Ruth.
—Deberías ir a descansar. No necesitas quedarte aquí toda la noche.— dijo Matías a mi lado.
Ramsés se encontraba recostado sobre mis piernas dormido, seguíamos esperando alguna noticia sobre mi padre desde hacía cuatro horas atrás. Cuatro horas en las que solo había podido mirar a algún punto inexistente en la pared blanca que se encontraba frente a mí.
Las palabras del doctor se repetían en mi cabeza como un CD rayado, sin descanso y constantemente. No conseguía sacar aquello por unos instantes de mis pensamientos.
—Tampoco necesitas hacerlo.
—Cierto.
—¿Entonces por qué sigues aquí?
Matías se mantuvo en silencio por algunos segundos con la cabeza agachada. Quise preguntar cuál era la razón para no dar una respuesta rápida, sin embargo supe que ese no era un asunto en el que debía meter mis narices.
Matías era un hombre reservado, muy poco le veía hablar sobre algo que le afectara directamente, y su personalidad gritaba a los vientos que mejor era mantenerse lejos de él para no terminar en problemas más allá de lo físico.
Cuando me di por vencida a la espera de una respuesta suya, me sorprendió con las palabras que salieron de sus labios que mantenían mucho escondido.
—No soy un insensible, supongo que aprecio mucho a tu padre, le hice una promesa. Además, Ramsés se ve incómodo en esa posición.
Quise preguntar qué promesa había hecho para permanecer aún ahí, qué tan estrecha era su relación con mi padre pero en cambio, preferí guardar silencio sopesando sus palabras. Y tenía razón, mis piernas estaban adormiladas por el peso del cuerpo de mi hermano quien se veía que al despertar lo haría con mucho dolor en la columna por la mala posición.
Suspiré rindiéndome después de meditarlo por algunos minutos. Matías se encargó de todo lo referente al hospital, quise protestar pero con un claro "no" y una advertencia me ordenó descansar.
Mentiría si dijera que todo eso no estaba removiendo algo dentro de mi, que mi corazón no se estaba ablandando conforme a todo lo que él estaba haciendo, que su actitud odiosa no comenzaba a agradarme un poco más. Me veía una completa tonta por como intentaba hacer que se mantuviera alejado cuando había alguien más que lo mantenía cerca.
Mientras miraba el techo blanco de mi habitación, comprendí que no siempre podría hacer lo que quisiera y que no todo el tiempo era capaz de alejar a las personas que no me agradaban solo por capricho. Matías era un claro ejemplo de ello: entre más intentaba enviarlo lejos de nuestros vidas, de una manera u otra terminaba por involucrarse más de lo debido. Sin embargo, el miedo seguía latente en mi pecho.
Algo estaba creciendo y no quería admitirlo, no quería aceptarlo, no estaba si quiera preparada para afrontarlo cuando tenía una realidad distinta frente a mis ojos.
Notando como el insomnio iniciaba a guiarme por un camino equivocado, me senté en el borde de la cama y encendí la lamparita que tenía en una mesilla de noche a un costado, tomé la Biblia entre mis manos y le pedí a Dios que me diera entendimiento para comprender lo que su palabra me diría.
Haciendo como mi madre me había enseñado, abrí la Biblia en algún punto de la misma, notando los versículos que señalaban ambos pulgares.
La Biblia se abrió en el libro de Proverbios; el pulgar izquierdo señalaba el versículo veintiuno del capítulo veintiuno, mientras que el derecho señalaba los versículos dieciocho del capítulo veintitrés.
ESTÁS LEYENDO
Un Regalo De Dios.
عاطفيةRuth y Matías viven en el mismo condominio, comparten el mismo número de piso y de apartamento, la única diferencia es que ella vive en la primera torre y él en la segunda. Ramsés es el hermano menor de Ruth, quien suele ser tan despistado la mayor...