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Cuatro días antes...

Harry Styles iba a arder en el infierno y no le importaba una mierda. Desde el momento en que ____ Crestwell entró en el gran salón del hotel Bentley, donde SCM Global Resorts y Hoteles estaba celebrando su gran inauguración, no había podido dejar de mirarla.

Al ser la hermana pequeña de su mejor amigo se encontraba en terreno prohibido. Pero ya no era tan pequeña y él claramente se había percatado de ello. Se había convertido en una perversa obsesión contra la que había intentado luchar, pero que había terminado haciéndole ver que era incapaz de resistir su poderoso atractivo.

Y ya no iba a combatirlo más.

El hecho de que ella estuviera aquí esta noche y Jace no se encontrara cerca solo le puso las cosas más fáciles a Harry para tomar la decisión de que ya era hora de que empezara a mover ficha.

Le dio un sorbo a la copa de vino que tenía en la mano y escuchó educadamente al grupo de personas con las que estaba conversando. O mejor dicho, con las que se estaba mezclando, ya que él raramente se paraba a hablar de nada que no fuera casual y cortés mientras caminaba entre toda la multitud.

No tenía ni idea de que ella fuera a estar allí. Jace no le había dicho ni una palabra. Aunque, ¿acaso lo sabía él? Harry pensó que lo más seguro era que no, ya que no habían pasado ni cinco minutos desde que Jace y Ash habían escoltado a una morena alta, de piernas largas, hacia una de las lujosas suites de la última planta.

Jace no se hubiera marchado -ni siquiera por una mujer- de haber sabido que ____ iba a estar aquí. Pero el que Jace no estuviera solo hacía las cosas mucho más fáciles.

Harry observó a ____ mientras la joven recorría la sala con la mirada. Tenía el ceño fruncido y se la veía concentrada, como si estuviera buscando a alguien entre el gentío. Un camarero se detuvo a su lado y le ofreció una copa de vino, y, aunque cogió una de las elegantes y largas copas de cristal, no se la llevó a los labios.

Llevaba puesto un vestido arrebatador que realzaba su figura justo en los lugares que hacían falta y unos zapatos que gritaban que la hicieran suya en cualquier momento. Además, para completar el modelito, llevaba un peinado alto que prácticamente estaba pidiendo en voz alta que le desataran el recogido de un tirón. Unos rizos oscuros caían suavemente por encima de sus hombros y guiaban la atención de todo hombre hasta ese fino cuello que estaba suplicando que lo besaran. Harry se sentía bastante tentado de atravesar el salón y de ponerle su abrigo sobre los hombros para que nadie pudiera ver lo que él ya consideraba como suyo. Dios, que lo colgaran si eso no hacía que toda la situación fuera mucho más descabellada. Ella no era nada de él; aunque, bueno, eso también iba a cambiar pronto.

Su vestido de noche dejaba los hombros al descubierto y estaba atrayendo la atención de todo el mundo hacia sus pechos. Para entonces Harry ya sabía con toda seguridad que no quería a nadie más mirándola. Pero nada podía hacer para evitar las miradas. ____ era el centro de atención de todo un salón repleto de hombres que se la estaban comiendo, tal y como él lo hacía, con ojos depredadores.

Llevaba una delicada gargantilla de un solo diamante y, a juego, unos pendientes también de diamantes. Se los había regalado la Navidad del año anterior. Por eso le llenaba de satisfacción verla lucir las joyas que él mismo había comprado especialmente para ella, ya que, para Harry, eso solo significaba estar un paso más cerca del inevitable destino que la haría suya.

Ella aún no lo sabía, pero Harry ya había esperado más que suficiente. Había soportado durante mucho tiempo sentirse como si fuera un delincuente de la peor calaña por haber deseado a la hermanita pequeña de su mejor amigo. Cuando ____ cumplió los veinte, la forma en que Harry la miraba cambió considerablemente. Pero aun así, él tenía treinta y cuatro años y sabía perfectamente que ella todavía seguía siendo demasiado joven para lo que él esperaba de ella.

Mi Éxtasis (01)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora