Matías.
—Unos brazos humildes se abrieron, en la trágica cruz del calvario.— me quedo embelesado escuchando su suave canto.— El dolor de los clavos sufrieron, y la cruz con su sangre mancharon. Para darle salvación a este mundo pecador, y librarnos del mal que vendrá...
Ruth continúa deleitando todo el lugar con su melodiosa voz. Cautivando a cada persona que le escucha, lo sé porque desde mi posición puedo ver a Tavo mirándola con asombro. Es que su voz es tan pacífica que no logro siquiera sentir una pizca de celos por como él la mira, al contrario, me siento tan enorgullecido al saber que ella será mi esposa dentro de poco.
Lo siento Tavo, pero ella es la costilla que me falta. Busca la tuya en otro lado.
Deja de cantar cuando se pincha un dedo con una espina. No me muevo con rapidez, sino más bien río mientras camino despacio hasta donde se encuentra agachada ojeando los matorrales.
—¿En la escuela nunca te enseñaron que esas tienen púas?— comenté.
Rueda los ojos, lleva su dedo a sus labios y se levanta del suelo.
—No. Que yo recuerde lo único que hice con una planta fue sembrar un frijol en un recipiente y ver su crecimiento. No a diferenciar cual tiene o no espina.— dice sin sonar enfadada, mas bien se escucha como si fuera habitual para ella hablar así.
No es un tono tierno, pero a diferencia de cuando está enfadada, me agrada más este.
—Ven. Déjame ver.
Tomo su mano para revisar el pequeño corte en su dedo que aun sangra. Posiblemente se ha cortado al retirar el dedo con fuerza. Tan torpe y delicada me salió, después de todo sí es una chica y no una bestia como su hermano.
—Es solo un pequeño corte. Nada del otro mundo.
No se aleja cuando pienso que lo hará, sino que se queda ahí a sabiendas de lo cerca que me encuentro de ella invadiendo su espacio personal. Esto bien podría llamarse un gran paso en nuestra relación, después de todo es mi novia, ¿no?
Comprendo la parte del respeto mutuo, de guardar la distancia y todo eso hasta el matrimonio. Lo entiendo todo muy bien. Y no me molesta el tener que hacerlo aunque muchas veces solo quiero estrecharla entre mis brazos y llenarla de besos. Soy paciente, y por ella puedo esperar todo lo que sea necesario.
Bien, aprendí a ser paciente. Por ella.
Hace dos años, cuando alguien no me ofrecía el contacto físico que yo buscaba, encontraba la manera de alejarme rápido y sin complicaciones, en un abrir y cerrar de ojos. Así, sin más. En cambio, ahora, todo es diferente.
—¿Qué están haciendo?
Ruth se aleja rápidamente al escuchar la voz de don Castro. Sonrío ligeramente antes de darle la cara. Su nerviosismo me causa gracia, si bien su padre fue el que propuso la loca idea aún desconocía de los planes entre ambos, por lo que era gracioso verle actuar.
—Nada. Matías revisaba una pequeña cortada que me hice.— se apresuró en responder.
—Ya veo.
Un tinte de molestia y desconfianza empañaba su voz, como si con su respuesta le estuviésemos confirmando que realmente le ocultamos algún detalle importante. Nada alejado de la realidad, sinceramente.
Arrugué el entrecejo, mirando sospechosamente a la mujer frente a mi. Si bien ambos sabíamos que su padre había sido una pieza clave en todo, seguía creyendo que era hora de hacérselo saber y no seguir aplazando el momento solo por su propio temor.
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Un Regalo De Dios.
Storie d'amoreRuth y Matías viven en el mismo condominio, comparten el mismo número de piso y de apartamento, la única diferencia es que ella vive en la primera torre y él en la segunda. Ramsés es el hermano menor de Ruth, quien suele ser tan despistado la mayor...