Capítulo 18: Lluvia de ideas

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Luego de conocer a Izzy, Jimin la invitó a almorzar juntos. Después de todo, la pelirrosa era una extraña y no podía llevarla a su casa.

Durante el descanso de la chica, el rubio comentó sus planes para el cumpleaños de Jungkook.

—Sí, sé lo que sientes, chico. Yo también intenté que Jota Ka se acercara a más gente pero... —Izzy subió y bajó los hombros— él cree que merece estar solo.

—¿Jota Ka?

—Las iniciales de Jungkook, así no saben de quién hablamos —susurró la pelirrosa—. No se lo digas a nadie.

—Entiendo —asintió asombrado el rubio.

—También le digo Juan Coco, pero ese solo lo uso a sus espaldas —le guiñó un ojo la chica. Jimin rió.

Luego de varios minutos en los que ningún plan se les ocurría, Izzy sonrió.

—¡Lo tengo! Hagamos lluvia de ideas.

—¿Crees que funcione?

—¡Vamos! ¿Qué tan difícil es tener una buena idea?

Contra la creencia de ambos jóvenes, tener una buena idea sí era difícil. Durante los treinta minutos que duró el descanso de Izzy no llegaron a nada, por lo que acordaron terminar de planificar todo durante la noche mediante una llamada.

El resto del día, Isabella continuó trabajando en The Happy Market mientras su mente intentaba descifrar las verdaderas intenciones de ese chico rubio, raro y tierno para con Jota Ka.

Por su parte, Jimin asistió a sus clases de expresión corporal y contemporáneo. El resto del día lo usó para ver películas, mejorar la coreografía que presentaría en octubre y también para charlar con su padre mientras bailaba.

Pero mientras Jimin e Isabella pensaban qué hacer para el cumpleaños de Jungkook, el castaño había estado trabajando todo el día en la tienda, siempre cuidando de no mostrar su rostro y ser educado; almorzó, solo, sentado en las escaleras del depósito.

Lo único diferente (que además catalogaba de bueno) era que Jimin había estado mandándole muchos mensajes esa tarde preguntándole cosas raras: si le gustaban las sorpresas, si era alérgico a las fresas...
Incluso, el rubio le había pedido que le mandara los nombres de sus treinta canciones favoritas. Todo esto extrañó a Jungkook, pero Jimin era una caja de sorpresas andante y aunque el castaño todavía no se atrevía a confesarlo... eso le fascinaba.

Cerca de las diez de la noche, sentado en su escritorio, Jimin pensaba qué regalarle a Jungkook.
El menor era una persona sencilla y se percibía a sí mismo como una carga para los demás.

La voz de Tory Kelly cantando "Dear no one" lo sacó de sus pensamientos. Luego de revisar el nombre de la persona que lo llamaba, atendió.

—Hey, Mini Mini —saludó una voz femenina.

—Hola Izzy, ¿qué tal estás?

—Cansada. Llegué a casa hace media hora, comí y vine a la cama —suspiró.

—Oh, siento mantenerte despierta, Izzy —se disculpó mordiendo su labio inferior.

—No te preocupes, Jungkook me agrada y merece pasar un lindo día.

Aquella voz diminuta que aparece en algunos momentos llamada conciencia, le sugirió a Jimin dejar la boca cerrada pero antes de que el rubio decidiera qué hacer las palabras salieron de su boca.

—Izzy, ¿te gusta Jungkook?

Inmediatamente, Jimin golpeó su frente con la palma de su mano y cerró los ojos.

—No, Jimin. Tengo novio —rió la chica y rápidamente preguntó:— ¿A ti te gusta él?

Durante los minutos en los que Jimin pensaba una respuesta, la voz de Izzy volvió a hablarle.

—¡Oh, por Dios! ¡Lo sabía! ¡Lo sabía! —la risa de la pelirrosa hizo que las mejillas de Jimin se sonrojaran— Bueno, no lo sabía pero lo sospechaba.

—Izzy, espera, no es...

—¡Te gusta el Juan Coco! —aplaudió la chica.

El color rojo de las mejillas de Jimin se extendió por toda su cara, con calma intentó serenar los latidos de au corazón.

—Izzy, solo somos amigos. No grites tanto.

—¿Amigos? Por favor, ¡con razón quieres organizarle una fiesta! No puedo...

—¡Izzy! —la interrumpió— Con Jungkook solo somos amigos -la voz desanimada de Jimin, hizo que Isabella se calmara.

—¿Pero él te gusta? —preguntó tranquila.

Jimin asintió a pesar de que la joven no podía verlo. Se levantó de su silla y caminó hasta la ventana de su cuarto.

—Eso creo —susurró.

—Eso es bueno, pero ¿por qué te oyes tan triste?

—Es difícil de explicar. Pero puedo decirte que no creo que ese "gustar" sea mutuo.

—¿Te refieres a que crees que no le gustas a Jungkook?

—Sí —susurró triste.

—Oh, Jimin Ni Min... Conozco a Jungkook desde hace años y nunca lo vi junto a nadie ni hablar con alguien. Pero tú hablas con él y eres su amigo, ¿cierto?

—¿Y eso qué? —con suavidad, el pie de Jimin pateó la pared.

—¿Y eso qué? —lo imitó Izzy, incrédula; a lo lejos, la chica rodó los ojos y sonrió enternecida:— Jimin, si tú no le gustaras a Jungkook él nunca hubiera permitido que te le acercaras.

—Una vez... casi nos besamos —comentó mordiéndose una uña.

—¿Lo ves? —volvió a reír bajito— Le gustas, estoy casi segura.

—Un casi no es algo completo, Izzy.

—Déjame que lo averiguo bien y te confirmo.

—Izzy...

—Dale tiempo, ¿va? Si Jungkook no sale contigo es porque debe haber algo que aún no supera su pasado, no porque no quiera.

Luego de unos minutos de silencio, Jimin suspiró.

—Está bien, suena lógico y creo que yo tampoco estoy listo aún.

—Ya. Ahora hablemos de la P.S.

—¿P.S?

—Party Surprise -rodó los ojos Izzy.

Luego de unas cuántas horas hablando por celular, Izzy y Jimin habían podido combinar sus ideas.

Los planes para el cumpleaños de Jungkook consistían en: organizar una fiesta sorpresa en la casa de Jimin (su padre había aceptado a cambio de que el rubio lavara los platos todo un mes); los invitados correrían por parte de Izzy, ya que ella conocía a mucha gente que no odiaba a Jungkook. La comida y bebida estaría a cargo del muy gentil señor Park (a cambio, Jimin debía cortar el césped una vez por semana, durante dos meses). Y una amiga de Izzy, que era dj, se encargaría de la música; lo único que Jimin debía hacer era pasarle el nombre de las canciones que ella debía reproducir ese día.

Pero uno de los puntos más importantes, aún no estaba resuelto: el regalo de Jungkook.

Izzy había dicho que le regalaría una camiseta negra y una gorra del mismo color, ya que el castaño siempre usaba algo en ese tono. Pero el rubio aún no sabía qué hacer.

Antes de cerrar los ojos e irse a dormir, el pequeño Park se acostó en la cama y miró el cielo a través de su ventana.

—Por favor, ayúdenme a escoger un lindo regalo para mí Jungkookie —pidió en un leve susurro, observando las estrellas.

Canta para mí [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora