A la hora de la salida, mientras Jungkook caminaba con sus auriculares puestos, alguien se abalanzó sobre su espalda quitándole los auriculares.
Justo cuando el castaño iba a tirar al piso a esa persona, escuchó una suave risa.
—¡Jungkook! Hola —saludó Jimin envolviendo sus piernas en las caderas del castaño.
—¿Jimin? ¿Eres tú? —preguntó sujetando los muslos del pelinegro que descansaba en su espalda.
—Sí, soy yo.
—Jimin... -suspiró el castaño reanudando su marcha— ¿Eres consciente de que casi me causas un infarto y de que casi te golpeo?
—Auch —se quejó el más bajo, apoyando su barbilla en el hombro de Jungkook— ¿Y eso por qué?
—Pensé que era un ladrón que me iba a robar.
—Espera —pidió el pelinegro; bajándose de la espalda de Jungkook, Jimin le quitó su mochila y se la colgó en la espalda—. Ahora sí, puedes volver a cargarme, la mochila me molestaba.
_Eres increíble —rió Jeon, caminando con el pelinegro en su espalda.
—Lo sé. Lamento haberte asustado.
—Jimin es muy tarde, son casi las diez de la noche, ¿qué haces aquí?
—Vine a verte para dormir juntos.
—¿Cómo dices? Jimin, ¿tu padre sabe que estás aquí? —preguntó el más alto.
—Sí, lo sabe y me dijo que si tú me cuidabas entonces podía venir. ¿Me cuidarás, cierto? —las pequeñas manos de Jimin apretaron las mejillas del castaño.
—Sí, Jimin. Te cuidaré —el más bajo abrazó el cuello de Jeon y cerró los ojos— ¿A qué te refieres con dormir juntos?
—A eso, a dormir juntos.
—Jimin casi no nos conocemos y ni siquiera... —la cálida risa del pelinegro lo hizo dejar de hablar.
—¡No me refiero a eso! Vayamos al parque del otro día y luego a tu departamento para dormir juntos: acostarnos en la misma cama, solo eso.
—Oh... bueno. ¿Te refieres al parque que está cerca de mi casa?
—Ajá, en donde estabas llorando.
—Gracias por recordar eso —medio bufó Jungkook.
—Bebé —rió Jimin.
Unos minutos más tarde, ambos se encontraban en el parque, frente a los columpios.
Cuando Jimin estaba por sentarse en el columpio rojo, Jungkook lo detuvo.
—¿Pasa algo malo? —el castaño negó con la cabeza— ¿Quieres sentarte en este?
—No, no. Puedes sentarte —habló.
Jimin tomó asiento en el viejo columpio rojo que descansaba junto al azul que Jungkook siempre ocupaba.
—Hacía años que no me columpiaba —rió Jimin, observando el cielo estrellado.
—Cuando crecemos dejamos de hacer muchas cosas que de niños nos divertían.
—Sí... quizás es porque la sociedad dice qué hacen los niños y qué hacen los adultos —balanceó sus pies en el aire; Jungkook observó que los pies de Jimin no llegaban a tocar el suelo y sonrió con ternura.
—Así es pero si te pones a pensar, esas cosas nunca dejan de gustarnos: columpiarnos, jugar con juguetes, las piñatas en las fiestas...
—Son cosas puras, ¿no crees? Lo que la mayoría de los niños hacen.
—Lo creo —suspiró el castaño.
—Jungkook.
—¿Sí?
—¿Vienes seguido a este parque?
—A veces, ¿por qué preguntas?
—Curiosidad —lo observó el pelinegro— ¿Te gusta venir aquí?
—Eso creo.
—¿Por qué vienes aquí?
—¿Por qué estás haciendo tantas preguntas? —rió Jungkook, negando con la cabeza.
-¿Te molesta? -ladeó la cabeza Jimin, observando los ojos oscuros del más alto.
—Ni un poco —sonrió el castaño perdiéndose en los ojos marrones.
—¿Entonces?
—Vengo aquí desde los diecisiete años, cuando me mudé a mi departamento. Al principio, venía de vez en cuando pero con el tiempo comencé a venir más seguido —sonrió con amargura el castaño—. Cuando me siento... —apartó los ojos de Jimin e intentó buscar las palabras correctas— solo, triste, insuficiente o todas esas cosas feas vengo aquí, me siento en este columpio y pienso.
—¿En qué piensas? —preguntó en voz baja el pelinegro.
—Pienso en lo que siento, en lo que me pasa; intento buscar respuestas y tener esperanza.
—¿Lo logras?
—No, Jimin, nunca logré encontrar respuestas ni tener esperanza... hasta que te conocí —Jungkook sonrió—. Cuando me abrazaste bajo la lluvia, sentí que no todo estaba perdido, sentí que podría comenzar de nuevo y ser una mejor persona.
—Tú ya eres una buena persona, Jeon Jungkook -lo observó serio Jimin.
—No lo se...
—Yo sí lo se.
—Siempre me sentaba en este columpio y deseaba que alguien estuviese a mi lado aunque fuese por un momento pero no había nadie más que las estrellas.
—A veces, las estrellas son nuestra única compañía —suspiró con tristeza Jimin.
—¿Quién eres? —lo observó Jungkook mientras se ponía de pie y se acercaba a él; Jimin se levantó del columpio.
—¿Qué? —preguntó confundido observando los ojos negros de Jungkook.
—¿Eres una estrella? —con sus manos, Jungkook acarició las mejillas del pelinegro.
—Solo soy un chico común y corriente que intenta escapar de sus fantasmas —susurró el más bajo recordando su pasado.
—No debes escapar: enfrenta tus miedos.
—No creo ser capaz —cuestionó Jimin, sintiendo las lágrimas acumularse en sus ojos.
—Sí lo eres. Eres capaz de todo, Jimin.
—Jungkook... —algunas lágrimas resbalaron por las mejillas del pelinegro y Jungkook las quitó con suavidad.
—¿Quién eres? —preguntó observando los bonitos ojos marrones del pelinegro.
—Soy Jimin.
—Jimin —lo abrazó Jungkook y el pelinegro envolvió sus brazos en el cuello del más alto permitiéndose ser cuidado por primera vez.
Nuevamente, esa noche, una estrella los observó desde lo alto mientras ambos dormían abrazados.
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Canta para mí [SIN EDITAR]
FanficCuando el odio de su familia logra destruir sus sueños, Jungkook comienza a trabajar en un supermercado. Sintiendo el peso de las mentiras sobre sus hombros, intenta huir de su pasado que poco a poco lo consume. Jimin es un joven bailarín contemporá...