El teléfono de Harry sonó justo cuando estaba entrando por las puertas del edificio de oficinas a la mañana siguiente. Había llegado más temprano de lo habitual. Ya se había convertido en un hábito, una rutina con la que se encontraba cómodo y a gusto, el ir al trabajo con ____ tras haber pasado la noche en su apartamento. La noche anterior se había quedado inquieto y nervioso, y se había pasado la mayor parte del tiempo pensando en silencio mientras se imaginaba a ____ en su cama, sola, tal y como él estaba en la suya.
No le gustaba sentirse de esta manera. Odiaba que de alguna forma fuera dependiente de ____ para sentir esa paz mental que solo sentía cuando ella estaba cerca. Lo hacía sentir como un tonto desesperado y avaricioso, y con la edad y experiencia que tenía no debería estar comportándose de esa manera.
Hizo una mueca cuando vio que era su madre la que llamaba. Dejó que saltara el contestador mientras entraba en el ascensor y se prometió devolverle la llamada ya en la privacidad de su oficina. La conversación que iban a mantener no deseaba tenerla en público. O al menos, se imaginaba por dónde irían los tiros.
Las oficinas estaban vacías y en silencio. Sin embargo, Harry se dirigió hacia el pasillo donde se encontraba la suya. _____ no llegaría hasta dentro de una hora y media, y ya sentía la ansiedad y la excitación. Los puños se le cerraron cuando se sentó tras la mesa. Debería haber ido al apartamento de _____ antes del trabajo. Debería haber enviado un coche para que la recogiera cuando terminara de cenar con Jace. Pero había decidido probarse a sí mismo que no la necesitaba. Que no pensaba en ella cuando no estaba con él. Necesitaba ese espacio entre ambos, porque esa mujer se estaba convirtiendo muy rápidamente en una adicción de la que no tenía esperanza ninguna de recuperarse.
Aunque hasta el momento eso le estuviera yendo muy bien.
Cogió el teléfono y marcó el número de su madre, entonces esperó mientras daba tono de llamada.
-Mamá, soy Harry. Siento no haberte cogido el teléfono antes. Estaba entrando en la oficina.
-No te vas a creer lo que he de contarte -le dijo, la angustia era evidente en su voz. No había tardado ni un segundo en llegar al asunto por el que había llamado.
Harry suspiró y se echó hacia atrás en la silla; ya sabía qué era lo que vendría a continuación. Aun así, le preguntó y fingió ignorancia.
-¿Qué pasa?
-¡Tu padre dice que quiere reconciliarse conmigo! ¿Te lo puedes creer? Estuvo aquí anoche.
-¿Y qué es lo que quieres tú? -le preguntó con suavidad.
Ella balbuceó durante un momento y luego se calló. Era evidente que no esperaba que Harry no reaccionara a ese bombazo. O quizás es que no había pensado todavía en lo que ella quería.
-Dice que no se acostó con todas esas mujeres. Que me quiere y que quiere recuperarme, y que ha cometido el mayor error de su vida -continuó con rabia-. Se compró una casa, Harry. ¡Una casa! ¿Te suena eso a que no haya pasado página y que no haya superado su matrimonio conmigo?
-¿Lo crees?
Hubo otro silencio bastante claro. Entonces Harry la escuchó suspirar con fuerza y se la pudo imaginar derrotada y derrumbada.
-No lo sé -le contestó con un tono molesto en la voz-. Tú viste las fotos, Harry. Todo el mundo piensa que se acostó con esas mujeres, incluso aunque sea mentira. Y ahora viene arrastrándose porque ha cometido un error. Después de toda la humillación que he sufrido y todo por lo que me ha hecho pasar, espera que lo perdone así sin más y que me olvide y haga como si nunca me hubiera abandonado tras treinta y nueve años de matrimonio.