¡Vampire! ~Kookmin~

Capítulo 25

Segundo mes.

— Señor Jeon — La voz de esa enfermera empezaba a desesperarlo.

Se encontraban nuevamente en el hospital,  Jimin estaba cumpliendo sus 8 semanas de embarazo, y Jungkook estaba más que indignado. Pasaron directo al cuarto esperando la llegada del doctor, veían curiosos los recuadros con la cédula de medicina de cada trabajador, recorrieron hasta la última planta artificial y el doctor aún seguía ausente.

— Estará en el baño — Le susurró a Jimin haciéndolo reír levemente.

— Perdón por hacerlos esperar — Se escuchó como cerraban la puerta tras suyo. — No estaba en el baño, fuí a emergencias.

Alta pena.

— Por Dios... ¿Qué te pasó en el cabello? — Jungkook se tocó sus hebras intentando acomodarlas.

— Que se lo explique su paciente a ver si es muy valiente. — Jungkook tenía el cabello desordenado con la frente roja.

— ¿Jimin? — El peligris estaba muriendo de risa.

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— Jimin, ¡Ponte los pantalones ahora! — El pequeño comenzó a correr por toda la casa. — Yo así no te llevaré al doctor.

— Amargado — Le arrebató la prenda para colocarselos. — ¿Contento?

— No.

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— Espera, espera — Le detuvo la anécdota. — ¿Eso que tiene que ver con tu estado físico? ¿Y como por qué Jimin no quería ponerse pantalones?

— Espere, es que... — Sus palabras fueron detenidas por el más bajo.

— Tuvimos sexo anteriormente — Soltó acariciando su panza.

— Vale que desperdician el tiempo... —

— ¡No me interrumpan! — No estaba de humor.

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— Llegamos — Detuvo el auto para después subir los vidrios automáticamente.

— ¿No me vas a abrir la puerta? — Preguntó cruzado de brazos.

— ¿Debería?

— ¡Pero claro! Me tienes que consentir.

— Jimin, estas embarazado, no amarrado. Así que puedes abrir la puerta por tí mismo.

— Ah, ¿Osea que no me vas a abrir? — Pasó sus manos por su cara. Jungkook bufó reteniendo el gruñido molesto que quería escapar de su garganta. — No, ya no quiero nada — Justo cuando Jungkook iba a agarrar la manija del carro, el peligris abrió la puerta golpeándolo justo en la frente haciéndolo caer. — ¿Estás bien? — Soltó una carcajada arrodillándose a su lado intentando "consolarlo" revolviendo su cabello.

— Mierda, ¡Me dolió! — Lloriqueó.

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— Y es por eso que vengo así — Sus palabras fueron arrastradas señalándose con ambos dedos índices sus extremidades.