Matías.
Recorrí con la mirada el gran salón en el que se llevaba a cabo la cena de beneficencia con fines de lucro aunque dijeran lo contrario, y como era de esperarse, era tan lujoso y costoso como de costumbre. Odiaba asistir, pero un par de engendros odiosos me obligaban a deleitarlos con mi presencia cada año.
Justo ahora estaría teniendo una dulce velada con mi hermosa cama y el televisor, o quizá podría estar observando la ventana de mi encantadora vecina a la espera de que asomara su dulce rostro y me deleitara con su inigualable carácter; nótese el sarcasmo.
Regresando al punto en donde veo el elegante salón, también estoy vigilando con sigilo a la dulce bestia que no ha perdido tiempo en mandarme al otro mundo con su mirada.
Ruth conversaba con Clara, al principio imaginé que sería un completo desastre teniendo en cuenta de la personalidad opuestas de ambas. Clara era dulce y carismática, mientras que Ruth era una versión modificada de hombre, lo que me lleva a fruncir el ceño cuando las veo reírse despreocupadamente a ambas.
A la castaña no le costaba nada hacer nuevas amistades, cuando menos te lo esperas ya te lleva en el bolsillo. Así de encantadora es. Esperaba que al menos eso sucediera con la que sería su nueva compañera en la empresa.
Debía admitir que con Guillermo dijimos la mitad de la verdad, si es cierto de que necesitaba la ayuda de alguien luego de que despidiera a un par de intrusos de la empresa, no obstante el que necesitaba la compañía de alguien no. Solo esperaba conservar mi vida cuando la dulce bestia se enterara de todo.
Tomé otro bocadillo de la gran mesa y lo devoré de un solo bocado. Demandaría al repostero por hacer deliciosos aperitivos pero de un minúsculo tamaño. Mientras insultaba a las personas internamente, olvidé que un par de mujeres estaba conversando animadamente en medio de la pista, por lo que ninguna se encontraba cuando volteé después de unos cinco bocadillos más.
Nerviosamente busqué a las dos mujeres en medio de todas esa odiosas personas que no tenian nada bueno que hacer en sus casas, pero al primero que encontré fue al bastardo de mi amigo que conversaba animadamente con algún tipo importante en la alta sociedad. Me daba igual quien fuera el tipejo, me interesaba más saber el paradero de la dulce bestia y la clara de huevo.
—¿Dónde están las chicas?
Guillermo dejó de hablar con el hombre regordete para prestarme atención finalmente.
—Están ahí...—señaló al mismo lugar en donde se supone debían estar. — O estaban.
Las personas realmente se buscan la muerte.
—Oh, excelente hallazgo. Te mereces un Óscar.
El tipo intruso y para nada importante rió por mí comentario, algo que irritó a mi orgullo. ¿Acaso le había otorgado el permiso si quiera para reírse? Justo cuando iba a decirle un par de cosas muy interesantes, el móvil de Guillermo sonó.
—Es Clara.— contestó. — ¿Ruth? ¿Por qué...? ¿Dónde están?... De acuerdo, ya vamos para allá.
—¿Qué sucede? —dije en cuanto colgó la llamada y salió disparado como un cañón hacia alguna parte.
—En una habitación.
—¿Qué?
—Clara volvió a desmayarse y Ruth pidió una habitación a tu nombre.
—Genial, una se hace la muerta y la otra va por ahí creyéndose dueña de mi billetera. Hoy en día no se puede confiar en ninguna mujer.
En cuanto las puertas del ascensor se abrieron, el bastardo no perdió tiempo en ir en busca de su amada. En otra ocasión, hubiese soltado algún comentario burlesco, sin embargo la preocupación por Clara podía más con mi gran sarcasmo, sin contar de que todo de mí se encontraba alerta de cuando ella se trataba.
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Un Regalo De Dios.
Storie d'amoreRuth y Matías viven en el mismo condominio, comparten el mismo número de piso y de apartamento, la única diferencia es que ella vive en la primera torre y él en la segunda. Ramsés es el hermano menor de Ruth, quien suele ser tan despistado la mayor...