Canta para mí [SIN EDITAR]

Capítulo 30: Pensar en el futuro

—Hasta que por fin me llamas, desagradecido —se quejó Taehyung, observando a su amigo desde el otro lado de la computadora.

—Lo sé, lo siento. No pude llamarte antes porque luego de la presentación Jungkook vino a casa y después hablamos sobre su carrera porque su ex CEO le ofreció volver a...

—Wow, wow. Espera, empecemos por el principio porque sino no podré entenderte. ¿Qué pasó con tu presentación?

Jimin mordió sus labios en un vano intento por reprimir la sonrisa que crecía en su rostro; finalmente, sus ojos formaron dos finas líneas.

—Un CEO me ofreció trabajar en su empresa. Me dio su número y dijo que no necesitaba audicionar porque todo lo que había hecho esa noche se veía perfecto.

—Tengo al mejor amigo del mundo mundial y el mejor soulmate que podría existir —sonrió Tae.

—Cállate.

—¿Ya lo llamaste?

—No.

—¿Cómo que no? ¿Por qué?

—Estuve ocupado —suspiró.

—Pero lo llamarás —elevó una ceja; su pregunta sonaba como una afirmación.

—Claro. Es para Stars Dreaming y es una de las compañías más famosas en el mundo entero. Además, el director me dijo que si quería podría formar parte del ballet internacional de baile contemporáneo, que no solo se presenta en Corea sino que también viaja a diferentes países del mundo.

—Vaya... Tú siempres vas en grande.

—Hazlo en grande o mejor no lo hagas.

Ambos rieron.

—¡Esa es mi frase! Eres un ladrón de frases —Taehyung entrecerró los ojos.

—No la registraste.

—¿Y qué más pasó?

—Bueno, antes de la presentación... Jungkook y yo... —lentamente sus mejillas se colorearon de rosa.

—Jungkook y tú...

—Nos besamos —cubrió su rostro con sus manos.

—¡No!

—¡Sí!

—¡No jodas conmigo, mentiroso! —lo reprendió Taehyung, levantándose de la silla y señalándolo acusadoramente.

—¡Es verdad! ¡Hemos estado saliendo hace como una semana!

—¡Cuéntame todo ahora mismo!

—Pues, antes de salir a bailar, Jungkookie me dijo que siempre estaría para mi y click.

—¿Click?

—Sí —rió tímidamente—. Después se acercó y me besó.

—Wow...

—Lo sé. Pero cuando estaba yendo al escenario me llamó y dijo que yo era inefable.

—¿Y qué hiciste? —Tae tomó un gran bocado de palomitas y arrimó su rostro a la computadora, ansioso por saber más de la vida amorosa de su mejor amigo.

—Le dije que él era mi serendipia, nos besamos otra vez y fui a bailar.

—Oh, Dios, ¿por qué quieres que yo siga soltero? ¿Acaso me odias? ¿O es que aún nadie es digno de admirar tanta belleza y talento? —cuestionó el castaño, con voz triste, mirando el techo de su cuarto.

—Tae no exageres, ya llegará tu persona especial.

—Bueno, de hecho... —rascó su nuca y desvió la vista.