Prologo

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—____, el portero acaba de tocar el timbre y dice que el coche ya está abajo esperándote —anunció Caroline a voces desde la otra habitación.

____ respiró con dificultad y cogió el contrato que había a su lado sobre la cama, donde permanecía sentada. Estaba ligeramente arrugado y mostraba signos de deterioro de tantas veces como lo había leído.

Había memorizado cada una de las palabras, y estas se le repetían una y otra vez en su mente. Junto a ellas también imágenes que su imaginación se había encargado de enviarle… Imágenes de ella y Harry juntos. Controlándola y poseyéndola. Haciéndola suya.

Lo metió en el bolso mientras se levantaba y se precipitaba hacia el vestidor para mirarse en el espejo una última vez. Su rostro mostraba signos de fatiga. Dos manchas oscuras, que el maquillaje no había podido disimular, rodeaban los párpados inferiores. Además, tampoco tenía buen color de cara. Incluso el cabello se había negado a hacerle caso y estaba más bien revuelto.

Poco podía hacer ya más que irse.

Tras respirar hondo una vez más, salió del dormitorio y caminó a través del salón hasta llegar a la puerta.

—¡____, espera! —dijo Caroline mientras corría hacia donde estaba ella.

Caroline la abrazó fuerte y luego retrocedió. Alzó la mano y le colocó el mechón detrás de la oreja.

—Buena suerte, ¿de acuerdo? Has estado rara durante todo el fin de semana. Si te está estresando tanto, no lo hagas.

____ sonrió.

—Gracias, Caro. Te quiero.

Caroline imitó exageradamente el sonido de un beso con los labios a la vez que ____ se daba la vuelta y se iba.

Cuando dejó el edificio, el portero le abrió la puerta del coche y la escoltó hasta dentro. ____ se acomodó en el asiento de piel y cerró los ojos mientras el coche se desplazaba desde el Upper West Side, el noreste de Nueva York, en dirección al centro de la ciudad, donde se encontraba el edificio HCM.

Su hermano, Jace, la había llamado el día anterior y ella se había sentido terriblemente mal por estar ocultándole la situación. Él se había disculpado por haberse perdido la gran inauguración y le dijo que si hubiera sabido que ella iba a estar ahí, habría acudido sin falta.

Hablaron durante media hora. Jace le preguntó cómo le iban las cosas y ____ le dijo que iba a estar los próximos días con Ash en California. Habían planeado pasar una tarde juntos cuando regresara y luego ella había colgado. La melancolía la había atrapado por completo porque ella y Jace estaban muy unidos. ____ nunca había dudado en compartirlo todo con él. Él siempre había estado ahí, dispuesto a escuchar y a reconfortarla incluso en sus días de crisis adolescente. No podría desear un hermano mayor mejor, y ahora le estaba ocultando secretos. Enormes secretos.

____, más allá del tráfico algo denso pero fluido, no le prestó apenas atención al trayecto hasta que el coche se detuvo un rato más tarde.

—Hemos llegado, señorita Crestwell.

Abrió los ojos y seguidamente los entornó debido a la brillante luz del sol de otoño. Estaban justo a las puertas del edificio HCM. El conductor ya había salido del coche para dar la vuelta y abrirle la puerta. ____ se frotó el rostro con las manos en un intento de reanimar sus embotados sentidos y después salió, dejando que la fría brisa le alborotara la melena.

Una vez más se encontró entrando en el edificio y subiendo en el ascensor hasta el piso cuarenta y dos. La sensación de déjà vu era muy intensa. Tenía las mismas mariposas, las manos igual de sudorosas y el mismo ataque de nervios, solo que esta vez sentía mucho más pánico porque ya sabía lo que él quería. Y ella sabía exactamente en lo que se estaría metiendo si aceptaba.

Cuando accedió a la zona de recepción, Eleanor alzó la mirada y sonrió. Luego dijo:

—El señor Styles dice que vayas directamente a su despacho.

—Gracias, Eleanor —murmuró ____ mientras continuaba, dejando atrás la mesa de Eleanor.

La puerta del despacho de Harry estaba abierta cuando llegó. Vaciló en la entrada y clavó la mirada justo donde él se encontraba, de pie y con las manos en los bolsillos, observando Manhattan a través del ventanal.

Era guapísimo, de un atractivo evidente. Incluso relajado, una fuerza salvaje emanaba de él. De repente, ____ se quedó pensando en todos los motivos por los que se sentía tan atraída hacia él, y especialmente en uno de ellos. Se sentía segura a su lado. El simple hecho de estar cerca de él la confortaba. Se sentía segura y protegida.

Básicamente, la relación que Harry le había propuesto le daría todas esas cosas. Seguridad. Confort. Protección. Él le había asegurado todas esas cosas. Lo único que tenía que hacer era aceptar cederle el máximo poder.

Toda reticencia se esfumó, dejándola más ligera y casi eufórica. De ninguna de las maneras iba a meterse en ese acuerdo tal y como estaba, asustada hasta las cejas. Esa no era forma de comenzar una relación. Actuaría segura de sí misma y acogería con agrado todo lo que Harry le había prometido. A cambio, ella se lo daría todo y tendría fe en que él valorara el regalo que significaba su sumisión.

Harry se dio la vuelta al verla de pie en la puerta y ____ se sorprendió al percibir cierto alivio en sus ojos. ¿Había temido que no volviera?

Se acercó a ella y la arrastró al interior de la oficina para cerrar la puerta con firmeza a su espalda. Antes de que ____ pudiera decir ni una palabra, él la atrajo a sus brazos y estampó su boca contra la de ella.

____ soltó un ligero gemido cuando las manos de Harry recorrieron sus brazos posesivamente hasta apoyarlas en sus hombros. Luego siguió subiendo hasta llegar al cuello y finalmente acunó su rostro. La besó como si estuviera hambriento de ella, como si lo hubieran mantenido separado de ella y, por fin, se hubiera liberado. Era la clase de beso que ocurría solo en sus fantasías. Nadie le había hecho sentirse tan… devorada.

No era simplemente una muestra de dominación. Era una súplica para que se rindiera. Él la quería, y le estaba demostrando exactamente cuánto. Si antes cabía alguna duda respecto a si realmente la deseaba o si solamente estaba aburrido y por eso buscaba nuevos retos, ahora no. Ahora estaba plenamente convencida.

Una mano se apartó de su rostro y su brazo se enroscó a ella, la envolvió con determinación y la estrechó con fuerza contra él. Su brazo parecía una banda de acero adherida a su espalda.

____ podía sentir su erección contra su vientre. Estaba rígido y duro como una roca, presionando contra los caros pantalones que llevaba puestos. La respiración de Harry le golpeó en la cara cuando este rompió el contacto con sus labios y ambos jadearon en busca de aire.

Sus ojos brillaban mientras la miraba fijamente.

—No pensé que fueras a venir.

Mi Éxtasis (01)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora