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Ruth

—¿Dante? ¿qué haces aquí?

—Dar una vuelta, que casualidad que nos encontremos ¿no?— dijo dando un suspiro— ¿y tú? ¿qué haces aquí?

—Dar una vuelta con mis amigos— respondí un poco incómoda.

—Perdón si te incomodo pero... ¿podría hacerte una pregunta? — asentí un poco confusa— ¿podrías venir conmigo a un sitio?

— Te acabo de decir que estoy dando una vuelta con mis amigos— dije con sequedad.

— Es que... me gustaría contarte algo. Además, Zack y tú otro amigo están hablando con los míos, así que no creo que haya problemas, ¿no?

— Ruth no te preocupes ve si quieres, otro día volvemos, además hay mucha cola para entrar— dijo Zack a mi lado.

— Pero Zack, ha venido con nosotros— respondio enfadado Diego— no te puedes ir así Ruth.

— Dejala, después vendrá, lo que le tiene que decir nuestro amigo es mucho más importante— respondió la voz de una chica.

— ¿Quieres venir?—me preguntó Dante, en un tono dulce.

— Esta bien— acepté sin más.

¿Que es eso tan importante que me tendrá que decir?

Dante

Emma y Nando comenzaron a explicarme todo sobre quienes eran Sebastián y Diego.

Por lo que me han dicho, Sebastián es el padre de Ruth, ya que me enseñó una foto y era igual a el.

Diego es el chico que me encontré el otro día llegando a casa, por ende, el señor que estaba en el coche con él si era el padre de Ruth. Él no estaba en Inglaterra, como le había dicho a su hija y esposa.

Ellos dos llevaban amenazando a Emma y Nando durante muchos años, dicen que por su culpa entraron en la cárcel.

Hicieron las cosas mal en un pasado. Antes de querer decir la verdad a las autoridades y confesar que ellos no tuvieron toda la culpa, Sebastián se interpuso y los amenazó culpandolos de nuevo.

Sinceramente no me sorprende, por culpa de ese señor yo entré en la cárcel.

Sin más explicaciones los deje quedarse en mi casa un tiempo para que así puedan seguir dándome información sobre lo que le pueda pasar a Ruth estando cerca de esos tipos.

(...)

Al día siguiente me desperté con los gritos que daban Emma y Nando. Sinceramente me había acostumbrado, en la cárcel también solían despertarme así.

Ahora que lo pienso todavía no me han dicho cómo salieron de la cárcel.

— Hola Dante— un Nando alegre se asomaba por la puerta aguantando los berrinches de su novia.

—Oye, he estado pensando— Emma me vio entrar en la cocina y por fin se calló la boca.

— Todavía no se el por qué salisteis de la cárcel— les pregunte confuso esperando una respuesta.

— Si quieres salimos a dar un paseo y te lo contamos mejor, ¿te parece? — asentí y comencé a guardar las frutas que había sacado para después subir a  cambiarme de ropa.

En el camino hacia mi habitación, algo pinchó mi pie haciéndome soltar un quejido molesto, baje mi mirada y era un broche de un collar roto, recuerdo que se lo vi puesto a Ruth la vez que la "secuestré" y estaba en mi sofá, se que suena bastante mal, pero por mucho que me moleste admitirlo es la verdad.

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