Cabello azul grisáceo, mejillas sonrosadas, ojos delicadamente maquillados, labios perfectos, pantalones blancos, remera negra, chaqueta roja y botas marrones.
Solo una palabra podría describir lo perfecto que Jimin lucía esa noche.
—Wow...
El peliazul sonrió ampliamente.
—¿No me vas a invitar a pasar? —preguntó en tono burlón.
—¿A dónde? —preguntó Jungkook, algo confundido, sin despegar sus ojos de los contrarios.
—¿A tu casa?
—¿Qué? Oh, sí, cierto —se hizo a un lado, dejando que el chico pasara; inevitablemente, los ojos del castaño se dirigieron a la espalda baja del contrario para luego desviar la vista sonrojado.
—Vaya... —exclamó Jimin. Sus pequeños ojos marrones no sabían que observar primero, todo el lugar estaba decorado como si fuese un pequeño rincón de alegría y felicidad.
—¿Te gusta? —indagó el menor, un poco inquieto.
—Me encanta —Park rió levemente mientras daba pequeños saltos y estiraba su brazo, intentando alcanzar el hilo de alguno de los globos que yacían en el techo de la sala.
Jungkook no entendía por qué se sentía tan tímido junto a Jimin si hasta algunos días atrás habían estado besándose sobre la encimera de la cocina como si de ello dependiera sus vidas.
Torpemente, caminó hasta quedar detrás de Jimin y colocó una de sus manos en la cintura del chico mientras estiraba la otra; sujetando un globo amarillo con estrellas, se lo entregó al peliazul.
—Se ve tan lindo —susurró Jimin.
—No es lo único que se ve lindo —habló Jungkook, sin pensar, hipnotizado por la ternura y belleza de Jimin. El chico volteó, quedando de frente a Jeon la diferencia de estatura entre ambos era más que notoria.
—¿Qué más se ve lindo según tú, Jungkookie? —el tono coqueto no pasó desapercibido por el castaño que optó por acortar la poca distancia que había entre él y Jimin.
—Tú —susurró para luego unir sus labios con aquellos que tanto amaba.
Cada vez que Jungkook besaba a Jimin, una sensación abrumadora recorría su cuerpo, su corazón latía con calma sin importar lo nervioso que hubiese estado antes y sentía como si alguien abrazara su alma.
Por otro lado, Jimin amaba cada beso que compartía con Kook. Para el peliazul, cada beso era diferente y especial, sin importar el lugar, el momento o la situación. Cuando sus labios tocaban los del castaño era como si no hubiese nada ni nadie más importante en la galaxia; se sentía amado, protegido y valorado entre los brazos de Jeon.
Todo era mágico si Jungkook estaba junto a Jimin y viceversa.
—Me encanta besarte, Jiminie —susurró el más alto.
—Entonces te dejaré besarme luego de comer —prometió robándole un piquito a Jungkook.
—Hecho.
Ninguna persona, de haber estado junto a ellos, hubiese podido interrumpirlos. Verlos charlar, robándose besos y quitándole la comida al otro entre medio de risas era como ver una burbuja brillante, rebosante de energía, amor y felicidad; cualquiera se hubiese quedado observándolos con asombro.
Cansado de que Jimin quisiera lavar los platos, Jungkook levantó el cuerpo del peliazul y colocó el estómago del chico sobre su hombro para luego dejarlo sentado en el sofa. Arrodillándose frente a él, Jeon observó el puchero que éste hacía.
—Oh, Jiminie, puedes ayudarme otro día. Pero hoy es tu cumpleaños, bebé...
Jimin se cruzó de brazos y siguió ignorando al menor.
—Bebé —acarició la mejilla contraria-. Bonito, mírame. Por favor. No te enojes, si no te enojas y me dejas lavar los platos... te daré tu regalo.
—¿Regalo? —preguntó emocionado.
—Así es, hermoso. Si me esperas, te lo daré.
—Pero vas a tardar sin mi ayuda...
—Claro que no. En diez minutos regreso, ¿sí? —acarició su nariz con la de Jimin.
—Está bien.
Con un suspiro, Jeon caminó hasta la cocina. Lavar los platos era la tarea doméstica que más odiaba pero no dejaría que Jimin lo hiciera ese día. Además, si algún día vivían juntos entonces ambos deberían turnarse y ayudarse.
Vivir con Park Jimin sonaba increíblemente perfecto. Despertarían y dormirían juntos, o sea que lo último que vería a la hora de acostarse y lo primero al despertar... sería el rostro del chico. Más adelante, quizás podrían adoptar un perro, un gato, o incluso un conejo pequeño. ¿Sería posible que adoptaran un niño? Quizás estaba soñando demasiado.
—¡Jungkookie! —gritó Jimin, golpeando la cadera del castaño.
—¿Qué pasa, bonito? —preguntó secando los platos.
—Ya pasaron los diez minutos.
—Y ya terminé, vamos a darte tu regalo, bebé.
Dejando un beso en la nariz del peliazul, lo tomó de la mano, guiándolo hasta su cuarto. Ambos se adentraron en la habitación.
—¿Qué hacemos en... tú dormitorio? —preguntó confundido, Jimin.
—Oh, no, por favor. No me mal interpretes.
—Está bien.
—Cierra los ojos —pidió el castaño; Jimin enarcó una ceja—. Oh, bebé, me conoces. No haré nada raro.
Suspirando, Jimin hizo caso al menor. Prestando atención a sus otros sentidos, escuchó un ruido de bolsas a sus espaldas e instantes después sintió cómo algo era depositado en sus manos.
—Puedes abrir los ojos.
Una linda bolsa decorada con globos de colores yacía en sus manos; observó a Jungkook y cuando el chico asintió, abrió la bolsa. Tomó asiento sobre la cama, apoyó el pequeño sobre marrón junto a él y observó con detenimiento el papel azul oscuro, cubierto de estrellas, que envolvía algo.
—Lo envolví yo mismo —comentó Jeon, tomando asiento junto al chico.
—Me encanta.
Con cuidado de no romper el papel, despegó uno de los extremos y metió la mano, sintiendo algo suave, abrió los ojos y retiró el papel.
—Jungkookie...
—Sé lo mucho que amas las mantas y también dijiste que el amarillo era un color especial para ti. Así que...
Sin darle tiempo a terminar de hablar, Jimin se abalanzó sobre Jungkook y comenzó a dejar besos en todo su rostro.
—Gracias, gracias, gracias —se detuvo en los labios del castaño—. Me encanta, es perfecto.
—Creo que todavía falta uno —sonrió Jeon.
Jimin tomó el pequeño sobre marrón y lo abrió con cuidado. Con rapidez, separó su cuerpo del menor.
—¿Bebé? —llamó el castaño, preocupado ante la mirada del mayor.
—Estás loco, ¿qué es esto?
—Boletos de avión.
—¡A Tokio!
—Pensé que te gustaría —rascó su nuca.
—Me gusta pero... —acarició la mejilla de Jungkook- Esto es muy caro, no debiste.
—Estaban en oferta y quería algo especial. Además, son dos: iremos juntos.
—Estás loco —sonrió Jimin, negando con la cabeza mientras colocaba sus brazos alrededor del cuello de Jeon.
—Por ti.
—Te quiero.
—No tanto como yo —finalizó para luego juntar sus labios con los ajenos una vez más.
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Canta para mí [SIN EDITAR]
Hayran KurguCuando el odio de su familia logra destruir sus sueños, Jungkook comienza a trabajar en un supermercado. Sintiendo el peso de las mentiras sobre sus hombros, intenta huir de su pasado que poco a poco lo consume. Jimin es un joven bailarín contemporá...