Capítulo 13: Sonrisas inocentes

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—Tienes una voz muy linda —halagó el pelinegro, estirando sus brazos y piernas sobre la cama del castaño.

—Gracias, Jimin —sonrió Jungkook para luego seguir ordenando su habitación.

Ese día, ambos se habían levantado temprano ya que Jungkook debía limpiar y organizar su departamento. El almuerzo consistió en mucho ramen junto a pequeñas empanadas de carne que Jimin había ido a comprar luego del desayuno.

Jungkook ya había limpiado la cocina, el baño y la sala; Jimin se encargó del pequeño balcón que había.

Ahora ambos estaban en el cuarto del más alto y hablaban de las cosas que les gustaba hacer; mientras Jungkook limpiaba sus cosas, Jimin se revolcaba en la cama buscando mayor comodidad.

—Pareces un pollito bebé —exclamó con una sonrisa el castaño, observando a su mayor por un instante para después continuar con su tarea.

—¿Qué? —se quedó quieto Jimin.

—Porque estás moviéndote en la cama como si buscaras estar más cómodo.

—Estoy aburrido —lo corrigió el pelinegro—. ¿Falta mucho? —preguntó sentándose al borde de la cama.

—Solo tengo que guardar esos libros —señaló una pequeña biblioteca marrón que solo tenía tres estantes—, y hacer la cama.

—¡Yo hago la cama! —saltó Jimin, comenzando a tender las sábanas.

—Okey —rió Jungkook.

—¿Qué haremos después? —preguntó el pelinegro.

—¿Qué quieres hacer? —cuestionó el más alto, ordenando los libros.

—Bailar —medio suspiró Jimin, sentándose en el piso y observando al chico frente a él.

—¿Y a dónde quieres bailar?

—¿En la calle? —arriesgó el más bajo. Ante aquella proposición, Jungkook observó al chico y negó con la cabeza.

—No es una buena idea. Los medios ya no están hablando de mí, no quiero revivir eso, Jimin.

—Podríamos usar tapabocas e incluso lentes de sol. He visto muchos vídeos de personas que bailan coreografías de cantantes en la calle y la gente los ve y apluede —habló serio Jimin: realmente quería bailar con su menor y ayudarlo a olvidar todo lo malo que pasó.

—No estoy de acuerdo, lo siento. Podríamos bailar aquí, en la sala.

—Jm —apartó la vista Jimin, pensativo.

Luego de varios minutos en los que solo se oía el ruido de los libros siendo acomodados en la biblioteca, Jimin volvió a hablar con una sonrisa.

—¡Ya se! —se levantó del piso— Podemos ir a mi academia, queda a unas calles de mi casa y tengo la llave del lugar.

Jungkook pensó con cuidado qué debía responder y analizó todo lo que podría pasar si aceptaba o no. Finalmente, suspiró y observó al pelinegro.

—Solo un rato, tienes que llegar temprano a casa —inmediatamente Jimin se abalanzó sobre el castaño y lo rodeó con sus brazos.

—¡Sí, sí! Date prisa así nos vamos —medio exigió con una sonrisa.

—Bien...

Luego de cerrar las ventanas y preparar algunos sándwiches de queso y mermelada, ambos caminaron hasta la parada de autobuses.

Con delicadeza, Jimin colocó uno de sus auriculares en la oreja de Jungkook y acomodó el otro en la suya.

—Si quieres puedes dormir mientras viajamos —ofreció Jungkook una vez que se sentaron en el bus, notando los bostezos de su mayor.

Canta para mí [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora