Cuando ____ abrió los ojos, se sintió como si alguien los hubiera atravesado con un picahielos. Gimió y le dio la espalda a la fuente de luz que entraba a través de la ventana, pero solo consiguió ver a Harry en la puerta de su habitación.
Llevaba enfundados unos vaqueros y una camiseta, y tenía las manos metidas en los bolsillos mientras le escrutaba todo el cuerpo con la mirada. ____ no sabía si era el hecho de que pocas veces veía a Harry vestido con vaqueros lo que la hizo reaccionar a esa imagen tan sugerente, o que simplemente le quedaban tan estupendamente bien.
-Te encuentras fatal, ¿verdad?
____ no pretendió malinterpretar lo que le había dicho y asintió con la cabeza, movimiento que hizo que esta le doliera más todavía. Él se adentró en la habitación y se acercó a la cama hasta sentarse en el borde junto a ella.
-El coche nos está esperando fuera. Vístete para que nos podamos ir.
Ella frunció el ceño.
-¿Adónde vamos? -no quería moverse. Quería otras seis horas de sueño. Quizás entonces podría despertarse sin que la cabeza le doliera tanto.
-A mi apartamento -contestó secamente-. Tienes cinco minutos, y no me hagas esperar.
Sus labios se contrajeron en una mueca cuando él se alejó y desapareció por la puerta. Si solo le iba a dar cinco minutos, que no esperara que fuera a tener buen aspecto. Necesitaba una ducha de agua caliente y tiempo para serenarse.
Dios, si ni siquiera sabía por qué se había molestado tanto la noche anterior. Y lo que es más, ni siquiera se acordaba de haberse metido en la cama. Lo único que podía recordar era que se había lavado los dientes, y luego al despertarse.
Harry había pasado la noche en su apartamento, ¿pero había dormido?
Se obligó a sí misma a salir de la cama, y gimió mientras caminaba de forma fatigada hasta el armario. Sacó una camiseta y unos vaqueros, sin siquiera esforzarse por ponerse sujetador o bragas. No es que a Harry le gustara que llevara bragas, de todas formas.
Sí que preparó una bolsa rápidamente con unas pocas mudas de ropa y con cosas a las que había renunciado en esos momentos -las bragas y el sujetador- y luego se dirigió al cuarto de baño para echar también sus artículos de aseo.
Cuando entró en el salón vio que Harry se encontraba mirando por la ventana, pero se giró cuando la escuchó.
-¿Estás lista?
Ella se encogió de hombros. No lo estaba, pero en fin.
Él la atrajo hasta su costado y luego le puso la mano en la espalda mientras salían del apartamento. Unos pocos minutos más tarde, la metió en el coche que los estaba esperando y se sentó a su lado. Justo cuando el vehículo comenzó a moverse, él le hizo señas para que se acercara.
Le pasó el brazo por los hombros y ella suspiró cuando su calidez se adueñó de su cuerpo. Se acurrucó y descansó la cabeza sobre su pecho y luego cerró los ojos. Había esperado que le echara la bronca, o que la regañara por lo que fuera que lo hubiera cabreado. Pero, sin embargo, se quedó sorprendentemente callado, como si supiera lo mucho que le dolía la cabeza.
Harry le rozó el cabello con los labios y le dio un beso en el pelo mientras le acariciaba algunos mechones con una mano.
-Cuando lleguemos a mi apartamento, tengo algo que puedes tomarte para el dolor de cabeza -murmuró-. Tienes que comer algo también. Te prepararé un desayuno suave para el estómago.
Una felicidad comenzó a apoderarse de su vientre y subió hasta su pecho. Era tan fácil perderse en la fantasía de estar con Harry porque él era el que lo hacía así. La cuidaba a más no poder. Velaba para que todas sus necesidades estuvieran satisfechas. ¿Era mandón? Sí, con mayúsculas. Pero no era egoísta. Cogía lo que quería y era inflexible con sus órdenes, pero le devolvía mucho. No material, pero sí emocionalmente, aunque él negara hacer tal cosa.