The Wicked Powers I ( Poderes Mayores )

Capítulo 26: Puedo oler la muerte

Jace Herondale sintió los labios de Clary por una última vez, aún estaban cálidos y el beso sabía a sangre y a sudor. Pero a él no le importaba, no le importaba a lo que supiera Clary mientras supiera que esta sería la última vez. La última vez en que la vería viva, en que la besaría. Cuando el corto beso se acabó, todo lo que quedó para él fue un gran vacío.

Un gran vacío por la muerte del ser que más amaba. Pero el vacío no duró mucho pues fue reemplazado por una creciente ira, esta empezó desde el estómago hasta invadir todo su cuerpo y dejarlo prácticamente sin aliento. La espada de Janus le había llegado a hacer un mínimo corte en el abdomen.

Janus retiró la espada sorprendido e incapaz de pronunciar una sola palabra. Inmediatamente Clary cayó al suelo y Jace la sostuvo entre sus brazos, los ojos de la pequeña chica pelirroja miraban al cielo, la vida se había ido de ella y nada quedaba ahora. Jace gritó y la lluvia cayó sobre su cara, le bajó por la frente y las mejillas, esta se mezcló con las pequeñas lágrimas que brotaron de sus ojos. Los apretó fuertemente, no debía mostrar debilidad ante ellos...<< ¿Por qué tienen que llevarse a las mejores personas?>>A aquellas que habían luchado tanto solo para que las asesinaran sin piedad.

Janus se quedó observando la escena mientras las hadas seguían a lo lejos mirando sin poder creer lo que estaba ocurriendo. Todas ellas tenían expresiones de piedras y ninguna pronunció una sola palabra. La única que no estaba impresionada era Zara Dearborn, la cual lanzaba carcajadas mientras observaba a Jace en el suelo. Él apretó el cuchillo serafín que aún tenía en la mano conteniendo su rabia para no cometer una estupidez. << En algún momento los veré a todos sufriendo mientras mueren, y me pedirán clemencia, pero no la tendrán y me reiré de ustedes >> Pensó fríamente.

-Cállate - le dijo él, sin poder contenerse del todo -. Si no quieres ahogarte con tu propia sangre. -Zara le miró sorprendida y luego alzó las cejas con ironía.

-¿Me estás amenazando? - Zara señaló a todo el ejército de hadas y de Cazadores de Sombras que estaban en la entrada del Instituto, en especial señaló a sus amigos aún arrodillados y con cuchillos en el cuello -. ¿Te atreves a hacerlo? Considerando tu situación, no creo que sea muy beneficioso para ti. ¿O quieres perder a otro de tus amantes de subterráneos?

-Eres una hipócrita -Le escupió Jace -. ¿Vienes a culparnos de ser amantes de subterráneos cuando todo lo que has hecho hasta ahora es aliarte con ellos? - Zara hizo una mueca y se acercó a él, lo cogió de la camisa y lo acercó a ella. Olía tan mal que daban ganas de vomitar con tan solo acercarse, Jace se preguntó el porqué de ese olor, pero igual no era tan importante en aquel momento.

-Cállate, Jace Herondale - le dijo ella -. No tienes porqué decir nada, solo cállate si no quieres que el siguiente en morir sea tu Parabatai y su repugnante marido.

Jace le lanzó un puñetazo y Zara cayó de inmediato al suelo, chocó tan fuerte que por suerte no quedó inconsciente. Janus no se movió, observó como su aliada caía al suelo sin pena ni gloria y luego clavó la vista en Jace, sus ojos dorados eran iguales a los de él y estaban llenos de pena... Una pena peor de la que sentía él en aquellos momentos, aún así no sentía ninguna empatía por Janus. Todo lo que había en su corazón ahora mismo era un profundo desprecio.

Se acercó de repente hacia él, Zara se incorporó y trató de interponerse pero Jace la apartó de un empujón, su cuchillo serafín se posó en el cuello de Janus. Él le miró sin decir una sola palabra, solo le miraba directamente.

-No puedes hacerlo - Le dijo él, la mano de Jace temblaba en su cuello, Janus no se había contenido al asesinar a Clary pero aún así... Su mirada pasó de Janus a todos sus amigos que seguían arrodillados ante caballeros hadas, todos ellos miraban consternados la escena que se estaba desarrollando. Simon estaba gritando y tenía su mano posada en donde tenía su runa Parabatai, Isabelle gritaba desesperada para que alguien lo ayudara pero nadie escuchaba sus plegarias. Jace apretó los dientes impotente ante aquella situación -. Si lo haces sabes que ellos asesinaran a tus amigos. ¿Acaso quieres más sangre Jace? - Sus palabras fueron como cuchillos que se clavaban en la reciente herida de Jace, era cierto. Maldita sea, el amor de su vida había muerto y tenía la oportunidad de asesinar al que lo había hecho y aún así no podía... No podía vengarla. El rumor de las lágrimas comenzó a acosar al hombre, él nunca lloraba por nada y menos en frente de nadie y esto no lo cambiaría, pero se sentía sumamente indefenso.