Capítulo 23: Estaba solo

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Capítulo largo.
Se narraran escenas de violación (sexual) y maltrato (tanto físico como verbal).

Recomiendo discreción.
Si eres sensible a estos temas, no leas este capítulo y salta directamente al próximo.



Dos jóvenes amigos se encontraban frente a frente.

Jimin y Jungkook tomaron asiento sobre la alfomabra, en la sala del castaño. El nerviosismo de ambos era evidente y el corazón de Jimin latía apresurado.

—Tengo miedo —susurró el rubio. Jungkook tomó sus manos y las apretó levemente para transmitirle apoyo.

—Estoy aquí contigo, siempre lo estaré.

Jimin asintió, tomó aire y dejó que los recuerdos inundaran su mente...

*Flashback*

Un joven pelinegro de quince años bailaba en una sala, rodeado de espejos. Sus compañeros de clase elogiaban sus pasos y su profesor sonreía orgulloso.

Cuando la música cesó, la respiración de Jimin fue lo único audible en el lugar hasta que los aplausos sonaron.

—Perfecto, Jimin. Nunca me decepcionas —halagó su profesor.

—Gracias, profe —hizo una pequeña reverencia y corrió a abrazar a sus amigos.

—Dios mío, Jimin. Esto es solo una improvisación y tú haces que parezca un concierto. Por tu culpa tendré que esforzarme más —Taehyung golpeó su hombro con diversión.

—Vamos, Tae, tú bailas genial.

—Ya lo sé —habló con obviedad su amigo, dejando al descubierto una linda sonrisa cuadrada.

—¡Tae! —lo empujó el pelinegro.

—Bueno, chicos, eso es todo por hoy. Nos vemos el lunes —saludó Jake, el profesor.

—Nos vemos, profe —saludaron todos hasta dejar vacía la sala.

Jimin caminó unas cuadras junto a Tae pero a mitad de camino ambos debían separarse para seguir sus respectivos caminos e ir a sus casas.

—Te llamaré a la hora de la cena, Minie.

—De acuerdo.

Luego de abrazarse, Tae dobló en la esquina y Jimin siguió caminando. Pasos acelerados hicieron reír al pelinegro que habló con diversión pensando que, como siempre, su amigo había olvidado decirle algo.

—¿Qué olvidaste, Tae? —rodó los ojos con una sonrisa.

—Oh, no soy Taehyung —comentó una voz gruesa que definitivamente no era la de su querido amigo.

—¿Profesor?

—Hola, Jimin. ¿Te molesta si te acompaño? Hoy debo visitar a un amigo y queda yendo por aquí —sonrió.

Canta para mí [SIN EDITAR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora