____ se ciñó más el abrigo mientras recorría la última manzana que quedaba hasta llegar a su apartamento. Había sido duro volver al trabajo con todo ese frío tras haber pasado los últimos días en una playa del Caribe.
Jace y Ash habían intentado con todas sus fuerzas animarla y asegurarse de que disfrutara del viaje, y tenía que admitir que sí que se lo había pasado muy bien. Ya había transcurrido bastante tiempo desde que ella y Jace se hubieran ido de vacaciones juntos, y con Ash allí las cosas habían sido divertidas y alegres.
Eso no quería decir que no se hubiera pasado otro tanto pensando en Harry, pero se las había arreglado para disfrutar del viaje. Si alguien le hubiera dicho que podía divertirse estando tan reciente la ruptura entre ella y Harry, no se lo habría creído.
Aun así, ir a La Pâtisserie en vez de a SCM esta mañana había sido duro. Había sido como recibir una bofetada en la cara y recordar otra vez la traición de Harry. A ella le gustaba su trabajo con Harry. Sí, había sido un trabajo sin valor con la sola función de esconder su affaire, pero conforme el tiempo había pasado, había tomado más responsabilidades y se había adueñado del trabajo. Había demostrado que podía aceptar un reto y superarlo con creces.
Ahora había vuelto a vender pasteles y a servir tazas de café. Y aunque antes nunca le había molestado, ahora se sentía incómoda y quería más. Más retos. Ya era hora de que dejara de estar asustada y de que saliera a la calle a labrarse un futuro. Nadie lo iba a hacer por ella. Ya estaba buscando ofertas de trabajo de su profesión, trabajos que se midieran con el nivel de su formación y experiencia, aunque no es que tuviera mucha.
Quizá debería hablar con Jace. No para trabajar con él; ni mucho menos iba a volver a SCM y tener que enfrentarse a Harry día sí y día también. O, peor aún, a cualquier mujer con la que la hubiera reemplazado. Eso ya era pedirle demasiado.
Pero sí que podría tener ideas o incluso conocer a más gente con la que pudiera ponerse en contacto. Ellos tenían más de una docena de hoteles solo en Estados Unidos, sin mencionar los resorts de fuera del país. Podría trabajar para cualquiera de ellos y no tener que preocuparse nunca por volver a ver a Harry.
Eso requeriría mudarse. ¿Estaba lista para eso?
____ estaba acostumbrada a vivir en Nueva York. A estar cerca de Jace. Pero no habría sobrevivido si hubiera estado sola. Jace la había apoyado económicamente. Le había comprado el apartamento. ¿Acaso había llegado a independizarse?
Quizá ya era hora de irse por su cuenta y tomar las riendas de su vida. Que lo consiguiera o no ya era otro asunto, pero lo haría por sus propios méritos.
Por muy satisfactoria que la idea fuera en teoría, sí que la entristecía abandonarlo todo. A Caroline. A Jace. A Ash. Su apartamento. Su vida.
Mierda, no. No iba a dejar que Harry la echara de la ciudad. Encontraría un trabajo mejor aquí, pasaría página y se olvidaría de su cara.
Eso también sonaba muy bien teóricamente, pero no iba a ninguna parte en la realidad.
Cuando llegó al portal de su edificio, vio en el reflejo de la puerta a Harry bajarse de un coche que estaba aparcado cerca. Y estaba yendo hacia ella.
Oh, no. Ni soñarlo.
Sin mirar atrás -por muy tentador que fuera embeberse en él- se metió en el portal y se dirigió al ascensor. Mientras las puertas se abrían, se subió y pulsó el botón de «cerrar». Cuando levantó la mirada, vio a Harry pasar junto al portero, que estaba protestando, y apresurarse para llegar al ascensor. Su rostro estaba lleno de determinación.
«Ciérrate, ciérrate, ciérrate», suplicó ____ en silencio.
Las puertas se empezaron a cerrar y Harry se lanzó hacia delante, pero llegó tarde. Gracias a Dios. ¿Qué narices estaba haciendo allí?