon— Olvídalo.

—Oye, oye —las manos del castaño acariciaron las mejillas del rubio—. Estoy aquí. Siento mucho no haberte respondido... Estaba en una reunión.

—¿Una reunión? —preguntó Jimin, más tranquilo: las caricias del más alto lo relajaban.

—No quería que te preocuparas, por eso no te dije nada, pero veo que de todas formas no logré mi cometido —subió y bajó los hombros—. El CEO de la empresa que me había elegido como trainee años atrás me llamó hace unos días.

—¿Qué pasó?

—Quería que tengamos una reunión. Vengo de verlo.

La cólera abandonó el cuerpo del rubio y la vergüenza pintó sus mejillas de rojo.

—Lo lamento, no sabía, pensé que... me dejarías solo.

—No podría dejarte aunque me obligaras, Jimin —sonrió de lado, posando una de sus manos en la cintura del más bajo.

—No digas eso —pidió avergonzado.

—¿Por qué no? —acercó su rostro al de Jimin.

Desde lejos, un par de ojos marrones observaban cada movimiento de Jungkook con detenimiento.

—Porque haces que mi corazón se acelere —susurró.

Jeon sonrió, apoyando su frente en la ajena, su nariz acarició la de Jimin. El rubio rió.

Canta para mí [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora