Harry estuvo callado y pensativo durante todo el trayecto hasta el club de jazz, en el Village, donde la fiesta se iba a celebrar. ____ seguía mirándolo con nerviosismo; podía ver la inseguridad instalada en sus ojos pero, a pesar de querer tranquilizarla, no se vio capaz de hacerlo. ¿Cómo podría?
Estaba desquiciado. Lo avergonzaba conocer el poco control que tenía cuando estaba a su alrededor. Él nunca, nunca había mostrado tal falta de dominio sobre sí mismo con ninguna otra mujer. Sus acciones y respuestas siempre eran precisas; con ____, no tenía ni una ínfima parte de la calma y la distancia que había sido parte de su vida desde que había sido un adolescente.
Dios, pero si lo único que había hecho había sido vapulearla. Le había violado la boca, por el amor de dios. La había llevado de vuelta al apartamento como si estuviera poseído por el diablo, la había puesto de rodillas y luego se había enterrado en su garganta. El asco que sentía hacia sí mismo no conocía límite, y, aun así, no podía arrepentirse de lo que había hecho. Peor aún, sabía que lo iba a volver a hacer una y otra vez. Ya estaba muriéndose de ganas de volver a casa para así poder tenerla debajo de él en la cama.
Le había cabreado la falta de respeto que le habían mostrado a ____ en la oficina los otros empleados, pero él también era un gran hipócrita. Harry le había faltado al respeto muchísimo más al haberla tratado como la puta que ella temía ser. No es que él nunca, ni siquiera una vez, la hubiera considerado tal cosa, pero sus actos hasta ahora no se habían correspondido con sus intenciones para nada. Su polla estaba ocupándose de pensar por él y no le importaba una mierda que quisiera ir más despacio para no abrumarla desde el primer día, sino que quería más. Sus manos y su boca querían más, su deseo por ella era tan incontenible que no había mostrado ningún signo de querer decaer hasta ahora. En cualquier caso, su deseo había aumentado cada vez que le había hecho el amor.
Hacer el amor. Se quería reír. Ese era un término mucho más suave que lo que había hecho. Quizá lo había pensado en un intento de poder sentirse mejor. Porque lo que realmente había hecho había sido follársela sin descanso, había cruzado la fina línea que existía hasta llegar a maltratarla, y, a pesar de todos los remordimientos que sentía, sabía que la próxima vez no sería para nada diferente sin importar las intenciones que él tuviera. Podría decir todo lo que quisiera, pero era un maldito mentiroso y él lo sabía.
-Ya estamos aquí, Harry -dijo ____ tocándole el brazo con suavidad.
Salió de su ensimismamiento y se dio cuenta de que acababa de aparcar en la esquina del club. Se recompuso con rapidez y bajó del coche. A continuación, se dirigió hasta el lado donde estaba ____ para abrirle la puerta y la ayudó a bajar.
Estaba increíblemente asombrosa. Tuvo la sensación de que, a pesar de haber elegido a propósito el vestido más tapadito para ella, iba a llamar la atención de la misma forma que si hubiera ido vestida con el que se puso para la inauguración.
____ era una mujer muy atractiva, tenía algo tan especial dentro de sí que hacía que todos se fijaran en ella. Podría llamar la atención hasta vestida con un saco de patatas.
Harry la cogía de forma informal del brazo y así la guio hasta la entrada. Usó toda la fuerza de voluntad que tenía para controlarse y no pegarla directamente contra su cuerpo para que todo el mundo viera que era suya, pero no la avergonzaría, y no pondría en juego su relación -o la de él mismo- con Jace. Con saber que le pertenecía a puerta cerrada ya era suficiente, pero que Dios los ayudara si veía a otros tíos babeándole encima esta noche.
Cuando llegaron a la entrada del salón reservado para la fiesta, Harry mantuvo una distancia prudencial entre ambos. Cada instinto que tenía en el cuerpo le gritaba que la acercara hacia él y que le pusiera el letrero invisible de «No tocar» sobre la frente, pero se obligó a sí mismo a permanecer tranquilo y distante. ____ estaba aquí en calidad de trabajadora, nada más. No era ni su cita, ni su amante, ni su mujer, aunque tanto él como ella supieran que sí lo era.